Mario Rodríguez •  Opinión •  30/08/2016

«El atraco azul naranja»

En el pacto, o, mejor dicho, en el atraco azul naranja se habla de limosnas a los trabajadores con pocos ingresos: la caridad en lugar de la justicia social. Típico de las derechas. 
 
Quieren perpetrar las derechas españolas, además, la elección directa de alcaldes, sin pensar que algún día se les podría volver en contra y como pretexto utilizan ese eterno mantra de las que llaman «coaliciones de perdedores» que son realmente mayorías parlamentarias como la que, encabezada por los veinte ediles del PP y con la colaboración del desaparecido CDS con ocho y un tránsfuga nada menos que de IU, frente a los veinticuatro del PSOE y los tres de IU, desalojó en 1989 al socialista Juan Barranco de la alcaldía de Madrid para dársela a Agustín Rodríguez Sahagún, del CDS, y dando así paso al cuarto de siglo más negro de la historia del municipalismo capitalino.
 
Pactan también las dos derechas mantener los contratos en prácticas y temporales, ¿el contrato único que quería la derechona naranja en este caso? Donde dije digo ya no digo ná. Típico de Rivera y sus secuaces. Menos mal, por otro lado.
 
En ese infausto papel se habla además de un par de generalidades más sin concretar demasiado, no sea que haya que cumplirlas, y, como era de esperar, ni rastro de soluciones para la corrupción, el problema de la vivienda, la contrarreforma laboral, la derogación de atentados contra las libertades como la Ley Mordaza y la LOMCE y en materia de derechos LGTBI pura palabrería vana que equivale, más o menos, a una mención honorífica.
 
La única suerte será que, si nos fiamos de Pedro Sánchez, ese papel le servirá al criado de Merkel (Rajoy) y al criado de Ana Patricia Botín y sus socios del Ibex35 (Rivera) únicamente para limpiarse el trasero porque el próximo viernes el Congreso le dirá a Rajoy que tururú.
 
El miedo será que una manada de zoquetes asalte las urnas el día de Navidad para consagrar ese pacto mientras otra, enfadadísima porque Pablo Iglesias tiene «mucho ego» (los demás no, claro, y además les parece que va mal vestido y es borde y no se cuantas cosas más ajenas a la gestión política y para colmo no ha sacado un 10 en el mismo examen en el que a los demás candidatos les basta un 4,5 para aprobar, como decía, esa otra manada de zoquetes se quede en casa defecando mazapán y bordando los pañuelos con los que se secará las lágrimas de los años siguientes.

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