El salvaje bombardeo de Jaén (1 de abril de 1937)
La ciudad andaluza de Jaén fue ferozmente bombardeada el 1 de abril de 1937, por la aviación nacionalista.

La orden fue dada por el General Queipo de Llano sobre las 14:00 horas del mismo día, sólo hora y media después de un ataque de la aviación republicana sobre Córdoba. Recibida la notificación, el Comandante Vicente Gil Mendizabal, jefe del grupo de bombardeo 3-6-22 con base en el acuartelamiento aéreo de Tablada (Sevilla), dispone la carga y salida de seis aviones Junkers-52 de fabricación alemana, en dos escuadras de tres unidades, dirigidas por los capitanes de aviación Eduardo Prado Castro y José Larrauri Mercadillo y la escolta de seis cazas Heinkel-51, también de fabricación alemana, al mando de César Martín. Campos, más tres unidades de la «Patrulla Azul» de Joaquín García Morato, compuesta por Fiat Cr-32 de fabricación italiana. Los nueve cazas de escolta salieron del aeropuerto de Córdoba y se encontraron en el aire con los bombarderos Junkers-52, prosiguiendo su viaje hacia Jaén. Las aeronaves de escolta estaban prevenidas sobre una posible respuesta de cazas republicanos que se encontraban en Andújar y que finalmente no se produjo.
En vuelo bajo, los bombarderos rodearon el monte Jabalcuz y entraron por la ciudad en dirección sur, formando un pasillo aéreo de unos 150-200 metros de ancho, sobrevolando el barrio de San Ildefonso, por el Recinto, dejando a la izquierda la Catedral que era su principal referencia, y saliendo por el Paseo de la Estación en dirección norte. A las 17:20 horas dejaron caer sobre la localidad 69 bombas de 50 kilos y 7 de 250 kilos, es decir 5.150 kilos de trilita.
Las bombas afectarán al centro de la ciudad (Plaza de San Ildefonso, calles Nicolás Salmerón, Hurtado y Teodoro Calvache) y al Paseo de la Estación. También cayeron algunas bombas en las inmediaciones de la Huerta Baja, en las afueras de una población de 30.000 habitantes que carecía de interés militar, pues no tenía tropas ni cuarteles o polvorines y estaba desprovista de baterías antiaéreas, sirenas o refugios. La mayor parte de las 159 víctimas mortales fueron ancianos, mujeres y niños.
El poeta Miguel Hernández, que trabajó en Jaén como corresponsal de guerra desde febrero, en referencia al bombardeo, publicó en el periódico «Frente Sur» el artículo «La Ciudad Bombardeada».
«LA CIUDAD BOMBARDEADA»
ARTÍCULO DE MIGUEL HERNÁNDEZ «FRENTE SUR», (EXTRACTO)
«¿Ha despertado ya Jaén de su modorra incrédula y moruna?. Todas sus bocas llaman asesinos, y no se hartan de llamarlos, a los que han cometido en su población un acto más de destrucción inutil. Pero ya veo que muchos de sus hombres se conforman con gritar y se previenen contra otro posible bombardeo, y quedando a vivir debajo de los olivos. Esta actitud estática, pasiva, fatalista y torpe exaspera al combatiente más templado ¿por qué no se ocupan esos hombres? en la construcción de refugios para sus hijos y esposas, o por qué no colaboran con los que llevan nueve meses bajo la lluvia y las balas, conquistando la tierra que a todos nos quieren arrebatar?
Jaén ha de despertar de un modo definitivo. La sangre que aún hiele sobre las perdidas lo exige. Sus hombres han de combatir al fascismo con el mismo empuje que los sevillanos, cordobeses y granadinos que luchan en los frentes de esta provincia».
Fuentes: Juan Cuevas Mata (El Bombardeo de Jaén).
Frente Sur (2 de abril de 1937).