Miguel Ángel Peña Muñoz •  Memoria Histórica •  10/10/2022

Las políticas públicas de memoria en Córdoba: un largo recorrido

«La sociedad necesita de unas políticas de memoria democrática que hagan sensibles a las nuevas generaciones. Una democracia debe crear demócratas, y todo demócrata, debe apostar por concepto a mantener viva la lucha por la democracia». 

Las políticas públicas de memoria en Córdoba: un largo recorrido

Torrecampo, 26 de junio de 2021. Se coloca un Stolpersteine en homenaje a su vecino Juan Romero, superviviente del campo de Mauthausen. Ese mismo día el Stolpersteine es robado. Meses antes el obispo de la diócesis ataca al Ayuntamiento de Aguilar de la Frontera por la intención municipal de retirar la cruz de los caídos. Ambas situaciones saltan a la prensa nacional como muestras de reacciones contra la memoria democrática en España.

En el presente trabajo vamos a aproximarnos a la gestación y desarrollo de las políticas públicas de memoria de distintas instituciones en la provincia de Córdoba, principalmente dos: el Ayuntamiento de la capital y la Diputación Provincial. Consideramos que el año 2009 podría marcar el inicio de una política pública de memoria en Córdoba, si bien condicionado por el signo político que ostente el gobierno de la institución de la que se trate.

Memorias: familiar, dolor, de lucha, pública

Durante décadas hubo una memoria familiar donde el dolor por la pérdida de un ser querido en muchos casos se despolitizaba («fueron envidias…») y se elaboraba un relato doméstico para un dolor íntimo. Durante cuarenta años de memoria franquista y décadas de memoria equidistante se mantuvieron en el ámbito doméstico las memorias familiares de las víctimas del fascismo. Será en el cambio de siglo cuando aquellas memorias familiares se convierten en un actor público a través del movimiento memorialista. Esta salida a la luz de las memorias íntimas cuestionaba la memoria equidistante; ya que evidenciaba que el Estado no había tratado por igual a los muertos de ambos «bandos», manteniendo en fosas y olvido a los muertos republicanos y en el silencio a sus familias.

Esta situación evidente generó tres respuestas políticas. En primer lugar, la negación, no reconocer que la Transición y su memoria equidistante había dejado en la cuneta a miles de españoles. Este planteamiento, situado en la derecha social y política española, es incapaz de reconocer la existencia de este problema en nuestra sociedad.

También estaría la respuesta enmendante que acepta la existencia de la problemática y trata de mantener la memoria equidistante, permitiendo que las familias puedan dar salida a su dolor a través de subvenciones, privatizando la responsabilidad del Estado en la memoria. Esta tesis podemos materializarla en la Ley de la Memoria Histórica de 2007.

La última respuesta plantea que no basta con dar salida a la memoria del dolor, sino que hay que recuperar la memoria de la lucha. Las víctimas fueron asesinadas por ser militantes.

En el caso cordobés hay al menos tres factores que condicionan las políticas de memoria democrática. El histórico consiste en la dura represión que sufrió la provincia de Córdoba desde 1936 y durante toda la década de 1940. Esta represión es la reacción de odio de clase de la oligarquía a un fuerte movimiento obrero. El segundo es el aspecto científico dónde cabe destacar la obra de Francisco Moreno Gómez, quién publicó en la década de los ochenta una trilogía sobre la Córdoba de los años treinta y cuarenta y ya en este siglo una nueva tetralogía[1]. Finalmente, influido por este conocimiento científico, se desarrolló con el comienzo del siglo el movimiento memorialista[2].

Periodo de olvido y confusión a la política pública

En este punto nos vamos a centrar en las contradictorias actuaciones que el Ayuntamiento de Córdoba realizó con anterioridad a 2009. Valga señalar como primer aspecto que en los primeros años de ayuntamientos democráticos se eliminaron del callejero de la ciudad a los principales personajes del golpe de estado de 1936.

Sin embargo, no eran tocadas otras calles de personajes golpistas locales. Es más, en 1988, con Herminio Trigo (IU) como alcalde, el Ayuntamiento dedicó una plaza a Antonio Cañero, rejoneador que participó en las «limpias» contra los republicanos de la provincia[3]. La situación volvería a repetirse en el año 2000 cuando el cogobierno IU-PSOE, encabezado por Rosa Aguilar, tituló con el nombre de Fray Albino una avenida de Córdoba. Este obispo de Córdoba entre 1946 a 1958, fue autor del Catecismo Patriótico Español (1939) y uno de los firmantes de la Carta Colectiva de 1937. Estos dos personajes tienen fama de filántropos por una operación urbanística que supuso la creación de dos barrios, que llevan sus nombres respectivamente. Estos últimos casos son una muestra de cómo la amnesia había calado hasta en las organizaciones políticas antifranquistas.

No obstante, en el cambio de siglo, el Ayuntamiento retiró el monumento que recordaba el lugar desde el que en 1936 se había bombardeado el Gobierno Civil.

En 2005, el día del derribo de la antigua cárcel de Fátima se desarrolló un homenaje a los presos políticos que habían sido encarcelados en ella. Eran los primeros pasos de una aún complicada política memorialista.

[…]

[Artículo completo en el archivo PDF adjunto]

*Miguel Ángel Peña Muñoz.

IES Miguel Crespo (Fernán Núñez ,Córdoba) – Sección Historia FIM.

*Más información: Nuestra Historia. Revista de Historia de la FIM.

Número 13. Contiendas por la memoria: violencia política, represión y justicia en América Latina


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