Misión Verdad •  Internacional •  08/04/2021

La balcanización del país, en el trasfondo de los sucesos de Apure

A raíz de los combates en el estado Apure entre la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y grupos armados ilícitos establecidos en territorio colombiano, el ministro de Defensa, G/J Vladimir Padrino López, puso en el centro del análisis los planes de balcanización de Venezuela.

La balcanización del país, en el trasfondo de los sucesos de Apure

«El plan imperial es, lo repito, tercerizar el conflicto para balcanizar a Venezuela; incursionar a Venezuela apoderarse de un espacio territorial para sus operaciones logísticas acompañados por la DEA que es el mayor cartel de drogas del mundo para causar desestabilización con esos grupos armados, desestabilizar la frontera y venirse al centro del país por el occidente», señaló el general venezolano.

El narcotráfico y el paramilitarismo transitan en Colombia con mucha más fuerza desde que el Estado colombiano se entregara a la tarea de «pacificar» a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP). Con los acuerdos de paz firmados en 2016, comienza una dilatación de estas estructuras criminales por los territorios antes ocupados por la guerrilla (incluidas las fronteras colombianas) y, como en otras ocasiones, estos dos elementos se perfilan como desencadenantes de un conflicto en territorio fronterizo con Venezuela.

A vista de la «opinión pública» dicho conflicto puede distorsionarse y presentarse como acontecimientos que conllevan solo una lógica interna de los países en cuestión, y no el plan de balcanización que refiere el Ministro, desvaneciendo la participación de los actores extranjeros que ya tienen experiencia en imponer la secesión violenta de Estados y territorios unificados otrora a lo largo de décadas.

CONSECUENCIAS DE LA BALCANIZACIÓN

La balcanización moderna de las regiones del mundo no es un accidente, sino el resultado de una lucha intensificada a nivel global por el poder, territorios y recursos.

La República Federativa Socialista de Yugoslavia dejó de existir producto de la intervención de Estados Unidos y países de Europa. Los pueblos de un solo Estado experimentaron, a fines del siglo XX, el desmembramiento de su territorio nacional. Hoy existen seis países enfrentados entre sí (Bosnia y Herzegovina, Croacia, Macedonia, Montenegro, Serbia y Eslovenia) y una base militar estadounidense (Kosovo) no reconocida como país por decenas de Estados de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Se eligió un pretexto ficticio basado en factores históricos, étnicos y religiosos para iniciar el conflicto que derivó en la balcanización. Las guerras yugoslavas (Guerra de los Diez Días de 1991 en Eslovenia, Guerra de Croacia de 1991-1995, Guerra de Bosnia de 1992-1995, Guerra de Kosovo de 1998-1999) culminaron con el bombardeo de 69 días de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Esta intervención militar no consultada ante el Consejo de Seguridad de la ONU dio pie a que se desarrollara la doctrina de la Responsabilidad de Proteger (R2P) para futuras agresiones.

La presencia euroatlántica en los Balcanes después de la guerra de Yugoslavia se hizo realidad. Montenegro, Kosovo y Bosnia y Herzegovina se han convertido en Estados fallidos que están bajo tutela directa e indirecta de la OTAN, mientras que Kosovo se encuentra bajo ocupación militar.

Ese modelo de balcanización se exportó a otros países. Los ejemplos más recientes los tenemos en Libia, Siria e Irak. Bajo la figura de la R2P, Estados Unidos tomó la batuta junto a la OTAN para invadir y bombardear Libia, y así permitir el acceso a los grupos mercenarios-terroristas, quienes tomaron las principales regiones del país, decíamos a través de este portal en un análisis anterior.

En la medida que el Estado Islámico fue ganando terreno en Siria e Irak, se prefiguró el mismo escenario secesionista para convertir aquellas naciones del Medio Oriente en entidades territoriales atomizadas y políticamente débiles, objetivo suscrito por Israel.

En junio de 2013, el exsecretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger, hablando en la Universidad de Michigan, afirmó que la mejor salida posible para Siria era la coexistencia de «diferentes nacionalidades en regiones más o menos autónomas donde no podrán suprimirse mutuamente». Los medios reseñaron la conclusión de Kissinger como una propuesta para la balcanización de Siria.

Cabe destacar que en cada uno de estos ensayos, el aditivo de «emergencia humanitaria» ha servido de justificativo para la intervención de Occidente.

LA DESINTEGRACIÓN DEL TERRITORIO VENEZOLANO

En reiteradas ocasiones, el presidente Hugo Chávez exteriorizó la amenaza de desintegración territorial en América del Sur, latente por la infiltración de Estados Unidos y la OTAN en la región.

El 16 de septiembre de 2005, Chávez anunció en el aire del canal ABC que tenía documentos que revelaban la intención de Estados Unidos y países de la OTAN de entrenarse para la invasión de Venezuela desde Colombia y Panamá. El ejercicio militar español se había llevado a cabo en 2001 y tenía el nombre clave de «Operación Balboa«. En el documento se mencionaba a Zulia, Táchira y Mérida, estados que conforman la «media luna» venezolana, como objetivos para ejecutar el plan.

Según el ensayo de guerra, en Venezuela, debido a las acciones de algunos «extremistas» se había creado una situación que amenazaba la estabilidad de la región y de los países occidentales que se abastecían de la industria petrolera venezolana. Se necesitaba una intervención armada urgente para eliminar la «amenaza». La «Operación Balboa» detalla la serie de operaciones de la OTAN y Estados Unidos para neutralizar a los «extremistas» y asegurar el suministro ininterrumpido de petróleo.

En la imagen un modelo de cómo el Plan Balboa piensa dividir el territorio venezolano (Foto: Archivo)

En 2008, Chávez alerta sobre una posible escalada bélica de fuerzas extranjeras desde Colombia, a propósito del golpe que estaba ejecutándose en Bolivia, donde factores secesionistas de la «media luna» boliviana (los departamentos de Pando, Beni, Santa Cruz y Tarija) jugaron un papel determinante en las acciones conspirativas.

En el formato venezolano, los estados Zulia, Táchira, Mérida, Barinas y Apure conforman el territorio propicio para «levantar un movimiento secesionista, golpista, desestabilizador», como dijo Chávez en aquel momento mientras enfatizaba el carácter estratégico que tenía el triunfo de las gobernaciones en esos lugares.

El control territorial sobre la «media luna» es un requisito en el avance hacia una guerra frontal contra Venezuela, ya que permite al Estado colombiano, que sería el estipulado por Estados Unidos para la tarea de confrontación directa, tener acceso a recursos estratégicos (hidrocarburos) y las rutas para llegar a ellos, además de que podría regularizar el tránsito del narcotráfico por las zonas venezolanas que pretenden controlar, siendo el Océano Pacífico un espacio congestionado por la alta transición aérea de narcocargas.

Las guarimbas de 2017 tuvieron a los estados fronterizos (sobre todo Táchira y Zulia) de escenario privilegiado para las acciones irregulares. Finalizando el año, y controlado el intento de revolución de colores mediante la implementación de la Asamblea Nacional Constituyente, se celebraron las elecciones regionales y resonó el análisis de Chávez cuando se supo que en Táchira, Mérida y Zulia habían ganado candidatos de la oposición venezolana.

La investigadora María Fernanda Barreto escribió un artículo para esta tribuna refiriéndose a la nueva circunstancia:

«Si estos nuevos gobernadores regionales se colocan a las órdenes de los intereses intervencionistas, pueden facilitar el avance paramilitar sobre el territorio venezolano para cubrir rutas de tráfico de drogas desde Colombia hacia el Lago y el contrabando de extracción, y podría impulsar un aumento del desplazamiento forzado en Táchira, Mérida y Zulia para dirigirlo hacia Colombia, y así favorecer las matrices de opinión relacionadas con la presunta crisis que generarían refugiados venezolanos. En suma, un avance de los planes estadounidenses en la región.

Colombia se inserta en el escenario como el «socio global» (estatus que alcanzó en 2018) de la OTAN que ayudaría a producir la balcanización del territorio, que no tiene por qué detenerse en Venezuela. Más bien el norte de Suramérica es la cabeza de playa hacia todas las coordenadas del continente.

El Estado venezolano ha respondido enfrentando el avance del narcotráfico, combatiendo la incursión de grupos paramilitares y desarmando grupos irregulares vinculados al antichavismo. La fallida Operación Gedeón del año pasado, donde confluyeron todos los elementos hostiles al chavismo en actividad (carteles de droga colombianos, paramilitarismo/bandas criminales, DEA, mercenarios tipo SilverCorp, Guaidó y su equipo, gobiernos de Iván Duque y de la Casa Blanca) es una muestra de la tarea de contrainteligencia que se ha hecho desde nuestro país para contrarrestar a tiempo los planes del enemigo.

Los enfrentamientos en Apure, con la participación de grupos armados irregulares narcotraficantes, al igual que el uso manipulado («emergencia humanitaria») de la población civil que tuvo que desplazarse hacia Colombia por presiones de las tácticas terroristas puestas en práctica por ellos mismos, indican que la estrategia de fragmentar al país sigue en pie. De hecho, los sucesos focalizados de alta violencia en la frontera sur de Venezuela (léase asimismo en los estados Bolívar y Amazonas) son una expresión del mencionado esquema balcanizante.

Aunque el plan de secesión venezolana no esté tan promocionado por los medios de comunicación corporativos, pues subyace en la trama oscura del poder agresor estadounidense, las fuerzas militares del Estado venezolano tienen claridad del escenario y han dado respuestas congruentes a la preservación integral de la unidad nacional.

Fuente: Misión Verdad


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