Gerardo Szalkowicz •  Opinión •  07/12/2022

Nadia Fink: “Mirar al fútbol como un juego pero también como un lugar de identidad”

La escritora y comunicadora analiza lo que está dejando el Mundial de Qatar dentro y fuera de la cancha. Una mirada sobre la copa, y la relación entre el fútbol y la política, desde el feminismo popular.

Nadia Fink: “Mirar al fútbol como un juego pero también como un lugar de identidad”

Dicen que dicen que con sólo un año y medio ya recitaba la formación de la Selección argentina en el Mundial ´78. A los 6 miraba los partidos panza abajo con una libreta y “anotaba cositas del partido” y a los 9 desembarcó en la ciudad argentina de Rosario y adoptó para siempre su pasión por Newell´s, uno de los principales equipos locales. Ese es el origen futbolero de Nadia Fink, comunicadora, escritora y creadora de Chirimbote —editorial independiente y autogestiva— y su colección “Antiprincesas y Antihéroes”, que en 2015 revolucionó la literatura infantil narrando historias como las de Frida Kahlo o Juana Azurduy y desmontando los paradigmas hegemónicos.

El Mundial de Qatar la encuentra mirando casi todos los partidos, analizando lo que pasa dentro y fuera de la cancha, con la casaca argentina a flor de piel pero parada siempre desde el feminismo popular; gritando los goles de la Scaloneta y también visibilizando los repudios a los jeques antiderechos y a la FIFA corrupta.

En esta charla con ALAI, Nadia nos comparte sus sentires y pensares sobre el derrotero de esta copa del mundo y más allá: su visión sobre esa engorrosa relación entre el fútbol y la política. Explica su devoción maradoniana y su admiración por Marcelo Bielsa y todos los que “toman postura, hacen escuela y piensan más allá de los 90 minutos en los que la pelota rueda”; y se pone la camiseta de quienes “le ponen acción, pluma y corazón para hacer un mundo más justo”.

-¿Cómo evalúas las maneras en las que se están procesando las múltiples opresiones que se viven en Qatar y el esquema de corrupción de la FIFA que llevó a realizar allí el Mundial?

-Claro que genera contradicciones desear un Mundial, saber lo que significa para cada país, y sobre todo para los sectores populares, y ver que se realiza en un lugar donde los derechos de mujeres, niñeces y comunidad LGBTQI+ no son los mismos que tenemos en otras regiones y, sobre todo, acá en Argentina.

Acuerdo con generar reclamos. Esa es la militancia que muchas personas llevamos a diario, pero sí me genera sorpresa (y no de la buena) que se exacerben las denuncias ahora durante el Mundial. Me parece importante tener en cuenta en qué circunstancias se dieron otras competencias para que no recaiga el señalamiento sólo en Qatar: desde el Mundial 1978 en la Argentina del terrorismo de Estado hasta la Copa América 2021 hecha en plena pandemia y donde Brasil terminó siendo sede por el negacionismo de Bolsonaro y su falta de compromiso con la salud de su pueblo.

Sin embargo, es cierto que desconocemos la cotidianeidad de Qatar, mucho de su cultura y de sus entramados sociales, por lo que sería bueno tener en cuenta este no respeto por los derechos humanos durante todo el año. Y sostenerlo. El país árabe fue designado como sede en 2010 (¡hace 12 años!) e incluso hubo investigaciones que ya daban cuenta de que habría al menos 5 mil trabajadores muertos porque había que generar toda una infraestructura que no existía.

La corrupción fue denunciada y comprobada en su momento e incluso se llevó puesto a Joseph Blatter, entonces presidente de la FIFA, y a Michel Platini, entre otros. Pero la sede fue confirmada a pesar de los millones que se pagaron de coima para que fuera sede un país con nula tradición futbolera. Es importante repasar la historia, ver dónde se ponen las energías de denuncias y de activismo para que no se trate de un mes que pasa volando y donde el mundo entero está pendiente de lo que sucede en la competencia.

-¿De qué manera visibilizar, desde un feminismo popular, la falta de derechos para las mujeres y la comunidad LGBTQ+ en Qatar sin caer en clichés naif o anti-fútbol?

-Además de lo que mencionaba, también es notable cómo este Mundial tiene mucha mayor cantidad de relatoras y comentaristas e incluso árbitras. Por primera vez en un Mundial un partido (Alemania-Costa Rica) fue dirigido por una terna arbitral femenina, algo histórico.

Este es el escenario de muchos países que van moviendo los límites de participación y visibilización de las mujeres. Creo que nuestra lucha contra toda violencia por cuestiones de género es cotidiana. Y cuando digo “nuestra” hablo por mí y tantas compañeras y compañeros que le ponen acción, pluma y corazón para hacer un mundo más justo. También hay gestos como brazaletes con la bandera del orgullo, una irrupción en la cancha con la misma bandera, jugadores de rodillas con la boca tapada y crónicas o entrevistas a periodistas que están allá y que dan cuenta de la falta de derechos.

También sucede que todas esas personas que están allá y sus gestos y formas de vivir cotidianas generan disrupción en la vida de les habitantes. Habrá que tener en cuenta qué ecos quedan para ver si algo de eso prendió en la sociedad qatarí. Y, por otro lado, sacar el foco de la competencia no ayuda porque es un momento donde el juego sucede, donde las decisiones se toman demasiado arriba (repito, lo de la sede de Qatar sostenida a pesar de que se comprobó el hecho de corrupción) y tenemos que aprovechar esos espacios masivos y populares para transmitir nuestros mensajes.

-Soles destacar a figuras como Maradona o Bielsa, a quien sumaste con mucha audacia a la colección infantil. ¿Qué miradas rescatas de ellos (o de algunxs otrxs) en relación a esa compleja relación entre el fútbol, la pasión y la política?

-Creo que es importante mirar al fútbol como un juego, pero también como un lugar de identidad, donde conviven (como en ningún lado) y comparten las diferentes clases sociales, y tener en cuenta que hay quienes juegan y disfrutan del éxito y quienes, además, toman postura, hacen escuela y piensan más allá de los 90 minutos en los que la pelota rueda.

Maradona denunció históricamente a la FIFA y, de hecho, era una mala relación mutua. También intentó organizar un sindicato de jugadores para darle valor a ese trabajo cotidiano y alejarlo de quienes lucran desde los escritorios. Hoy estaría gritando a los cuatro vientos toda falta de derechos mientras disfrutaría un partido de fútbol, claro. Por otro lado, creo que es una copa en la que se ven muchos guiños “bielsistas” de cómo jugar: desde la presión bien arriba que cada vez es más significativa, los técnicos que fueron dirigidos por Bielsa o que toman algunas maneras de relacionarse con la prensa (como es el caso de Luis Enrique, el DT de España, que solo habla por streaming y redes sociales), hasta lo que sucede con la Selección argentina, con tres ex dirigidos por Bielsa –Scaloni, Aimar y Samuel– que lo mencionan cada vez que pueden. Jugadores y cuerpo técnico hablan de que hay que volver a disfrutar del juego, de la presión que le significa el (cada vez peor) periodismo deportivo, de generar espíritu de grupo, de proteger el estado de ánimo.

-Yendo a lo estrictamente futbolístico, ¿Cómo estás viviendo el Mundial? ¿Qué particularidades o novedades crees que está aportando?

-Por un lado, la emoción de vivir un Mundial de fútbol masculino, con lo que nos genera cada cuatro años (bueno, cuatro y medio en este caso), la ilusión de tener un equipo que llegó muy querido por la gente, el primero sin el Diego en este plano… son muchas sensaciones y también, por cuestiones laborales, tengo la posibilidad de ir mirando casi todos los partidos, lo que genera que vaya conociendo los equipos, siguiendo los fixtures, etc.

Una de las novedades de este Mundial es la aplicación del VAR y la tecnología milimétrica, que creo desvirtúa un poco el sentido del fútbol. Y lo principal para destacar es que hubo varios “batacazos” respecto de equipos que no tienen tanta historia futbolística contra grandes potencias que llegaron como candidatos seguros, pero que la tuvieron que luchar más de lo esperado. La desfachatez de algunos equipos como Senegal o Camerún, que nos recuerdan por qué se originó este juego, la sorpresa de Estados Unidos, que se va perfilando como un equipo con posibilidades futuras, la aparición de jugadores más jóvenes que sorprenden en lugar de las figuras más consagradas… Da la sensación de que ya no hay sólo potencias y equipos pequeños, sino que se llega con compromiso y deseo de desnivelar lo establecido.

Fuente: https://www.alai.info/nadia-fink-mirar-al-futbol-como-un-juego-pero-tambien-como-un-lugar-de-identidad/


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