Luis Casado •  Opinión •  24/09/2016

«Los mercados están cada vez más irracionales»

Si –conociéndome– piensas que el título lo inventé yo… le has errado el palo al gato. Servidor nunca se ha visto a sí mismo como una suerte de Casandra. En la mitología griega Casandra estaba dotada con el don de la profecía, era una visionaria, una iluminada que sabía prever gracias a lo cual protegía a los demás. Efectivamente: nada que ver con un economista contemporáneo, incapaz de prever que mañana sale el sol y más preocupado de vender pomada acerca de ‘lo que piensan los mercados’.

 

Hollywood tampoco tiene nada que ver en el título: no se trata de otra película-catástrofe en plan El Día Después, El Vuelo 93, Armageddon, o 2012. No esperes ver a Bruce Willis, ni a los super héroes que siempre salvan el planeta. Esto va en serio.

 

“Los mercados están cada vez más irracionales” es el título de una nota que apareció en primera página del diario financiero parisino Les Échos, poco sospechoso de ser enemigo de los mercados: vive de ellos, los anima, los informa, en fin, hace lo que hacen los diarios financieros: avivar la cueca. He aquí lo que dice la nota:

 

“Ya no se comprende nada. Todo va mal, y la Bolsa goza como nunca (más 2,51% para el índice CAC40 a mediados de la tarde). La FED va a subir sus tasas a fines de año, la situación geopolítica vuelve a tensionarse, particularmente en Siria, Trump puede ganar en los EEUU, nuestra economía sigue así-así, pero nuestros inversionistas se auto ofrecen un rallye de fin de semana. ¿Se volvieron locos? No, están anestesiados por la supuesta omnipotencia de los bancos centrales que, a fuerza de derramar liquidez en los mercados, acreditaron la idea que mientras estén ahí nada grave puede ocurrir. Sin ver que a fuerza de hacer todo y cualquier idiotez para sostener nuestras frágiles economías, llegaron ‘al límite de su credibilidad’…”

 

Si has leído mis notas sobre los bancos centrales sabes que lo que precede no es una novedad, como no fue novedad que la FED y el BCE mantuviesen sus tasas de interés en cero, ni que el Bank of England derrame libras esterlinas como si hubiesen, o que el Bank of Japan le agregue relajo monetario al relajo monetario que mantiene desde 1999.

 

A pesar de la hiper abundancia de dinero barato, de capitales disponibles y de crédito a tasas negativas, la economía sigue viviendo en la llamada “nueva mediocridad” sin dar señales de recobrar el vigor de semental con el que sueñan los vendedores de ilusiones.

 

Saturando los mercados con dinero barato Janet Yellen en los EEUU, y Mario Draghi en Europa, esperaban dopar la economía mediante el consumo y la inversión. Desafortunadamente, el catecismo ortodoxo no funciona. Los hogares prefieren seguir ahorrando (a pesar de lo poco que renta el ahorro), y las empresas rehúsan invertir al constatar la debilidad de la demanda.

 

Hace ya algunos años, en una nota titulada “Sobre el crecimiento”, me permití señalar que a nadie se le ha ocurrido una idea mucho más sencilla, que consiste en redistribuir la riqueza. A mí sí se me ocurrió, pero servidor influye poco. Mi ocurrencia no tiene ni siquiera el mérito de la novedad: John Maynard Keynes, allá por 1936, lanzó la idea y sacó al planeta de la Gran Depresión. Pero ahora Keynes es caca, y por eso vemos lo que vemos.

 

¿Qué vemos? Titulares como el que te cuento en Europa, y otros no menos sabrosos en los EEUU. Por ejemplo, uno del Wall Street Journal:

 

“Las razones por las que tan pocos economistas se atreven a decir que la recesión se está terminando”.

 

Como en las películas de terror, en las que el miedo está sabiamente dosificado, el WSJ agrega:

 

“Históricamente, las recesiones han golpeado frecuentemente cerca de las elecciones”.

 

A buen entendedor… Si después de eso no logras dormir tranquilo, te sugiero escuchar a Bachelet, que en el año 2009 aseguraba haber visto “brotes verdes”. Bachelet…

 

Las tasas de interés en cero masacran al pequeño ahorrista (en particular a las víctimas de las AFP), y ponen a los bancos privados en una situación que ellos mismos describen como insostenible: un banco hace su negocio cobrando intereses por los créditos que otorga. Si la demanda de crédito se hunde, y si las tasas siguen en cero… “ya no habrán bancos de aquí a cinco años” pronostica un experto financiero citado por Le Canard Enchaîné.

 

¡Albricias! Responde Mario Draghi, quién estima que si los bancos no ganan plata es porque hay demasiados bancos, o sea demasiada competencia:

 

“El exceso de capacidad en algunos sectores bancarios nacionales, y el intenso nivel de competencia resultante, está exacerbando el estrechamiento de los márgenes”(sic).

 

Como lo lees: “el exceso de competencia pone en peligro el modelo de negocio del sector”. Si no sabías porqué en Chile desapareció más de la mitad de los carriers, hay sólo tres cadenas de farmacias (coludidas además), y las AFP y las Isapres son cada vez más escasas, he ahí la respuesta: “el exceso de competencia pone en peligro el modelo de negocio del sector.”

 

La libre competencia –sin trabas y sin distorsiones– es buena pero en dosis homeopáticas. O en estricto rigor donde el vecino. O para los pringaos que viven de su salario.

 

Un buen remedio consiste en el retorno a los monopolios: en Chile dos bancos controlan en torno a un 80% de la actividad y ya ves, los beneficios crecen que es un primor. Si el monopolio te horroriza, queda el recurso a los carteles y las colusiones. En Europa los bancos no se han privado de tan eficiente artilugio y precedieron a Isidoro Matte y la CMPC –para no hablar de las farmacias– en el uso de la trampa, el truco y la pillería.

 

Si desaparecen los bancos, he aquí que los gigantes de las telecomunicaciones y los grupos tecnológicos, que atesoran cientos de miles de millones de dólares de beneficios inutilizados, pudiesen remplazarlos. Se anuncia así otra vuelta de tuerca en el proceso de acumulación de la riqueza, sin que las cuestiones que siguen afectando la economía mundial encuentren una respuesta satisfactoria.

 

Mario Draghi –que no se entera por la prensa– denuncia lo que llama ‘la banca en la sombra’, o shadow banking para los iniciados. La ‘banca en la sombra’ son instituciones que parecen bancos, se comportan como bancos, conceden préstamos como bancos e invierten como bancos, pero –y esto es lo que importa– no están reguladas como bancos. Mario Draghi husmea peligro por ese lado. Uno se pregunta qué hace Draghi Mario, que en su calidad de presidente del Banco Central Europeo tiene la responsabilidad de controlar el patio.

 

Si el concepto de ‘banca en la sombra’ te resulta tan incomprensible, novedoso e inmanejable como el último smartphone, piensa en el clásico prestamista, el conocido usurero, ese que cobra lo que le da la gana porque impone su propia ley: la de la jungla. Prepárate, porque según Draghi los usureros está de regreso, aún cuando parece evidente que nunca se fueron. Basta con ver el ejemplo de la banca en Chile.

 

Ya se verá. Lo que no deja de ser una tremenda derrota ideológica para el neoliberalismo, es la confesión de sus promotores. Los sacerdotes de una religión construida sobre la verdad revelada de la “racionalidad de los agentes económicos”, se ven obligados a reconocer que los mercados se hunden en la irracionalidad.

 

Gott ist tot (dios ha muerto) declaró Nietzsche, Marx est mort (Marx ha muerto) anuncian cada año los economistas franceses, y he aquí que los mercados tosen…

 

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http://www.alainet.org/es/articulo/180473

 


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