Lois Pérez Leira •  Opinión •  10/07/2016

Crónicas de la revolución cubana: Manuel Porto Dapena

Crónicas de la revolución cubana: Manuel Porto Dapena

Muchos fueron los españoles y sus descendientes los que participaron en la revolución cubana.

Manuel Porto Dapena nació en una aldea de la provincia de Ourense, el 18 de octubre de 1910. Desde niño Manuel trabajó en las tareas rurales, ayudando a su familia. Cuando el sol recién estaba saliendo Manuel se levantaba para iniciar la faena. Allí todos tenían que trabajar, los padres, los ancianos, los niños. El trabajo era duro y cansador. En el invierno con frío y nieve, mientras que en julio y agosto con un calor que era difícil de soportar. La casa era de piedra, de paredes anchas y húmedas. Como las típicas casas de aldea,  en la planta baja estaban la vacas y a pocos metros tenia cerdos y gallinas. La familia contaba con varias parcelas de tierra, que cultivaban o eran utilizadas para que pasten los animales. Aquella era una vida muy sacrificada. Algunos vecinos habían decidido emigrar a Portugal y desde allí daban el salto a Brasil. Otros soñaban con marcharse a Cuba. Es así como su padre que tenía un familiar en La Habana, emigra a Cuba, cuándo Manuel tenía tan sólo dos años.  Unos años después en 1924, Manuel junto a su madre se traslada a la tan soñada isla del Caribe, instalándose en el barrio Casablanca, dónde el padre trabajaba en los Talleres de Palmer, (en la actualidad Astilleros de Casablanca). Manuel Porto con 14 años comenzó a trabajar en esta empresa, como aprendiz de herrero. Desde su casa se veía toda la bahía y la ciudad de La Habana. Por la noche le gustaba caminar por el muelle y mirar hacia la ciudad, donde contemplaba las miles de luces que titilaban en el cielo, que le despertaban todos sus sueños juveniles. Aquellas luces le recordaban también el último adiós, desde el barco, despidiéndose de su Galicia natal. Le recordaban aquella noche, de tantas lagrimas cuando partió del puerto de Vigo y en medio de la bahía divisaba las mismas pequeñas luces, que miraba desde Casablanca, mientras el barco se despedía de sus recuerdos, en un largo adiós. En aquel barrio proletario de la bahía de La Habana, las actividades vinculadas al mar, las más importantes era: Construcción naval, actividades portuarias, obreros marítimos, pescadores, etc. Allí los gallegos eran mayoría. Cuando cumplió los 18 años se afilia a la Liga Juvenil Comunista, siendo uno de los primeros miembros.

El Presidente Machado en los inicios de su gobierno tolero a los sindicatos. En 1930 el crecimiento de la influencia y del nivel de organización de la Confederación Nacional Obrera de Cuba y la Federación Obrera de La Habana, hacen que el dictador deje fuera de la ley a estas organizaciones obreras, a través del decreto del 8 de marzo de ese año. Como respuesta la CNOC declara una huelga general para el 20 de marzo, que culmina con gran éxito a pesar de que algunas ciudades, no pudieron garantizar, el paro de actividades laborales. Esta huelga fue la primera organizada y dirigida por el partido comunista y sus sindicatos de influencia.

A los pocos días, el proletariado cubano escribirá nuevas páginas de heroísmo. El 1 de mayo cambia el panorama de la lucha contra Machado. La pujanza del movimiento obrero cubano se puso nuevamente de manifiesto con motivo de la celebración del Día Internacional de los Trabajadores. Ese día la paralización del trabajo fue aun más importante que el 20 de marzo. Los actos  del proletariado cubano fueron convocados por el Comité Pro Primero de Mayo, amplio organismo de frente único, que se creó para consolidar en dicha conmemoración, aún más, la unidad de acción forjada en la huelga general del 20 de marzo. Se realizo una masiva manifestación, desde el parque de la Fraternidad hasta el Nuevo Frontón- situado en el lugar que hoy ocupa el Palacio de la CTC-, donde tuvo lugar un combativo acto. En el mismo se leyó un mensaje enviado desde Moscú por el líder comunista Rubén Martínez Villena.

Terminado el acto, Manuel Porto y los trabajadores presentes se dirigieron, ya en horas de la tarde, a la colina Lenin, en Regla, donde tradicionalmente, desde 1924 se celebraba el 1 de mayo. Al comenzar el mitin, este fue atacado a tiros por la policía y la guardia rural, ante lo cual los manifestantes marcharon hacia el local del Ayuntamiento para protestar por el atropello policiaco; pero fueron nuevamente agredidos a tiros por las fuerzas represivas El balance de la salvaje acometida arrojo dos obreros muertos y 14 heridos. Los nuevos mártires del proletariado fueron Rodolfo Pérez, del sindicato de la Construcción y el militante de origen gallego Jesús Manteiga, del Sindicato de Obreros “La Mundial”.  Este primero de mayo fue para Manuel su verdadera prueba demostrando ser un valiente luchador proletario. No dudo de enfrentarse contra los provocadores o ayudar a sus compañeros heridos. En aquella tarde de heroísmo comenzó a forjarse su propia leyenda. Aquella jornada de lucha obrera, fue un paso importante para la posterior derrota de la dictadura machadista.

Su primera militancia sindical fue en el gremio metalúrgico. Por esos años organiza también en los muelles de La Habana, la Liga Antiimperialista de Cuba (fundada en 1925); Defensa Obrera Internacional (ODI), sección cubana del Socorro Rojo Internacional (fundada en 1930). Manuel, cuando empieza a desarrollar actividades clandestinas, por cuestiones de seguridad, para no ser reconocido por la policía, se pone el seudónimo de “Cerdido”, suponemos que esta en relación con el municipio gallego del mismo nombre.

“Por aquellos tiempos – nos cuenta Pedro Leal Peña-  conocí a los compañeros Manuel Porto Dapena y Crisanto Cabaleiro, ambos eran españoles (gallegos) y tenían más o menos mi edad. Porto era aprendiz de herrería y Crisanto trabajaba en una bodega (tienda de comestibles). De noche los dos estudiaban en una academia en La Habana. Un día me propusieron que me matriculara en la academia donde ellos estudiaban. Yo les dije que no sabía leer ni escribir, pues nunca había ido a la escuela y me daba pena empezar a aprender. Tenía yo 18 años de edad y pensaba que los demás se reirían de mí. Me dijeron, que si yo quería, ellos me daban clases y cuando supiera algo podía ingresar en la academia. Así empecé a leer y escribir.  Los compañeros Porto y Cabaleiro tenían siempre como tema en sus conversaciones asuntos sobre la Revolución Rusa y el comunismo, así como cuestiones sindicales. Yo no entendía nada de lo que ellos hablaban, y, como tenía confianza con ellos, les preguntaba qué quería decir este o lo otro, que era el comunismo y que el anarquismo y el trotskismo. Por esa época, vivían en Casablanca todos los viveristas del puerto de La Habana y el que no era comunista era anarquista. Dondequiera que coincidieran unos y otros formaban tremendas discusiones (casi todos los viveristas eran gallegos). Tanto Porto como Cabaleiro, cuando les preguntaba me explicaban con lujo de detalles lo que yo quería saber. Así iba transcurriendo el tiempo y yo empezaba a sentir simpatía por la Revolución Rusa.”

Las cenizas de Mella llegan a Cuba

El 10 de enero de 1929 es asesinado Julio Antonio Mella en México por matones a sueldo de la tiranía de Gerardo Machado. Cuando las cenizas de Mella llegan a Cuba en septiembre de 1933 después de la caída de Machado, se organiza una manifestación para enterrarlas. La manifestación parte de Reina y Escobar donde estaban depositadas y donde se le hacían guardias de honor. Al comenzar la manifestación él ejército abrió fuego sobre ella, produciéndose una cantidad de muertos y heridos. “La gran jornada de las cenizas de Mella, fue una extraordinaria manifestación de masas. La ciudad era prácticamente ocupada por los obreros y campesinos, intelectuales y clase media, en un frente único polarizado por el recuerdo de Mella, quienes daban fe de una actitud antiimperialista, al mismo tiempo que criticaban las vacilaciones del recién ascendido coronel Batista. Tal demostración  fue salvajemente atacada y entre las víctimas  se contó con el joven pionero Paquito González. El Compañero Porto, al frente de los grupos de autodefensa abrió fuego sobre los soldados, logrando infligirles importantes bajas”. (Testimonio Ramón Nicolau).

Otro de los testigos presénciales de aquellos acontecimientos nos narran aquella histórica jornada: “Aquel día después que los trabajadores terminaron de levantar el obelisco donde se iban a depositar las cenizas de Mella en el Parque de Marte (hoy Fraternidad) frente a la calzada de la Reina, nos preparábamos para iniciar la manifestación y como siempre nuestros compañeros empezaron a repartirse a todo lo largo de la calzada que estaba completamente llena, desde Belascoaín hasta el mismo obelisco; en el portal de la casa de Wilfredo Fernández (el testaferro de la dictadura)  en Reina y Escobar estaba el “gallego Porto” con Berta Almeida su compañera; en los altos donde se hallaban las cenizas de Mella nos encontrábamos varios compañeros; como podrán ver claramente, el lugar de más peligro lo tenía el “gallego Porto”. Cuando ya empezábamos a formar para bajar las cenizas se apareció por Escobar toda una compañía de soldados mandados por un capitán y en zafarrancho de combate abrieron fuego sin más acá ni más allá. En ese mismo instante me asomaba al balcón y fue cuando vi, la avalancha de energúmenos vestidos de soldados haciendo fuego y cuando miro para la esquina de Reina y Escobar preocupado por la concentración, veo al “gallego Porto”, rodilla en tierra, repeliendo el fuego con una ametralladora en mano y a su lado Berta con un abrigo muy largo alcanzándole los peines para la ametralladora. El fuego del “Gallego” fue tan certero y nutrido que rompió la formación y el Capitán que iba al frente murió instantáneamente y algunos soldados mordieron el polvo de la calle Escobar aquel día”. ( F. Chao)

Huelga general de agosto del 33

En 1933 Porto fue elegido Secretario General de la Federación de Trabajadores de la Bahía de la Habana.  La oleada revolucionaria que vivía Cuba a principios de los años treinta va a culminar con la convocatoria a la huelga general en el mes de agosto. El principal impulsor era  la Confederación Nacional Obrera de Cuba y el Partido Comunista encabezado por Martínez Villena. Aquella huelga obrera arrastro tras de si a las capas populares, pequeños comerciantes, artesanos, pequeños industriales, con gran participación del campesinados.

Su compañero de militancia F. Chao en un discurso en su homenaje, nos cuenta: “recordamos al “gallego Porto”, ya en el año 1933 en aquellas tumultuosas asambleas de la Federación Obrera de la Bahía de la Habana plagadas de agentes policíacos y provocadores de toda laya, queriendo desacreditarlas y como el “gallego” con aquella voz gruesa que sin forzarla se hacia oír, pero de que manera se hacia oír nuestro “gallego”, cuando lentamente se iba poniendo de pie según machacaba los falsos argumentos de los vendidos de la patronal, con que nitidez lo recordamos con aquella su descomunal estatura, imponiendo su tremenda personalidad y como le brillaban sus profundos ojos negros llenos de autoridad cuando, echándose hacia delante en la mesa o tribuna, consultaba a la masa trabajadora.

¿Compañeros están de acuerdo? A esta consulta a la asamblea, siempre sus compañeros portuarios respondieron con atronadores aplausos…”

En los últimos días del Gobierno de Grau del 12 al 16 de enero de  1934 se realiza en Estadio Cristal el IV Congreso Nacional Obrero de Unidad Sindical convocado por la Confederación Nacional Obrera de Cuba. Asistieron 2.400 delegados en representación de 400.000 obreros organizados.  Porto Dapena formo parte del Comité Ejecutivo Confederal  en representación de la Federación Obrera de la Bahía de La Habana y Sindicato de Obreros Metalúrgicos de Casa Blanca, entre los miembros destacados  también estaba Lázaro Peña del Sindicato de Torcedores de La Habana. En este congreso se resolvió la adhesión a la Internacional Sindical Roja. El Congreso  expreso la firme  posición del movimiento obrero contra la guerra imperialista y en la defensa de la URSS. El Congreso finalizo el  16 de enero con la triste noticia del fallecimiento por  tuberculosis del líder obrero y comunista   Rubén Martínez Villena.

El 20 de octubre de 1934 el periódico “Ahora” nos daba la noticia de la detención de Manuel Porto “Obreros detenidos.- Agentes de la Sección de Investigaciones arrestaron ayer a los obreros Manuel Porto, Berta Almeida, de Pérez, Justo Mon. Díaz, Mario López Rodríguez, todos pertenecientes a la CNOC, por acusárseles de agitadores comunistas”.

Las huelgas del 35

Por su participación de las huelgas de marzo de 1935 es detenido y juzgado en los “celebres” Tribunales de Urgencia y condenado a prisión. Fue  enviado al Castillo del Príncipe. Cuando sale de la cárcel está gravemente enfermo de bronconeumonía temiéndose por su vida. La prensa relata la detención:

“Manuel Porto Dapena, destacado líder comunista, preso por la Policía Nacional.- Pertenece a la L.J.C. además como delegado al Pleno de la Conferencia Nacional Obrera de Cuba (CNOC).- Se le acusa de ser dirigente de todas las huelgas registradas en los muelles. También se le acusa de la muerte de Capitán Hernández Ruda, hecho ocurrido durante el entierro de las cenizas de Mella”. “El Crisol” viernes 22 de marzo de 1935.

Un compañero de prisión de nombre Francisco Cruz Roque “el Isleño” recuerda aquellos días en prisión: “estuve preso con Porto en el Castillo del Príncipe cuando la huelga de marzo del 35. “El gallego” era hombre de pocas palabras pero de mucha acción. Recuerdo cuando se enfrento resuelto al Capitán jefe del Penal ¡Que coraje tenía ese Porto! Recuerda “El Isleño” la comida tan llena de gusanos en aquella prisión y tantas cosas…”

Durante las distintas detenciones estuvo sujeto a expedientes de expulsión. Los distintos gobiernos dictatoriales intentaron expulsarlo como lo hicieron con otros extranjeros, entre ellos el gallego Rego López o el canario José Miguel Pérez, fundadores del primer PCC.

Con el estallido de la Guerra Civil española  Porto da Pena se pone al frente de la tarea partidaria de reclutar combatientes, para integrar las brigadas internacionales. Entre los voluntarios había nacionalistas de izquierda, comunistas, incluso ex oficiales del ejército. Así fue como 850 voluntarios partieron para dar su vida por la libertad de España. En esa etapa intima su amistad con Alberto Sánchez Menéndez, quien muere posteriormente en la guerra civil heroicamente con el grado de Comandante.

La incipiente organización armada

Con la represión desatada después de la huelga general revolucionaria de marzo del 35, el Partido Comunista, junto a los grupos revolucionarios liderados por Antonio Guiteras y sectores importantes del recientemente fundado Partido Autentico comenzaron a realizar acciones conjuntas contra el régimen. Se planearon una serie de actividades, como sabotajes a industrias importantes, a puestos militares y policíacos, acopia de armas. También se programaron acciones  de expropiación de dinero con destino a los fondos del Estado Mayor del Ejercito Liberador, que era la organización insurreccionad dirigida por el Partido Comunista. El “Gallego Porto era parte de ese Estado Mayor.

Se casa con Berta Almeida

Dirigiendo la huelga del gremio de almacenes conoció a Berta Almeida, militante comunista como Porto. Ella también era una mujer con valentía y muy entregada a la causa comunista: durante algunos años conviven sin casarse inclusive ambos fueron detenidos y enviados a prisión. Al salir de la cárcel se casa y en 1936 tienen a su hija Liliam.

Su compañera Berta nos cuenta: “Pasamos muchas necesidades y su alimentación era escasa dependiendo muchas veces de que las bodegas (tiendas de comestibles) de Casablanca nos fiaran. Porto no tenía un alto grado de escolaridad pero tenía un ansia grande de superación. Se aprestaba ya a comenzar a estudiar por correspondencia, para hacerse mecánico electricista.”

Al llegar de la militancia todavía le quedaba tiempo para estar con su hija pequeña, a la cual llevaba en sus brazos hasta un patio que había en la casa, donde  tenía dos tanques de niquelar y se ponía durante unas horas a realizar este trabajo, que le permitía ganar un dinero extra. Berta también compartía las ideas comunistas de su compañero, cuando podía también participaba de las reuniones del partido, casi nunca se perdía un acto o una manifestación. Ella era la mayor apoyatura que tenia Porto para poder realizar su actividad sindical y política.

En los comienzos del año 37, la situación política fue permitiendo la constitución del Comité Pro- Primero de Mayo que presidía José María Pérez. Porto formo parte de este comité de donde surge más tarde la Federación de Trabajadores de la Provincia de La habana y la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC)

En el año 1937 crea la Hermandad del Mar para recibir y realizar trabajos solidarios con los marinos de todos los países que tocaban el puerto de La Habana.

Cuando el Partido Comunista consigue la legalidad, fue uno de los primeros en recibir el carné correspondiéndole el numero 65.

El 16 de enero de 1938, el Comité de Unificación Obrera de la Habana, celebró una asamblea con la asistencia de 150 delegados, representativos de la mayoría de las organizaciones obreras de la capital y del interior de la provincia, incluidas seis centrales azucareras, en la que aprobó la convocatoria a un congreso provincial para los días 18, 19 y 20 de marzo del propio año, con el objeto de constituir la Federación de Trabajadores de la Provincia de la Habana.

En Congreso se realizo en la fecha señalada después de una ardua tarea organizativa. Participaron en total 130 organizaciones y 260 delegados sindicales. Fue la primera vez en la historia que se juntaron dirigentes de las más diversas posiciones políticas. Allí estaban desde dirigentes reformistas como Ramón Granados (electricistas), Alfredo Padrón (portuarios), José Enseñat (fogoneros), Ramón León Renteria (marítimo) etc. Hasta dirigentes comunistas José Maria Pérez (chóferes) Juan Conde Nápoles (metal) y Manuel Porto da Pena del sindicato de Metalúrgicos y Obreros de Varadero de la Bahía de la Habana.

En este Congreso se adopta un programa de reivindicaciones sociales entre las que figuraban: el derecho de huelga y de libre organización sindical; la derogación del decreto ley Nº 3 contra las huelgas; la inamovilidad obrera, el derecho al trabajo y un seguro social para los desempleados, igualdad de condiciones laborales para todos los trabajadores, sin distinción de raza, edad o sexo; la inmediata convocatoria de la Asamblea Constituyente, y por una Constitución que consagrara los principios democráticos e incorporará las conquistas y derechos fundamentales de la clase obrera.

Sus compañeros lo recuerdan durante el II Congreso de la CTC que se celebro en los jardines de la Tropical, en medio de las amenazas de división, con la presencia de casi 2.000 delegados y la de un  pequeño  grupo que no superaba los 60, intentaron romper el congreso. Allí nuevamente el papel de Manuel Porto y su grupo de orden fue decisivo para garantizar aquel histórico congreso.

Por aquellos tiempos los gobiernos intentaban aplastar a las huelgas utilizando a los llamados rompe-huelgas. En esa época llamar a un trabajador rompe-huelgas era un verdadero insulto. La realidad era que muchos trabajadores necesitados y sin conciencia de clase eran utilizados contra sus propios compañeros. Es así como los huelguistas crearon los llamados Comités de Estaca, que eran los encargados de evitar que estos trabajadores fueran a trabajar como esquiroles. Manuel Porto se había ganado la fama de destacado integrante de estos comités. Su contundente acción había dejado durante diez años de militancia, su marca en la cabeza en centenares de rompe-huelgas.                                                                                                                                                             

En los primeros meses del año cuarenta impulsan la creación del Club Mella, era un club integrado por comunistas que tenía sus instalaciones al margen del río  Almendares. A parte de sus actividades sindicales y su valentía, su capacidad política, -a veces un poco temeraria – lo llevo a ocupar la máxima responsabilidad en la Autodefensa del Partido, siendo elegido Secretario de la Comisión de Orden del Partido Comunista.

Su tarea era garantizar la seguridad y la protección de la vida de los dirigentes del Partido, de los sindicatos, de las reuniones y congresos del Partido y de la CTC. También la seguridad de las manifestaciones y los desfiles obreros. Sus compañeros lo recuerdan los 1 de mayo, desde muy temprano tomando medidas. Estaba en todas partes. Con su andar lento pero seguro, su mirada penetrante. Su cuerpo fornido y su altura imponían respeto hasta a los más guapetones.

El 29 de septiembre de 1940 decide pasar el día con su compañera Berta y Lilian su hija, de tan solo 4 años, en el Club Mella. Aquel día fue la despedida, fue la última reunión familiar, parecía que intuía que su vida corría peligro.

La bala asesina

Los grupos de la ultra derecha estaban a la caza de líder proletario, no le perdonaban su valentía temeraria, se había convertido en un símbolo que gozaba de su propia leyenda. El 30 de septiembre de 1940 estaba convocado un acto en el Teatro Principal de la Comedia, donde se celebraba una velada en honor del líder estudiantil Rafael Trejo:

“Aquella noche cuando llegamos al teatro lo tenían cerrado las pandillas gansteriles que estaban dentro armados hasta los dientes. Ante esta situación, empezamos a empujar la puerta; ellos la abrieron de pronto y nos recibieron a piñazo limpio. Nosotros respondimos en la misma forma y se generalizó una bronca de piñazos y patadas de proporciones multitudinarias; como esto estaba sucediendo en una parte del portal y del vestíbulo, nosotros quedamos frente al pasillo central ya que nuestra gente estaba orientada a copar los laterales de las lunetas para poder así proteger a todos los asistentes, pero resulto que allí no estaban más que aquellos agresivos pandilleros.

Por eso fue que Porto y yo vimos como el “Colorado”, el tristemente célebre Orlando León Lemus, levanto el brazo armado e hizo el primer disparo. Como era lógico, esto provoco que en el acto se formara un tiroteo general. En ese momento, el “Gallego” sacando su pistola y sin mirarme siquiera me dijo: ¡Fuego macho, que nos matan estos hijos de …!”

Allí, hombro con hombro, estuvimos haciendo fuego a todo lo que se movía, hasta que llego la policía: cuando observe tantas chaquetas azules, me vire para el “gallego” y no lo vi, después supe que se sintió herido y que unos compañeros lo recogieron y lo llevaron al hospital aún con vida”. Testimonio F. Chao.

Según otros compañeros que presenciaron la situación el “Gallego” estaba  de pie, firme, disparando su pistola Star, hasta que una bala le penetro en su cuerpo.

Aun después de herido de muerte, conservó su aplomo y su entereza y se supo mantenerse erguido, firme, estoico, como un roble gallego.

Con una bala en el hígado Porto continuo caminando y continuo disparando y cuando entrega su pistola a “Nico”, el compañero que lo acompaña en un auto hacia el hospital “Calixto García”, su preocupación es que el compañero sacara el peine de la pistola y sacara las balas del directo, para evitar algún accidente. Pocas horas después el “gallego” fallecía en el hospital. Su cadáver fue velado en el local del Sindicato de Dependientes de Almacenes en la calle San Ignacio. La policía se hizo presente intentando detener a los trabajadores que acompañaban el féretro. El entierro fue seguido por una grande multitud de obreros. Blas Roca, Secretario General del Primer Partido Comunista, fue el encargado de despedir sus restos, con voz emocionada pero enérgica dijo: “Ya vendremos algún día, Porto Dapena, a traerte una hoz y un martillo bien rojos”.

En el momento de su muerte Manuel Porto Dapena era el Secretario General de los Trabajadores del Puerto de La Habana.

El escritor Xosé Neira Vilas en su semblanza sobre Manuel Porto incluye unas estrofas que escucho cantar a una vecina de Casablanca:

Luchaba el “gallego” Porto

Contra todos los cabrones,

Era un hombre que tenía

Bien puestos los pantalones.

Y luego continuaba:

Una bala criminal

A Manuel Porto mató

Pero su ejemplo está vivo,

El pueblo no lo olvidó.

Liliam Porto Almeida, que tenía solo cuatro años a la muerte de su padre, recuerda de él, su alta figura y lo cariñoso que era con ella. Siguió sin embargo el ejemplo de su padre. Cuando se desarrollo la huelga del 9 de abril de 1958, Lilian que trabajaba en “La Sortija”, lograra junto al militante comunista (Alfredo) Gamonal, lanzar a la huelga no solo a La Sortija, sino también “El Telar” y “Cadavid”.  Con el fin de obtener armas suficientes para atacar distintos objetivos oficiales se planteo asaltar una armería situada en la calle Mercaderes, para desde allí partir en un camión y repartir las armas robadas para ser distribuidas entre los milicianos. Un grupo de cinco combatientes realizarían el asalto, mientras que otros grupos comandos  bloquearían el transito por las otras calles colindantes. A las 11 de la mañana, al radiarse el llamamiento a la huelga comenzaron a detonarse explosiones y acciones de sabotaje. Los simpatizantes del Movimiento 26 de julio realizaban asambleas para movilizar a los trabajadores. Lilian formo parte de un piquete huelguístico intentando que los comercios pararan esa mañana. El día anterior había proporcionado información para que el M. 26 de julio pudiera apoderarse del camión de su empresa, para realizar el asalto a la armería. Así fue camión el camión de “La Sortija” fue robado por el grupo comando y trasladado hasta la armería. Al abandonar el lugar a toda prisa con las armas, los milicianos del M. 26 de julio chocaron al doblar una esquina y quedaron atrapados. Cuatro de los cinco integrantes del comando cayeron y las armas fueron recuperadas por la policía.

Bibliografía consultada:

Manuel Porto Dapena, Comunista ejemplar, Arquímedes Poveda Godínez. Inédito.

Palabras sobre el recuerdo de Manuel Porto Dapena. Palabras pronunciadas por Ramón Nicolau, en los Talleres Marítimos de Casablanca, en conmemoración del 36 aniversario del asesinato del compañero Manuel Porto Dapena.

Semblanza de Porto Dapena en su  36 aniversario realizada por el Sindicato Nacional de Trabajadores de Marina Mercante y Puertos.

F. Chao, Discurso semblanza de Porto Dapena, 30 de septiembre de 1977.

Historia del Movimiento Obrero Cubano (1865-1965) tomo I y II. Editora Política, la Habana , 1985.

Xosé Neira Vilas, Galegos que coitaron pola independencia de Cuba, Edicións do Castro, A Coruña 1998.

Erasmo Dumpierre, Julio Antonio Mella. Editorial Orbe, La Habana 1975.

Olga Cabrera, Alfredo López, Maestro del proletariado Cubano.  Editorial de Ciencias Sociales, La Habana1985.


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