Notitia Criminis •  26/07/2017

El difunto Blesa, Astapa, Seseña y la mafia calabresa

Con una rápida autopsia provinciana, elevada a definitiva por una aún más diligente incineración del cadáver, el asunto Blesa queda en suicidio. Así será. Hay quien cree en cosas mucho más insólitas y, en cualquier caso, el horno crematorio ha eliminado toda otra posibilidad de afinar con mayor tino una segunda encuesta forense.

A pesar de todo, como suelen decir los soldados gringos: “la primera vez es casualidad, la segunda es mala suerte… la tercera es fuego enemigo”. Aquí no van tres, sino diez. El gremio de los pulcros putrefactos sufre, últimamente, una epidemia de muertes repentinas. Como digo, ya van diez: Juan Pérez Mora (suicidado) Isidro Cuberos (periodista cuyo cadáver fue hallado en un barranco cerca de Mijas y la causa de la muerte se dijo que fue un accidente de tráfico) Antonio Pedreira, Francisco Yáñez (muerto antes de declarar, sin causa conocida) María del Mar Rodríguez, esposa de Tomás Burgos Beteta, senador del PP (suicidada), Francisco Sánchez Arranz, Leopoldo Gómez, José Martínez Núñez (muerto por “causas naturales) Rita Barberá (también muerta naturalmente) Y ahora este elemento, Blesa. A estos diez, hay que añadir que Álvaro Lapuerta, tesorero del PP anterior a Bárcenas, quedó en coma después de sufrir “un fuerte golpe en la cabeza” cuando salía de su casa de Madrid.

La Muerte, además de flaca, es caprichosa ¿quién dirá lo contrario? Pero antojadiza o no, como cualquier matemático sabe, ella también obedece mansamente a las leyes de la estadística y se atiene, en su distribución, a la campana de Gauss. Digo con esto, que tal cosecha de fiambres en el estrecho círculo de poder y rapiña de la Segunda Restauración empieza a ser un imposible estadístico pero, además, si los que estiran la pata no sólo están inscritos en ese círculo de poder, sino que pertenecen al otro, mucho más angosto, de los empapelados en un procedimiento judicial y sí, para añadir más casualidad a la chiripa, los difuntos entregan su alma al Creador, antes de deponer en las audiencias o de que se termine el procedimiento, lo del imposible estadístico muda su condición en probable milagro y el Vaticano debería ejercer sus competencias.

Sea como sea, a Blesa lo ha matado un disparo. El aguilillo goloso al que Ildefonso Barcoj, ex director general de Caja Madrid, anunciaba por correo que el proveedor de caviar tenía disponible Sevruga a 170.000 pesetas kilo, aunque aconsejaba mejor el Beluga Royal 000 a 700.000 pesetas kilo, el coyote al que tranquilizaba diciendo que podía aliviar su sed –no saciarla, pues estos no se sacian nunca– por ejemplo, con 30 botellas de Vega Sicialia Único, cosecha del 94, que a día de hoy se encuentra en España a 568 € la unidad, entre otras muchas golosinas almacenadas para su contento, ha muerto o le han “morido” de un balazo en el corazón.

“Presidente –escribía el lacayo Barcoj– tal y como hablamos, hemos hecho una pequeña bodega para acompañar convenientemente las «excelencias» de nuestra cocina. La primera es una carta especial para tu uso, y la segunda para uso de los miembros del Comité de Dirección. A ti te actualizaremos todas las semanas, y a los directores se la entregamos cuando piden la comida. La diferencia es que en la tuya hemos incluido algunas exquisiteces (no todo va a ser ratio de eficiencia), tipo Vega Sicilia, Valbuena, ya habituales y Chateau D’Yquem. También te hemos hecho una selección de buen champán. Un saludo”.

Sin embargo, no nos engañemos, las golosinas que estos lameruzos embutían en sus andorgas son una fruslería, chucherías cotidianas y sin trascendencia que aliviaban los trabajos de estos Midas invertidos, que convertían en excremento el oro que tocaban. El hambre de estas hienas amaba y ama tajadas más gordas, sus ansias apuntaban alto, babeaban y babean por bocados más grandes, medían y miden su grandeza en virtud de despojos más imperiales; no obstante tales saqueos, las urdimbres de amistades y negocios que usan en el despojo de todo lo que alcanzan, se investigan poco y mal o no se investigan en absoluto.

Los cuatrocientos mil y pico euros que Blesa arrebañó con la tarjeta negra son una nonada teniendo en cuenta que de un sólo golpe Blesa concedió a José Romero González, capo de la mercantil PRASA, 400 Millones de Euros, según el Banco de España, “por debajo de los estándares de riesgo requeridos”, lo que traduciendo esta jerigonza de cambistas al castellano recio, significa que Blesa birló –pues los caudales no eran suyos– cuatrocientos millones de euros (400.000.000 €) para dárselos al Romero ese sin que concurriera en el enjuague esperanza alguna de recuperar lo dado.

No era eso negligencia, ni estupidez, ni ignorancia, ni descuido. El tal Romero se llevaba muy bien con Blesa, tan bien que es José Romero, a través de algunas sociedades interpuestas, el dueño –aunque es mejor decir, titular registral teniendo en cuenta que existen los contratos de fiducia o de “testaferría– de la finca donde Blesa ha ido a intimar con un proyectil del calibre 270, diez retributivos gramos de plomo, como pensarán los corzos del lugar si les llega la noticia.

Pero es que José Romero, dueño de PRASA, no es sólo compadre de Blesa, también conoce el húmedo tufo de las ergástulas y puede que lo vuelva a conocer cuando haya sentencia firme… si no sufre antes algún accidente, claro está.

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El 19 de junio de 2008 la policía, que antes había puesto cerco al ayuntamiento de Estepona y echado el guante a su alcalde, Antonio Barrientos, se llevaba preso al tal Romero. Era la operación ASTAPA, cuya instrucción acaba de cerrarse recientemente.

El caso ASTAPA, como se ha ido poniendo de manifiesto en Notitia Criminis, no se quedaba en la costa malagueña. Ese sumario facilitó valiosa información que desvelaba brazos de la piovra española en Toledo y no sólo por la manifiesta y cálida amistad que unía al preso Barrientos con José Bono –¿Cómo no iba a aparecer la huella fuliginosa de Bono aquí también?– Sino por cosas más preocupantes y más graves.

La operación Astapa implicaba, de una forma u otra, a personajes que conectaban los casos más importantes de corrupción. A partir de los «negocios» descritos en ese sumario, de las sociedades mercantiles que intervenían, de los directivos de esas sociedades, de los contactos y relaciones económicas entre unos y otros, en definitiva, dibujando la esterilla de los vínculos económicos que se deducían del sumario, uno llegaba, por ejemplo, a personajes como Luis Fernando Linares Torres, hombre de la trama vasco-malaya, a Miguel Ángel Lopez Toledano, relacionado también con Luis Delso, el de ISOLUX-CORSAN (ahora en concurso), con Alfonso Vegara Gómez –que a su vez estaba vinculado con el Borbón putativo Iñaki Urdangarín y los de la trama vasco-malaya– con José Manuel Tofiño Pérez, alcalde de Illescas y también imputado y con las maniobras en Aranjuez de David Marjaliza y Jose Antonio Alonso Conesa, ambos presos durante la operación PÚNICA, etc. Es decir, con contextos que enlazan los caso Malaya, Gürtel, Astapa y Púnica y otros de menor fuste.

Quien necesite más detalles sobre todo esto tiene información cumplida en Notitia Criminis, pero en la Estepona de aquel entonces también sucedió algo interesante. El 2 de mayo de 2010 el diario Público titulaba en primera página: “Los Bono tienen seis millones en patrimonio” y añadía: desde 2000 han adquirido 9 viviendas, un local y 16 hectareasl”. En el cuerpo de la noticia se leía lo siguiente:

“Santamaría le permutó un piso a Bono en condiciones muy favorables. La operación inmobiliaria más inusual realizada por los Bono se cerró en julio de 2006. Ese mes, la promotora Reyal, de Rafael Santamaría, un empresario muy ligado a Castilla-La Mancha y amigo personal de Bono, y la sociedad Ahorros Familiares Saja acordaron una permuta inmobiliaria. De acuerdo con los datos de la escritura, a la que ha tenido acceso Público, Saja recibió dos áticos de lujo de nueva construcción en el municipio costero de Estepona (Málaga), cuya superficie techada suma 267 metros y que Reyal valoró en 925.000 euros. A cambio, la sociedad patrimonial de la familia Bono entregó a Reyal un piso de 136 metros cuadrados localizado en la madrileña colonia de Mirasierra y por el que el matrimonio Bono había pagado 35.000 euros (5.425.627 pesetas) en 1982”.

Es decir, Bono le cambió a su Amigo Rafael Santamaría, propietario de REYAL URBIS (ahora quebrada) y constructor al fiado del palacete que el salobreño tiene en Olías del Rey, Toledo, un pisito del barrio del Pilar de Madrid por dos áticos de lujo en Estepona, contiguos y que fueron unidos para constituir una sola vivienda. El cambalache se cerró en julio de 2006, todavía en plena década ominosa del ladrillo, pero la cosa no queda ahí.

En Notitia Criminis hemos dado sustanciosa información sobre la mercantil SALVAGO TRES y sobre sus administradores, Ignacio Moreno Rodríguez y Francisco Manuel Moreno Torres. Estos individuos eran quienes –la casualidad siempre se ceba con Bono– comercializaban los áticos adquiridos por Bono, pero el constructor de dichos áticos era el de suso dicho Rafael Santamaría, y sigue sin acabar aquí el asunto. SALVAGO TRES es una mercantil directamente vinculada con Giovanni Piero Montaldo, un italiano que ha estado asociado en Marbella con miembros del clan siciliano de los Santapaola y al que la UDYCO considera miembro de la mafia calabresa, la Ndrangheta; y tampoco termina aquí la cosa, porque el mafioso Montaldo también se sentó en un consejo de administración con Rafael Santamaría; y siguen las coincidencias, resulta que Moreno Torres y Moreno Rodríguez aparecen como promotores del proyecto PARQUIJOTE (parque temático, chalets y campo de golf) en Seseña, la del Pocero y resulta que, según acreditó la instrucción del caso Seseña, el entonces alcalde del lugar, José Luis Martín, recibió 700.000 € de Montaldo como pago por unas supuestas intermediaciones en… sí, el avisado lector lo ha vuelto a adivinar, en Estepona y Marbella; él, Martín, un taxista de Seseña que declaró ante el juez tener dificultades para leer y escribir y que mantuvo, durante la tramitación de la urbanización del Pocero, estrechísimas relaciones con Bono, con García Paje, y con Gregorio Fernández Vaquero; y por si esto fuera poco, tenemos que Juan Ramón Alcántara, director general de PRASA, declaró el 5 de mayo de 2010 ante el Juzgado de instrucción n.º 4 de Illescas, precisamente, por la “intermediación” de Martín en Estepona, de la que traían causa los 700.000 € del mafioso italiano y en la que PRASA había intervenido directamente.

En fin, volviendo al principio, que el corrupto Blesa se pega –o le pegan– un tiro en una finca de uno de los principales imputados en el caso de corrupción del ayuntamiento de Estepona, al que le facilitó más de 400 millones de euros, y relacionados con la podredumbre centralizada en ese ayuntamiento, encontramos a los de siempre así como una directa relación de PRASA con el caso Seseña.

España no es un apretado archipiélago de casos de corrupción, es una cloaca podrida, un pantano donde este tifus se ha vuelto endémico. La única esperanza, el tenue consuelo que queda aquí, es que los nombres que aparecen en ese caldo en descomposición, siempre, una y otra vez, son los mismos. Si siguieran el ejemplo de Blesa, no necesitarían, todos ellos, más de una caja de de balas del calibre 270, pero no seguirán ese ejemplo, desde luego que no lo harán.


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