Pablo Vivar Garrido •  Opinión •  09/09/2016

¿Hay vida después de las tierras raras?

Cada mañana cuando me levanto de la cama y me dirijo a trabajar al campo, me hago la misma pregunta. ¿Qué va ser de nosotros y de nuestra tierra?. Todavía no logro encontrar una respuesta clara, ni por parte de la Administración, ni por parte de la empresa que pretende arrasar nuestras vidas, ni yo mismo soy capaz de encontrarla.

Llevo recabando información sobre esto desde el 11 de mayo de 2015. Aquel día un artículo publicado en el diario El País me inquietó bastante, y su titulo me conmovió. La Mancha esconde las tierras raras que agitan el mundo, ese era el título. Lo curioso de todo esto empezó cuando solicitabas información y nadie sabía nada, ni administraciones, ni propietarios, nadie. La única información que podías obtener era que se estaba mirando para saber lo que tenía nuestro suelo escondido en sus entrañas, ni tierras raras, ni monacita, ni nada de nada.

Viendo que nadie sabía nada un grupo de vecinos se empezó a interesar por el tema y empezaron a reunir información de los sitios de donde ningún interesado quería sacarla. Fue entonces cuando nos fuimos enterando lo que aquello suponía para nuestra tierra y nuestras gentes.

Como dije al principio yo trabajo en el sector primario. Soy agricultor ecológico del Campo de Montiel, produzco aceite de oliva ecológico como cientos de agricultores de mi zona. Mi inquietud fue aumentando a la vez que la información fluía gracias a los vecinos que nos la hacían llegar al pueblo. Polvo, consumo de agua, posible radioactividad, destrucción del suelo, y quizás lo que más me inquieto de todo fue el deterioro de las figuras de calidad diferenciada por la que llevamos tantos años trabajando desde el sector cooperativo.

La minería de tierras raras es una amenaza para nuestros cultivos y nuestros productos, afectaría a cinco denominaciones de origen de la zona. Me atrevo a decir que, somos la única comarca de España que goza del prestigio de cinco D.O en su enclave geográfico. La afección en los mercados será notable con una minería a cielo abierto y extensiva con los riesgos contaminantes citados anteriormente. Tendrá un consumo de agua muy importante. La propia empresa estima un consumo de 500.000.000 de litros de agua anuales.

Si esto se produce en una zona donde las precipitaciones son escasas, tenemos los acuíferos sobreexplotados y donde el permiso de un pozo para uso agrícola tarda de media de tres a cuatro años de media, lo que queda es clamar al cielo. Como presidente de dos cooperativas mi obligación moral, además de mi obligación como padre y habitante del Campo de Montiel es defender que mi tierra y sus gentes sigan disfrutando de lo que disfrutan ahora.

Tenemos un sistema socioeconómico basado en la agricultura y la ganadería. Un sistema que lleva demostrando desde tiempos inmemoriales que es compatible con el medio ambiente y con las personas que aquí vivimos. Y no lo digo yo, en nuestros campos campean linces, perdices rojas, águilas imperiales, conejos, liebres, jabalíes, ciervos, y un inmenso numero de aves, entre ellas muchas esteparias como el sisón y la avutarda.

Y yo me pregunto. ¿Por qué lo quieren cambiar por un sistema basado en una minería extensiva y agresiva que destruya todo lo descrito anteriormente? La respuesta no llego a encontrarla por más que la busco. Los políticos callan, solo algunos alcaldes de los pueblos afectados dan la cara por sus gentes, otros callan, luego otorgan.

La movilización social es muy grande y los políticos callan, las organizaciones agrarias están en contra y los políticos callan, los grandes grupos conservacionistas están en contra y los políticos callan, ¿por qué?

Nosotros estamos a favor del progreso. Pero queremos un progreso sostenible y compatible con lo que tenemos. Queremos un plan estratégico para nuestra comarca. Un plan que nos haga marcar la diferencia con la calidad diferenciada de nuestros productos.

Necesitamos gente preparada y con ganas de quedarse en nuestra tierra, una mina nos terminara echando fuera de nuestras casas y nuestra tierra. Un cumulo de proyectos mineros que abarcan en la provincia de Ciudad Real la cifra de 27500 hectáreas de suelo. Esto puede destruir  el organigrama de la vida de miles de personas, a cambio solo se enriquecerán unos cuantos. Todo es una duda. Como creyente me encomiendo a Dios, pero también a los políticos. Y recuerden, ¿hay vida después de las tierras raras?

(*) Pablo Vivar Garrido es Presidente de las cooperativas «San Isidro» y «Campo de Montiel» en la provincia de Ciudad Real.

 


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