Los embajadores del G7 no asistirán al acto que recuerda la bomba atómica sobre Nagasaki tras excluir el alcalde de la ciudad a Israel
- La bomba Little Boy, lanzada por el bombardero estadounidense Enola Gay, creó una explosión equivalente a 16 kilotones, mientras que la bomba atómica Fat Man, lanzada por el bombardero Bockscar, tenía una potencia de 21 kilotones.
- En contraste con el aspecto moderno de Hiroshima, la mayoría de los hogares de Nagasaki eran tradicionales: edificios de madera en su totalidad y suelo de azulejo. Muchas de las pequeñas industrias también estaban alojadas en edificios de madera y no contaban con la infraestructura necesaria en caso de explosión.
Se cumple el 79 aniversario de estos crímenes de lesa humanidad perpetrados por Estados Unidos contra Japón. El 6 de agosto se lanzó una bomba nuclear contra la ciudad japonesa de Hiroshima. Tres días después, el presidente norteamericano Harry S. Truman ordenó lanzar una segunda bomba contra la ciudad de Nagasaki.
El alcalde de Nagasaki ha asegurado que mantendrá su decisión de excluir al embajador de Israel del acto del viernes para recordar el bombardeo atómico de la ciudad por parte de EE.UU. Ante esta clara postura, altos diplomáticos de este país y otros países del Grupo de los Siete (G7) respondieron que el desaire les mantendría alejados.
Al contrario, el primer ministro japonés, Fumio Kishida, asistirá al acto anual, que suele atraer menos atención que el celebrado en Hiroshima tres días antes para memorar el primer uso de armas nucleares de la historia.
«No es que no hayamos invitado al embajador israelí por razones políticas, sino que queremos que la ceremonia se desarrolle sin problemas en un ambiente tranquilo y solemne», dijo el alcalde de Nagasaki, Shiro Suzuki.
«No ha habido ningún cambio en ese juicio», añadió, pero no dio más detalles.
La exclusión coloca a Israel en una lista de países no invitados que incluye a Rusia y Bielorrusia, aunque su embajador, Gilad Cohen, asistió a la ceremonia de este año en Hiroshima.
La decisión del alcalde de Nagasaki ocurre en un momento en que Israel sigue combatiendo a las fuerzas de Hamás en Gaza pero también masacrando cada día a la población civil, un conflicto que ha reducido a ruinas la mayor parte de la densamente poblada franja asesinando a más de 39.600 palestinos, cifras del Ministerio de Sanidad de Gaza.
«La invasión rusa de Ucrania y la autodefensa de Israel no son moralmente equivalentes», dijo el embajador estadounidense Rahm Emanuel, en un comentario facilitado por la embajada en Tokio, a pesar de que las zonas que ataca la entidad sionista son territorios históricamente ocupados. «Desafortunadamente, debido a la decisión del alcalde, el mensaje de esa ceremonia y memorial será distraído y desviado», añadió.
El portavoz jefe del Gobierno japonés, Yoshimasa Hayashi, no quiso hacer comentarios cuando se le preguntó sobre el asunto en una rueda de prensa habitual el jueves.
La embajada de Israel en Tokio no respondió inmediatamente a una solicitud de comentarios.
El mes pasado, Emanuel y otros embajadores del G7, incluidos los de Reino Unido, Canadá, Francia, Alemania e Italia, junto con el representante de la Unión Europea, enviaron una carta a Suzuki con el fin de presionarle, expresando su preocupación por la exclusión de Israel, pero el alcalde se ha mantenido firme.
La agrupación de las principales democracias ha instado a la moderación y a la disminución de la tensión en Oriente Próximo, pero mantiene su compromiso de apoyar a Israel , a pesar de sus provocaciones e instigaciones a extender la guerra en la zona. En el sentido inverso, y tras el asesinato del jefe del Buró Político del Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina (HAMAS), Ismail Haniya, en Teherán, Irán ha declarado que no respondería al ataque de Israel a su soberanía si se restableciera una tregua en Gaza.
Ocho décadas después de que los bombardeos atómicos precipitaran la rendición de Japón y el fin del conflicto en el Pacífico, los aniversarios de Nagasaki e Hiroshima, ciudad natal de Kishida, siguen evocando fuertes sentimientos en Japón.
Aunque se desconoce el número exacto de víctimas, pero se estima que, hacia finales de 1945, las bombas habían matado a 166.000 personas en Hiroshima y 80 000 en Nagasaki, totalizando unas 246.000 muertes, aunque solo la mitad falleció los días de los bombardeos. Entre las víctimas, del 15 al 20% murieron por lesiones o enfermedades atribuidas al envenenamiento por radiación. Sin contabilizar los fallecimientos por consecuencias derivadas en años posteriores. Según datos de la ONU, se sumaron 400.000 víctimas más por problemas de salud relacionados con las bombas.
En 1958, el Ayuntamiento de Hiroshima aprobó una resolución de condena al presidente Truman por negarse a expresar remordimiento tras usar las bombas atómicas y por seguir promoviendo su uso en una situación de emergencia. La resolución decía textualmente que los residentes de la ciudad «consideran su deber sublime ser la piedra angular de la paz mundial y ninguna nación del mundo nunca debería permitirse repetir el error de utilizar las armas nucleares». Calificaba además la postura del expresidente como una «deshonra grave cometida contra el pueblo de Hiroshima y sus víctimas caídas.»
*Con información de Agencias.