Colectivo Puente Madera •  Opinión •  28/11/2016

El blafraidai y el esemei

 
 
Para empezar, permita que nos metamos en este jardín: ¿por qué leches se nos pegan a los hispanos tan rápidamente algunas tradiciones aparentemente tontunescas de los anglosajones y/o nórdicos en general? Véase: el blafraidais, el jallowin, el papanoel, el… ¿Será, quizá, que no nos hemos dado cuenta de que detrás del rock y el pop y las pelis de vaqueros y del espacio y los refrescos de cola y la informática y el internet venía toda la arrolladora marea de la invasión cultural bárbara anglosajona para arrasar nuestras costumbres y nuestro modo de vida mediterráneo y sustituirlo todo por el imperio del perrito caliente?
 
Puede ser. Sin embargo, en lo verdaderamente importante mantenemos nuestras tradiciones a lo largo de los siglos, contra viento y marea. Ni tenemos una fiscalidad progresiva, ni un parque público de viviendas de alquiler, ni un gasto educativo en la media europea, ni una legislación que proteja a las familias frente a los abusos de la banca, ni mantenemos la inversión en investigación, ni… ni tenemos todas esas cosas que tienen nuestros vecinos más desarrollados.
 
Un espécimen de la reserva espiritual española es el Salario Mínimo Interprofesional: por muchas modas que nos vengan de fuera, los sucesivos gobiernos mantienen el SMI en un nivel tan bajo que, con él, una familia de dos miembros queda directamente en situación objetiva de pobreza.
 
Esta tradición está relacionada con otra costumbre fuertemente arraigada en nuestro país, la de votar presidentes del gobierno que nos toman el pelo (aunque en esto hay una nueva variante: cuando no los vota la gente, los vota el partido de la oposición). De movimientos más pausados que ese simpático animalito bautizado como perezoso, Mariano Rajoy acaba de romper el récord mundial de lentitud y el de caradura al mismo tiempo: dice que va a subir el SMI progresivamente hasta alcanzar los 800 euros… a lo largo de los próximos ¡ocho años! ¿Alguien es capaz de decir cómo será nuestra economía dentro de ocho años? Para el 2025, ¿cuánto habrán subido los precios, cuánto habrán bajado los salarios, cuánto se habrá evadido al extranjero, cuánto costará la electricidad, cuántas amnistías fiscales habrán favorecido a los amiguetes, cuántas veces nos habrán subido el IVA y los impuestos indirectos, cuántas veces habrán rebajado el IRPF a las rentas más altas,…? ¿Será un sueño para millones de trabajadores llegar a ser mileurista? Nadie lo sabe. Nadie sabe cómo estará el país económicamente dentro de ocho años, aunque todos nos tememos que estará peor para los de siempre y mejor para los de toda la vida.
 
Y así, millones de españoles y de familias, de los de ahora y de los de los próximos casi dos lustros, incluyendo a casi todos los jóvenes, seguirán sufriendo la pobreza del que trabaja y no llega ni a mediados de mes, mientras el gobierno sigue legislando para los suyos y para las grandes compañías y petrificando sueldos con los que no se puede subsistir.
 
Todo lo demás, el fraidais, el jallowin y el papanoel y todo eso, son solo fuegos de artificio, colorido para esconder la rancia realidad, simulaciones de cambios en diferido, todo mentirijillas salvo alguna cosa… para que parezca que el país es moderno y yanqui y occidental, mientras las esencias siguen a salvo en las cajas de caudales del solar patrio, se encuentre este en España, Andorra, Suiza o Panamá.
 
 
Fuente: http://colectivopuentemadera.blogspot.com.es/2016/11/el-blafraidai-y-el-esemei.html
 

 


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