Eduardo Montagut Contreras •  Memoria Histórica •  04/08/2016

Acción directa y violencia en el movimiento obrero

La acción directa fue un medio de lucha del anarcosindicalismo que en España defendió la CNT o Confederación Nacional del Trabajo. Este método de lucha consistía en el recurso a la huelga, las ocupaciones de fábricas, el trabajo lento para no cumplir con los objetivos productivos marcados, el sabotaje, el boicot a la producción, a los comercios o a los propietarios de la tierra en el caso del sector agrícola. Estos mecanismos estarían fuera del marco legal establecido para las relaciones entre patronos y trabajadores y, por supuesto, también al margen de todo tipo de instituciones o corporaciones dedicadas a la mediación laboral.

La acción directa partía del análisis del capitalismo que se hacía desde el anarquismo. El sistema capitalista estaría organizado para satisfacer los intereses exclusivos de la burguesía. Todos los mecanismos de dicho sistema se habrían creado, por consiguiente, para estar al servicio de dicha clase. De esa forma, los trabajadores tendrían todo el derecho de emplear los medios que estimasen oportunos para luchar y conseguir sus reivindicaciones, sin entrar en el juego de los mecanismos establecidos, como sería la mediación laboral, por ejemplo. En este sentido, el anarcosindicalismo se alejaría de forma clara del sindicalismo socialista, más proclive a emplear los instrumentos legales para conseguir sus reivindicaciones, aunque sin renunciar a la huelga que, durante mucho tiempo, fue ilegal en nuestro país.

El empleo de la violencia a través de atentados terroristas no es, en puridad, uno de los medios de la acción directa sino de la denominada propaganda por el hecho y que nació antes, en los últimos decenios del siglo XIX, con importantes atentados en España, como los de la bomba del Liceu o el asesinato que costó la vida a Cánovas del Castillo, entre otros. Pero este recurso terrorista reapareció con fuerza en la Barcelona de después de la Gran Guerra cuando algunos grupos partidarios del uso de la violencia entraron en relación con medios libertarios y comenzaron a atentar en la capital catalana, aunque una parte importante de los cenetistas nunca estuvo de acuerdo con el empleo de esta forma de lucha. En Barcelona, la espiral de violencia fue brutal, generándose una verdadera dinámica de acción-represión al aplicarse la conocida como “ley de fugas” y ponerse en marcha el pistolerismo financiado por la clase empresarial. Salvador Seguí, el abogado Layret o Evelio Boal cayeron asesinados. La figura del gobernador Martínez Anido quedará siempre ligada a esta época de represión sin límites, con un claro protagonismo de los sindicatos libres para combatir a los anarquistas. En el otro lado, famosos se hicieron Los Solidarios con atracos y atentados, encaminándose posteriormente sus acciones hacia una posible insurrección anarquista. Este grupo estuvo formado por Durruti, García Oliver, Ascaso, Llamas, etc…, pero destacados personajes como Pestaña o Peiró, no apoyaron estos medios. El golpe de Primo de Rivera terminó con esta situación.

 


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