Eduardo Andrade Bone •  Opinión •  04/04/2019

La droga y los voladores de luces de Sebastián Piñera

Dentro de las diversas encuestadoras ideológicamente de derecha que se emiten en Chile (Cadem, Adimark, CEP, Criteria Research+-), el ciudadano de a pie viene manifestando su preocupación por el crecimiento gradual de la actividad delictiva en sus diversas expresiones, además del alto consumo de drogas en la población chilena.

Para tales efectos el imputado actual mandatario, Sebastián Piñera, ha levantado la bandera del programa “Elige vivir sin droga”, así como el proyecto de ley de “control policial preventivo entre los 14 y 18 años” que pretende aplicarse en los barrios populares del país y que viola sistemáticamente los derechos humanos del niño”. 

Sebastián Piñera en su primer gobierno, hablo de poner fin a la “puerta giratoria”, que permite que los delincuentes entren y salgan de prisión rápidamente. Es más, en su primera administración fue la época en donde más delincuentes obtuvieron su libertad, así que eso de la puerta giratoria de Piñera y compañía, no fue más que un volador de luces y producto de su propia demagogia política. 

Lo cierto, es que el sistema capitalista criollo y su expresión neoliberal, ha sido el gran gestor del aumento de la actividad delictiva en el país y en la introducción de la droga, además en un país con tanta desigualdad social, extrema pobreza, pobreza, pobreza encubierta en los sectores sociales de estratos medios, con salarios y pensiones de sobrevivencia y una población altamente endeudada (70%) en créditos de consumo, han sido los resultados en beneficio de políticas económicas que favorecen al 3% más rico del país. 

También tenemos el crecimiento de la delincuencia de “cuello y corbata”, de grandes empresarios y de los altos mandos de las instituciones militarizadas chilenas, todo herencia de la dictadura y su modelo económico salvaje y depredador. También habría que sumarle a una parte de la elite política que se ha visto involucrada en actos de corrupción y que tiene a los chilenos muy alejados de la política, pues la decepción y el descontento es cada vez mayor. En donde además, los Tribunales de Justicia no son una excepción, pues suelen ser aliados de las actividades delictivas diversas que ocurren en el país. 

 De allí que la inseguridad ciudadana campea por todo el país (metro, calle, buses), el ejemplo más notable de esto es que las mujeres y también los hombres, deben andar al cuidado permanente de sus carteras o mochilas, aferradas en el pecho y no de forma normal, como solía ser antes. Salir a los sectores neurálgicos de la capital chilena o de las grandes ciudades (Antofagasta, Valparaíso, Concepción y otras), es exponerse abiertamente a la actividad delictiva. Una ciudadana chilena me decía en tono de broma, que Chile se parecía cada vez más a Ciudad de México, Medellín, Cali o algunos países centroamericanos donde campea la delincuencia y las diversas bandas de narcotráfico, todos protegidos por las instancias del poder. 

Los llamados “portonazos” andan a la orden del día, los que consiste en el asalto cuando la gente va a aparcar su automóvil o en alguna autopista menos protegida, muy destacados además por los canales de TV mañaneros. Lo que no está claro fehacientemente, es si los programas de TV matinales están dedicados a “combatir la actividad delictiva o a promoverla”, pues se pasan mañanas y semanas completas enfocando los temas de la crónica roja, sin ir a la raíz de fondo que genera el crecimiento gradual de la actividad delictiva, que no es otro, que la situación socioeconómica de la población chilena. 

De allí que los canales de televisión están dedicados a crear el terror, el miedo y la inseguridad ciudadana, ante el crecimiento gradual de la actividad delictiva ligado al flagelo de la droga que genera el modelo económico existente. Ahora el sistema económico neoliberal ha introducido la droga en los sectores populares con el objeto de controlarlo o neutralizarlo, en un país donde crece la demanda social por mejores condiciones de vida. La introducción de la droga es un aliado fundamental de los capitales criollos y sus lazos con el narcotráfico. Sin embargo, este comienza a introducirse gradualmente en los estratos sociales con mayor poder adquisitivo, de allí que los intentos de Piñera por hacer realidad su proyecto “Elige vivir sin droga”, no es más que un nuevo volador de luces de carácter populista, cuando en su propia familia hay consumidores de drogas fuertes como su hermano Miguel Piñera, el que además tiene lazos con el narcotráfico, según señalan sus amigos de parranda y diversas fuentes de prensa. 

 Lo cierto es que el gobierno de Piñera y su coalición política (Chile Vamos) pareciera estar empeñado en ir dando pasos concretos para crear un estado policial encubierto con eso del control preventivo para los adolescentes de los barrios populares, para que los sectores sociales con mayor poder adquisitivo (5%) puedan vivir más seguros, pues su modelo económico se está transformando en un bumerang que los golpea a ellos mismos. 

Es más, los sectores con mayores ingresos están huyendo de las grandes ciudades, buscando y creando lugares más tranquilos. Por ejemplo, los más ricos del país se han traslado a Chicureo o Chamisero, lugares que queda en el denominado sector alto norte de la ciudad, en una especie de ciudadela al margen de la capital chilena, que cuenta con todos los servicios necesarios, así como las medidas de seguridad más modernas que existen hasta el momento, en donde el personal de servicio es sometido a rigurosos controles de la policía militarizada chilena todos los días, antes de llegar a sus fuentes de trabajo. Municipios como La Dehesa, los Barnechea y las Condes, forman parte de otro Chile, que las grandes mayorías del país no logran percibir y donde se aglutinan los sectores sociales con mayor poder adquisitivo, todo eso, en la ciudad capital donde ya residen alrededor de 8 millones de habitantes. 

Lo cierto, es que el azote de la droga se está introduciendo velozmente en la sociedad chilena, afectando las potencialidades de la juventud y también de los no tan jóvenes, que ante el cumulo de problemas ligados a las deudas y la pobreza, lo hace refugiarse en la droga, para luego estar a un paso de la actividad delictiva. El flagelo de la droga en Chile está devastando a los diversos sectores sociales y sus familias, cuyo origen está en el gran contraste entre riqueza y pobreza y un modelo económico que promueve la desigualdad social a gran escala. 

Además con grupos políticos autistas, que no cuentan con proyectos o programas claros, efectivos y reales para detener el avance de la drogadicción y la actividad delictiva en el país. Ahora, toda esta crisis ligada a la introducción masiva de la droga tiene diversas connotaciones (pobreza, deudas, inmigración blanqueo de dinero, etc.), sin embargo la mayor responsabilidad recae sobre la clase dirigente ligada a la droga y el mundo bancario, que se dedica al blanqueo de dinero, junto a las casas de cambio de moneda extranjera y otros negocios menores que juegan el mismo rol. 

En todo esto por cierto, también tienen una responsabilidad fundamental los medios de comunicación (TV, Radio), los políticos involucrados en el negocio de la droga, los profesionales de la salud también ligados al mundo de la droga, pues la capital chilena está saturada de farmacias desde donde se distribuyen diversos tipos de droga, legal e ilegal y responsabilidad también tienen los canales de TV faranduleros donde circula mucha venta de droga, en los hoteles de muchas estrellas, casinos y locales de juegos con máquinas, campean las droga. 

 El problema se torna mayor, cuando la población percibe que el consumo de drogas es algo aceptable cuando no normal o incluso deseable, sin medir las consecuencias posteriores para niños, jóvenes e incluso adultos. De allí que para combatir la droga, no basta con un slogan como “elige vivir sin droga”, cuando la diversidad de carteles de venta de drogas, se van extendiendo por todo el país y amenazan la convivencia social de todo el país. 

 Finalmente recordemos que los grupos delictivos ligados a la venta de drogas obtienen jugosas ganancias, que ya involucran a los bancos, financieras, farmacias y que además incluyen actos cada vez más violentos, promoviendo el crimen organizado, la corrupción de políticos, militares, funcionarios judiciales, policías y altos funcionarios municipales y gubernamentales. 

 Lo cierto es que se requieren medidas exhaustivas y decisivas para desmantelar los carteles de la droga y el crimen organizado. Chile requiere de un nuevo modelo económico que termine con las grandes diferencias sociales, entre unos cuantos personajes ricos y la gran mayoría que vive la pobreza en sus diversas expresiones, altamente endeudados y viviendo las grandes desigualdades sociales que genera el capital neoliberal. 

 Ni más slogan como “elige vivir sin droga” y ni más falsas “puertas giratorias”, la tarea es como restaurar la convivencia y la seguridad entre chilenos, que además, ya se muestran hastiados de su mundo político que vive al margen de los problemas reales que padece el ciudadano de a pie.

Por Eduardo Andrade Bone  MP/AIP


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