El historiador del arte Antonio Naval, denunciado ante la fiscalía de Memoria Democrática
- El historiador justifica los asesinatos y la vileza de los sublevados, tanto la represión extrajudicial como las sentencias de muerte tras los consejos de guerra que empujaron al paredón hasta 1945 a medio millar largo de ciudadanos en Huesca: «Sufrieron la misma persecución que estaban aplicando».

«La ley 20/2022 del 19 de octubre de Memoria Democrática en lo que oculta de forma ruin e intenta redefinir es ignominiosa e inicua. Su pretensión de que todo empezó el 18 de julio de 1936 roza la paranoia de quien se siente perseguido para así ignorar la cruel realidad de su pasado. Ha sido redactada por un colectivo de partidos que son similares a los que conformaron el Frente Popular que motivó que unos generales, hartos como buena parte de españoles que los apoyó, se sublevaran en esta fecha».
Así comienza el profesor jubilado y sacerdote Antonio Naval Mas un escrito bajo el título «La villanía está a punto de consumarse I», publicado el pasado 6 de junio en la página de opinión de «ElDiariodeHuesca.com». La segunda entrega, de 11 de junio, destila la misma hiel, ignorancia de la historia y pensamiento filofascista que la anterior. Naval ya no escribe sobre arte robado, patrimonio en almoneda, urbanismo de la Huesca del XVIII, erudiciones de alto valor divulgativo, ahora se vuelca desaforado contra la Memoria Democrática y al tiempo que abomina de George Orwell esculpido en bronce y presente en el parque municipal, carga contra la depuración del callejero franquista, «la villanía», asegura. Naval, en unos pocos folios más vitriólicos que panfletarios ha dado al traste con un prestigio intelectual largamente consolidado en su ciudad. Ha desbaratado su obra y esfuerzo de muchos años.
Considera «chusma» a las columnas anarquistas que junto con la «facción comunista apoyada por el malparido Stalin» rodearon Huesca tratando de devolver la ciudad a la legalidad republicana. «Consecuentemente –perdida la guerra– tuvieron que huir a Francia, donde lejos de ser recibidos como héroes y víctimas acabaron en campos de concentración». ¡Se lo tenían bien merecido! le ha faltado añadir.
Asimismo, justifica los asesinatos y la vileza de los sublevados, tanto la represión extrajudicial como las sentencias de muerte tras los consejos de guerra que empujaron al paredón hasta 1945 a medio millar largo de ciudadanos en Huesca: «Sufrieron la misma persecución que estaban aplicando».
Antonio Naval se retuerce contra las sentencias que obligan al Ayuntamiento a modificar el nomenclátor callejero facha y anima a los jueces para que se muestren insumisos ante la ley. «Borrar los nombres de Lacasa, Campo, Miravé y Ponz como de cualquier otro alcalde de tiempos del franquismo es una villanía que involucra a todo el que la lleva a cabo. […] Hay ocasiones en que hay que burlar la ley cuando ésta destroza la justicia». Y sin cambiar el encendido tono de voz prosigue: «Una ley ignominiosa e inicua, unos magistrados funcionarios pasivos de la Administración y unos gestores públicos que se refugian en el eslogan de no alterar la convivencia aun a costa de enmascarar la verdad, han llevado a la villanía de desfigurar la dramática historia de la España reciente».
Hasta Julián Casanova, al que no se atreve a nombrar, sale mal parado en el agitado verbo del cura: «Hay que depurar la bibliografía escrita por los herederos causantes del desastre que no aceptan responsabilidades en el peor episodio bélico de la historia de España. Entre la enorme cantidad de basura, hay una publicación titulada “La iglesia de Franco”, (2022) de sumo interés si se tiene en cuenta lo que se puede producir cuando se escribe con el cerebro situado en las vísceras de la entrepierna».
Un Antonio Naval desmelenado concluye la segunda parte de su alegato contra esto y aquello sin disimulo ideológico ni precaución espiritual: «No es apología del franquismo sino denuncia de los irresponsables que lo motivaron. Pretender decir que aquellos comunistas, anarquistas y congeniadores con ellos, eran demócratas y defensores de la libertad es como afirmar que los zorros pueden poner orden en un gallinero y acunar a las gallinas».
Los «zorros» hemos enviado a la Fiscalía de Memoria Democrática las diatribas de Antonio Naval Mas para que se valore el alcance legal de reflexiones tan cargadas de piedad cristiana, teológica suficiencia y conocimiento científico de la historia reciente. Los zorros somos la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica de Aragón (ARMHA), la Asociación de Acción Pública para la Defensa del Patrimonio Aragonés (Apudepa), el Colectivo Ciudadano de Huesca y personas a título particular. Zorros que hemos logrado en los tribunales regenerar el callejero y eliminar del patio del Ayuntamiento una placa franquista que el anterior alcalde, el socialista Luis Felipe, como Naval, se negaba a retirar.
«Consideran los firmantes –decimos en nuestro escrito ante la Fiscalía– que ambos artículos podrían contravenir la Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática, «BOE» núm. 252, de 20 de octubre de 2022, al constituir una clara incitación al odio hacia las personas defensoras del régimen legítimo y democrático de la Segunda República, además de menosprecio y humillación de la dignidad de las víctimas del golpe de Estado».
Igualmente valoramos ambos escritos situados al margen de cualquier concepto racional de libertad de expresión, al manifestar una inequívoca apología del franquismo, enaltecimiento del golpe de Estado y de la dictadura militar.
«La incompatibilidad de la democracia española con la exaltación del alzamiento militar o el régimen dictatorial –señala la Ley en el capítulo IV– hace necesario introducir las medidas que eviten situaciones de cualquier naturaleza o actos de enaltecimiento de los mismos o sus dirigentes. En el marco de una cultura de derechos humanos, la exaltación, enaltecimiento o apología de los perpetradores de crímenes de lesa humanidad, condenados por el informe de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa de fecha 17 de marzo de 2006, supone en todo caso un evidente menosprecio o humillación de las víctimas o de sus familiares, que es obligado combatir en respeto y preservación de su dignidad, como un ejercicio necesario de recordarlas y honrarlas».
Los zorros, en definitiva, hemos tenido que poner decencia democrática en el gallinero.
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Asociación de Acción Pública para la Defensa del Patrimonio Aragonés (Apudepa).
Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica de Aragón (ARMHA).
Colectivo Ciudadano de Huesca.