Marcos Ferrero •  Opinión •  05/05/2021

España camina hacia la idiotez moral y la banalidad del mal

Madrid, y en definitiva, España, está llena de obreros que votan a sus verdugos. Una vez más se ha confirmado que en Madrid construyó su feudo el fascismo. La barbarie se ha vuelto a imponer sobre la decencia, y el idiotismo sobre la inteligencia. España ha pasado del analfabetismo al semianalfabetismo, pero sigue ciega de intuición y conciencia. Madrid y España ha visto en directo y en color como el neoliberalismo ha dejado morir discriminadamente (asesinado) a ancianos en pandemia, visto salir del armario al fascismo y amenazar de nuevo con la armas si la izquierda alcanza la verdadera gestión política. Robar y expoliar por doquier, y como se le han recortado y niegan derechos fundamentales, laborales y constitucionales. Aun así, los trabajadores votan cervezas en lugar de sanidad. Corrupción y fascismo en lugar de democracia e igualdad. A España le da miedo la libertad y la democracia. No quiere amar al prójimo y ser solidaria, prefiere el egoísmo individualista y las múltiples formas de tiranía. España, no quiere ser libre. España no quiere amar. España, quiere un amo, y si es posible, el más tirano.

El poder financiero con sus armas del neoliberalismo y fascismo, y con las cloacas y medios de comunicación incluido en ellas, a logrado frenar la nueva oportunidad de las clases trabajadoras y clases medias, y se ha impuesto, otra vez, la corrupción neoliberal fascista. Madrid ha vuelto a gritar. ¡Vivan las cadenas. Muera la inteligencia!.

Las armas de momento, volverán al armario, mientras funcione la manipulación no será necesaria la sangre. España decide seguir caminando hacia el idiotismo moral y la banalidad del mal. Prefiere fascismo a democracia, cerveza a libertad.

El fascismo es una ideología que florece entre la psicopatía y la idiotez moral. Puede haber mínimas particularidades que sean psicópatas, pero en términos generales la dolencia común es el idiotismo moral.

Personas frívolas que desdeñan la moral y banalizan el mal. La psicopatía les abre la puerta de la pulsión de muerte, y la idiotez moral les abre la puerta a la banalidad del mal. Ambas se comunican, son, una, vaso comunicante y herramienta de la otra y viceversa. Sin idiotez moral no hay banalidad del mal y sin banalizar el mal no puede actuar la pulsión de muerte. Sin estas conjugaciones que además no son espontáneas, sino educativas e interesadas, no da lugar para abrazar el crimen.

Entonces, cómo podemos combatir o actuar ante esta cosa tan horrible que es el fascismo. Ante el fascismo solo se puede actuar con belleza. La belleza, como decía Platón y hablando en sus términos, es el camino del Bien, la Verdad y la Justicia. La luz. Sin embargo, la fealdad, lo horrible; es el camino del mal: la mentira, el odio, el racismo, la xenofobia, el machismo, la ira, la violencia, el crimen, la guerra y la muerte. En definitiva, la oscuridad.

La luz es el lugar donde no todo vale, solo valen las cosas bellas. Contrariamente, la oscuridad es el lugar donde vale todo. Menos lo bello. No hay nada bello en lo oscuro.

La belleza solo se encuentra en el amor y la concordia, en la convivencia, en la virtud, la verdad y la justicia. Por estos motivos lo bello es de virtuosos. Y por eso mismo el fascismo no es bello. En él solo anidan malas personas e idiotas morales. Los tiranos, los que les alientan y los que miran hacia otro lado.

En la democracia solo anidan las buenas personas y virtuosas porque la bondad, no es una debilidad. Es una fortaleza y una virtud.

Asimismo, que el periodismo acepte las reglas de juego implantadas por el poder del fascismo económico hasta niveles alcanzados, es categorialmente una impostura. Con el agravante de que se acepta con ella la banalización del mal que estudió y denunció Hannah Arendt que aquí denunciamos y que explica de modo claro y pormenorizado en su obra Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal.

Con lo que estamos viviendo en la actualidad, se está diciendo implícitamente que el juicio en Jerusalén contra el nazi de las SS Adolf Eichmann fue una comedia o mucho peor aún, que se oponen a su sentencia y le vengarán. El periodismo español en lugar de estar vigilante y frente a esto, está siendo cómplice sirviendo de amplificador.

Eichmann, después de ser estudiado por al menos siete psiquiatras diferentes y otros tantos psicólogos, se concluyó que era una persona normal, y hasta ejemplar para con su familia. Con lo que no sufría ninguna enfermedad mental. ¿Qué le llevó entonces a odiar y asesinar a millones de otras familias que no eran la suya, mujeres, niñas y niños incluidos?

El argumento del genocida nazi que asesinó en el holocausto a millones de judíos, comunistas, anarquistas, gitanos, gays, deficientes y tullidos; fue el siguiente: solo cumplía con mi deber (cumplir las ordenes del führer, líder, jefe, caudillo). La filósofa Hannah Arend concluyó que lo que sufren estos sujetos es idiotez moral. (De Adolf Hitler se cree que era psicópata, aunque no se le pudo estudiar al no ser encontrado con vida).

El periodismo español de nuestros días en una exhibición de impostura, está aprovechando el periodo de postverdad para inundarlo todo de mentiras y bulos informativos. Están sometiendo a la población al relativismo absoluto y la banalización del mal a través de un ejercito de idiotas morales que dicen ser periodistas y que solo cumplen con su deber.

Sin embargo, no solo confunden el fundamento axiomático del periodismo, el derecho a la información, un derecho fundamental inalienable. Sino que también confunden el concepto del “deber”. Por encima del deber de cumplir órdenes está el deber deontológico profesional y moral. La orden no está por encima del deontologismo, ni por encima de los derechos fundamentales, humanos, ni constitucionales, y por tanto, tampoco por encima del derecho a la información, derecho a la Verdad. No hay información en la mentira. En la mentira hay manipulación y engaño, estafa y robo del derecho a conocer y saber. La mentira y el bulo es una impostura categorial que está llevando a cabo el periodismo de nuestro tiempo ya de manera obscena. Un atropello y un atentado contra la democracia y la humanidad.

España camina hacia la idiotez moral y la banalidad del mal, y los medios de comunicación aplaude esta tiranía y están ejerciendo de amplificador y teatro para que se lleve a cabo la catarsis del estallido social.

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