Abel Ros •  Opinión •  12/12/2016

El vertedero

Como sabéis, ya no escribo en otros medios. Solo lo hago aquí, en mi Rincón. Un Rincón que cada día pierde lectores y que, al final, cerrará sus puertas, como lo hacen cada año miles de bitácoras. Este blog pierde lectores, como les digo, porque sin línea editorial definida, los consumidores no están acostumbrados a sentir las piedras sobre su propio tejado. La gente – le decía el otro día a Joaquín – no lleva bien que el pensamiento crítico entorpezca su camino. Así las cosas, la prensa escrita se ha convertido en un cortijo de escritores populistas.Periodistas, la mayoría, sujetos al periodismo de partidos. Un periodismo que cuenta lo sucedido conforme al prisma ideológico de sus lectores de kiosco. A través de la escritura, he conseguido asomarme al vertedero. Desde la ventana, he visto lugares inundados de maleza, de influencias y censuras. En el vertedero, el talento se diluye como lo hace una aspirina en el vaso del leproso.

Al principio, escribía horas y horas desde la soledad de mi despacho. Sacrifiqué momentos de dedicación a los míos. Mi sueño era convertirme en alguien como Saramago u otro pensador de renombre. Un sueño difícil de lograr para un anónimo de la vida, sin padrino y sin dinero en la España del ahora. Aún así, todavía sigo derramando litros de tinta en la blancura del pergamino.  Durante estos años, he colaborado con varios medios. He sido cómplice de lo que se cuece detrás de una prensa decadente, miedosa y dependiente. Miedosa, por no saltarse las reglas del guión establecido. Dependiente, por tener sus cadenas amarradas a los puertos del dinero. Durante este tiempo, he sentido la frustración que sienten los presos cuando su pena se alarga al final de la condena. He avistado, durante días, las secciones de opinión de periódicos conocidos. Días de desengaño, tras comprobar que la tribuna que escribí con tanta pasión y sacrificio, fue arrojada al cubo de la basura.

En el vertedero, he visto como otros han ninguneado mis ideas y acto seguido han escrito artículos parecidos. Entre la maleza, he conocido gente grande escribiendo como mediocres y «gente mediocre» escribiendo como grandes. Gente, que de puertas para afuera, ha criticado a un partido y de puertas para adentro ha elogiado sus políticas. En el vertedero, me han ofrecido colaboraciones a cambio de las gracias. Y, en el vertedero, he visto a muchos pseudoescritores juntar letras peor que un ni-ni de Zapatero, de esos que la prensa puso a parir por un informe de la OCDE. Por todo ello, y mucho más, escribo al margen del sistema. Escribo en la tierra de nadie, como diría alguien del medievo si me oyera. Escribo para abstraerme de un engranaje que silencia a las feas del rebaño. Un sistema de oligarcas y camarillas donde la opinión libre, plural e independiente se convierte en un problema para el conjunto del decorado.

Fuente: http://elrincondelacritica.com/2016/12/07/el-vertedero/


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