Lois Pérez Leira •  Opinión •  11/08/2021

Los Ferreyra: María del Carmen “Chichina” la primera novia del Che

Los Ferreyra: María del Carmen “Chichina” la primera novia del Che

Capítulo V 

Chichina en Córdoba hacia una vida social como las jóvenes de su época. La “Docta” como la llaman popularmente era  una ciudad importante, con mucha juventud estudiantil por la universidad, pero mantenía el encanto de ciudad del interior. Aun en la ciudad se sentía el espíritu de la Reforma Universitaria del 18. 

María del Carmen estudia la secundaria en la Escuela Superior Alejandro Carbó, fundada en 1882. En 1953, se crean los profesorados anexos en distintas modalidades y, desde entonces, la institución albergó, primero, a los profesorados de castellano, literatura y latín y de Matemática, Física y Cosmografía, incorporando posteriormente los de Geografía y de Química y Merceología.  Chichina no era muy afín a los deportes, aunque era socia del Córdoba Golf Club, que tenía su campo deportivo en Villa Allende. Concurría los fines de año a las fiestas de gala de esta entidad. Muchas jóvenes quinceañeras aprovechaban estas fiestas para darse a conocer ante la sociedad y empezar algún noviazgo. La costumbre de aquellos años era que a partir de los 15 años se podía comenzar a noviar. María del Carmen tenía un cuerpo armonioso, unos rasgos muy lindos, con unos ojos verdes que llamaban la atención. Durante los veranos daban largos paseos a caballo y visitaba la estancia El Malagueño donde estaba la calera, que era de propiedad de la familia. Mientras Ernesto por aquellos tiempos tenía un noviazgo clandestino con su prima hermana  Carmen Córdova Iturburu (negrita) 

El encuentro con Ernesto. 

Los jóvenes más acomodados de Córdoba se conocían la gran mayoría, tanto se encontraban practicando algún deporte, cursando estudios o en las fiestas sociales. En la Estancia de los padres de Chichina “Malagueño” Tanto su hermano “Cuco” Horacio como ella, organizaban los fines de semana -especialmente durante el verano- reuniones campestres. Entre los habitués estaban los Roca, los Aguilar, Fernando Barral, Tatiana Quiroga, Miriam  Urrutia, las hermanas Dolores y Magdalena Moyano. Ernesto 

 En 1950 Ernesto Guevara es invitado junto a toda su familia al casamiento de su amiga Carmen González Aguilar.  Aquella noche la casa señorial del centro de Córdoba parecía un palacete, toda iluminada y llena de coches en la entrada. Los González Aguilar habían montado un banquete al más alto nivel. Lo más destacado de Córdoba estaba invitado. Si bien Chichina y Ernesto se cruzaron en varias oportunidades, sería en esta fiesta donde empezarían la relación que terminaría en noviazgo. Ernesto era un joven con facciones muy bellas si bien no era alto, su cuerpo era atractivo  y tenía su personalidad un gran magnetismo. Era muy joven pero muy culto. Podía hablar con conocimiento de cualquier tema. Le gustaba mucho hablar de temas internacionales. 

Alberto Granado cuenta que en Córdoba, Ernesto ejercía sobre las mujeres gran atracción. “siempre me decían che, Porque no me lo presentas; che por que no le decís que se peine”…tenía novias y enamoradas pero era muy reservado para hablar de esas cosas”. Mientras su amigo “Calica” Ferrer cuenta que “Tenía una amante oficial, una mujer de otro ambiente, diez años mayor que él.” 

 Don Ernesto Guevara padre cuenta en sus memorias cómo se conocieron Ernesto y María del Carmen: “En casa de los González Aguilar, en el año 1950, en el casamiento de Carmen, Ernesto conoció a una niña cordobesa que se llamaba Chichina Ferreyra. Era muy bonita y simpática. Tenía una gracia particular. Apenas se conocieron, ambos se enamoraron. Para todos los amigos aquel flirt terminaría en noviazgo y el noviazgo en matrimonio. Como era natural, Ernesto comenzó a visitar a la familia Ferreyra, en cuya casa se reunía gente de la alta sociedad cordobesa, que contrastaba con el aspecto de Ernesto, quien siguió usando sus pantalones sin planchar y yendo generalmente en mangas de camisa y sin corbata. Los fines de semana Chichina reunía a sus amigos en un precioso lugar serrano llamado Malagueño, donde su familia poseía una gran calera y suntuosas viviendas.” 

Si bien los Guevara tenían antecedentes aristocráticos e inclusive llegaron a manejar -sus abuelos- importantes fortunas, lo cierto que los Guevara de la Serna, eran tan solo de clase media alta empobrecida. 

 “Como era presumible, la presencia de Ernesto en la casa de Chichina no cayó bien a sus padres, cuando ellos se dieron cuenta de que entre ambos existía algo más que una amistad. Ernesto siguió viendo a Chichina sin importarle la opinión de su familia, y la visitaba con el atuendo de siempre, y sin ambages de ninguna clase expresaba su modo de pensar nada de acuerdo con aquella familia acostumbrada a vivir con todo lujo. Sin embargo, algunos de sus familiares le brindaron su valor y le brindaron su franca amistad. Nuestra familia, que tenía simpatía por Chichina, no creía que fuera la persona indicada para casarse con él. Estaba educada de un modo muy distinto del que educamos a nuestros hijos, y yo suponía que si este matrimonio llegaba a realizarse sería muy difícil que anduviera bien, puesto que para Chichina representaría algo nuevo que contrastaba con su educación.” Continúa Don Ernesto Guevara. 

María del Carmen Ferreyra nos cuenta aquel encuentro en la boda:” Me fascino su físico obstinado y su carácter anti solemne; su desparpajo en la vestimenta nos daba risa y, al mismo tiempo, un poco de vergüenza. No se sacaba de encima una camisa de nylon transparente que ya estaba tirando a gris, del uso. Se compraba los zapatos en los remates, de modo que sus pies nunca parecían iguales. Éramos tan sofisticados, que Ernesto nos parecía un oprobio. Él aceptaba nuestras bromas sin inmutarse”. 

 Durante el inicio del noviazgo le regala a Chichina un libro “El descubrimiento de la India” de Jawaharlal Nehru, con una larga dedicatoria. 

 Ernesto viajó muchas veces a visitar a María del Carmen aunque su relación fue más epistolar. Cuando llegaba a Córdoba se veían en la casa familiar de Chinchina en la calle Chacabuco. A pesar de que siempre se pensó que los encuentros serían en el Palacio Ferreyra. La propia  Chichina nos cuenta: “Y por más esfuerzo que hago, no logro recordar que Ernesto haya estado nunca en el Palacio. Por entonces nosotros ya vivíamos en calle Chacabuco, cerca de la actual Casa de Gobierno, y nos veíamos allí”. 

También se encontraron varias veces en la Casa de fin de semana de malagueño, donde  los Ferreyra tenían la calera. 

Obligatoriamente Ernesto pasaba por la puerta del Palacio Ferreyra. Por aquellos años la familia no lo usaba como vivienda. Guevara contemplaba admirado el estilo arquitectónico de aquella joya de la arquitectura. El Palacio Ferreyra tenía su propia leyenda, un mito que se había hecho popular. 

 Como todo Palacio tenía el mito de algún fantasma, la propia María del Carmen nos relata sobre los dos fantasmas que habitaban en la imaginación popular.  “Mi tío Ramón estuvo casado con una parisiense hermosísima, que murió al poco tiempo, pero no es cierto que su espíritu rasgara las puertas con sus largas uñas laqueadas.”Después del noviazgo con Guevara el mito se amplió hasta llegar al propio Guevara. Algunos lugareños decían que el espíritu de Ernesto deambulaba dentro del palacio. 

 En octubre de 1951 es la última vez que Ernesto visitó a Chichina en Córdoba. Llegó con su bicicleta a motor. Durante los distintos encuentros le cuenta sus propósitos de hacer un largo recorrido. Intenta convencerla para hacer el viaje juntos. Chichina le dice que sus padres no la dejarán y que él tiene que terminar la carrera de medicina. Esos días se encuentra con los hermanos Granado. Ernesto le propone casarse para luego hacer el viaje. Entre mates y largas charlas surge la idea de hacer el viaje en moto con Alberto Granado en la Poderosa II. Así se inicia el primer viaje por América latina que terminará en Miami.  

Continua. 


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