Bienestar íntimo, qué recomiendan los expertos
Guía práctica para la intimidad, evidencia, beneficios y uso responsable.

Cada vez más profesionales de la psicología y la sexología incluyen los juguetes sexuales en sus recomendaciones para personas adultas. El enfoque es claro. Bienestar. Educación. Seguridad. La evidencia científica describe beneficios en deseo, excitación y satisfacción. También apunta a un impacto positivo en el autocuidado y en la comunicación en pareja. No se trata de una moda. Es una conversación de salud sexual, entendida como parte de la calidad de vida.
Entre las voces más reconocidas está la investigadora Debby Herbenick, de Indiana University y Kinsey Institute. Sus trabajos con muestras representativas en población adulta mostraron que el uso de vibradores es frecuente y que se asocia con mejor función sexual y hábitos de autocuidado. Los efectos adversos fueron poco comunes. Estas conclusiones allanaron el terreno para que el tema entrara en la agenda de la salud pública y la educación sexual de adultos.
En el ámbito clínico, la Dra. Alexandra Dubinskaya, uro-ginecóloga de Cedars-Sinai, viene impulsando líneas de investigación sobre vibración terapéutica. Su revisión en Sexual Medicine Reviews plantea que los vibradores son una herramienta infrautilizada para la salud pélvica y sexual. El documento analiza estudios sobre función sexual, musculatura del suelo pélvico e incontinencia. Concluye que hay indicios de beneficio y pide más ensayos de calidad. La propia especialista ha difundido resultados preliminares de programas de vibración regular con mejoras en confort, lubricación y calidad de vida.
En España, la médica y sexóloga Dra. Francisca Molero, presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología, defiende un enfoque integral. Educación sexual para adultos, materiales seguros y acompañamiento profesional cuando hay dolor, disfunción o dudas clínicas. Su trayectoria docente y clínica la sitúa como referente en divulgación responsable y en formación de profesionales.
¿Por qué recomiendan estas herramientas los especialistas?
Primero, porque facilitan el autoconocimiento. La vibración externa y los diseños ergonómicos ayudan a identificar sensaciones con comodidad y sin presión. Ese aprendizaje reduce ansiedad y mejora la comunicación con la pareja. Segundo, porque pueden apoyar procesos clínicos. En perimenopausia y menopausia, la combinación de vibración suave y lubricantes compatibles puede mejorar el confort y el deseo. Tercero, porque favorecen la autonomía. Explorar de forma segura, con información clara, ayuda a desmontar mitos y a reforzar la autoestima.
Los beneficios descritos por la literatura y por la práctica clínica se repiten. Mejoras en deseo, excitación y orgasmo. Más facilidad para comunicar límites y preferencias. Menos presión por “rendir” y más foco en la experiencia compartida. En salud pélvica, las revisiones señalan señales prometedoras en programas que integran vibración con fisioterapia, especialmente en casos de incontinencia y dolor. Son vías de trabajo en evolución. No sustituyen la consulta médica cuando hay síntomas. Son un complemento que, usado con criterio, puede sumar.
La seguridad es el punto de partida. Los expertos recomiendan elegir materiales no porosos, como silicona de calidad, vidrio templado o acero inoxidable. Limpiar con agua tibia y jabón neutro, o siguiendo el método del fabricante. Secar por completo antes de guardar. Evitar compartir juguetes insertivos sin barrera. Usar lubricantes compatibles con el material elegido. Ante dolor persistente, irritación o infecciones de repetición hay que consultar. También conviene revisar el estado de baterías y cargadores y seguir normas básicas de uso. Sentido común y atención al propio cuerpo.
¿Cómo empezar si es la primera vez?
La mayoría de especialistas propone un paso simple. Un vibrador externo, de tamaño reducido y potencia regulable. Mejor en sesiones cortas al principio. Sin prisas. La respiración ayuda. La curiosidad también. Si hay pareja, la clave es hablar. Acordar límites. Pactar señales. Probar primero fuera de la penetración. Crear un ambiente tranquilo. Luz suave. Tiempo suficiente. Sin expectativas rígidas. El objetivo es explorar, no superar una prueba.
Quien busca avanzar puede fijarse en la tecnología. Existen modelos con app que permiten personalizar ritmos y controlar a distancia. Algunas parejas lo usan como juego y conexión. Otras prefieren el silencio. En ese caso, conviene mirar el nivel de ruido y las opiniones de usuarios. La calidad importa. Un buen material dura más y es más seguro. Comprar en comercios de confianza es una decisión de salud, no solo de precio.
En Lanzarote y en el conjunto de Canarias, la conversación pública sobre salud sexual crece. Centros sanitarios, consultas privadas y espacios educativos promueven hábitos seguros y una visión positiva de la sexualidad. Este contexto es una oportunidad para tratar el tema con naturalidad. Sin morbo. Con datos y con pautas claras. Recordando que el bienestar sexual forma parte del bienestar general. Dormir mejor. Hacer deporte. Cuidar la salud mental. Y, si se desea, explorar herramientas que apoyen la vida íntima.
Conclusión.
La evidencia disponible respalda un mensaje prudente y optimista. Información clara. Productos adecuados. Higiene y consentimiento. Si hay dudas o síntomas, consulta con profesionales. Voces como Herbenick, Dubinskaya y Molero coinciden en la importancia de educar y acompañar. Los juguetes sexuales no tienen por qué ser un tabú. Pueden ser, con la guía correcta, una pieza más de una vida íntima saludable y respetuosa.
