Adolfo Pérez Esquivel •  Opinión •  11/11/2019

Defender la libertad y la soberanía es lo más saludable para América Latina

El golpe de Estado que intentan hacer contra Evo Morales viene de lejos, fue provocado por los sectores bolivianos que siempre repudiaron su gobierno, pero está respaldado por la embajada de Estados Unidos. Además de esperar una resolución de las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos, con suma valentía, Evo llamó a elecciones para ratificar que una y otra vez está donde está porque lo decide el pueblo. Justamente para impedir eso y tapar los acuerdos paralelos que están haciendo algunos militares proclives a Estados Unidos, se están armando esos «disturbios» que vemos por televisión.

Pero esto no es un ataque empecinado contra Evo, tenemos que poder hacer una lectura más profunda: Estados Unidos está buscando todos los mecanismos posibles para continuar con la colonización social, cultural, territorial y económica. Se trata de las políticas que se definen para América Latina, son estrategias para vaciarnos, se llevan recursos tan básicos como el agua. Y eso es inadmisible porque los recursos pertenecen a los pueblos. Le temen a la posibilidad de que nuestros países puedan desarrollarse con soberanía, que vemos perfectamente reflejada en ejemplos como el plan Panamá, el plan Colombia, la triple frontera, la reactivación de la cuarta flota y la base militar británica en las Islas Malvinas. Pero también la acumulación de una Deuda Externa impagable es hasta inmoral. Son esas cadenas que no vemos, pero están.

Justamente ayer volví de Chile y realmente no puedo asimilar niveles tan tremendos de violencia. Hay cantidad de muertos, mujeres violadas, menores detenidos y aislados, gente que se quedó ciega por los perdigones. Así como está sucediendo en Ecuador, Brasil, Haití, son violaciones constantes a los Derechos Humanos, es una falta total de respeto a la vida. Pero nada es casual. Así como buscan derrotarnos y adormecernos, Lula estuvo preso en connivencia con la Corte Suprema y una guerra judicial impuesta desde el pentágono. Su liberación fue un logro de la lucha social a nivel mundial.

Las resistencias populares en Bolivia están defendiendo su libertad y su autodeterminación. Y eso es lo más saludable no solo para ellos, sino para toda América Latina. Por eso no debemos callarnos, es necesario denunciar todos los intentos de desestabilización para que nunca más haya una masacre que sea un baño de sangre del pueblo.

No podemos claudicar: elegimos ser hombres y mujeres libres o somos una colonia sometida a los intereses del imperialismo y de las grandes empresas. Queda una fórmula para seguir: unidad, resistencia en la diversidad y objetivos comunes que nos guíen. Los pueblos tienen que seguir en pie, esperanzados, luchando por la soberanía y el derecho a vivir con dignidad.

* Por Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz.


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