Protestas juveniles revelan desigualdad social en Marruecos
Las manifestaciones revelan el descontento por la pobreza, los servicios públicos precarios y la desigual distribución de la prosperidad económica.

Las protestas juveniles en Marruecos se extendieron por todo el país la semana pasada y mostraron una profunda frustración popular por la pobreza y la precariedad de los servicios públicos, en contraste con los grandes proyectos de infraestructura que el gobierno impulsa de cara al Mundial de 2030.
Según la agencia Reuters, se trata de las movilizaciones más amplias desde la Primavera Árabe de 2011.
Estas manifestaciones también fueron las más violentas desde las protestas del Rif en 2016 y representan un desafío para las autoridades, que buscan preservar el orden interno y sostener el crecimiento económico mientras mejoran la imagen internacional de Marruecos antes de la Copa del Mundo en 2030, que el país coorganizará con España y Portugal.
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— Al Mayadeen Español (@almayadeen_es) October 2, 2025
Desigualdad social y demandas de servicios básicos
Marruecos busca proyectar una imagen de modernización y desarrollo acelerado en el escenario internacional.
El país invirtió miles de millones de dólares en carreteras, ferrocarriles, puertos, energía renovable e industria, lo que redujo la pobreza a casi la mitad y elevó el nivel de vida en zonas costeras, según cifras oficiales.
El Banco Central prevé un crecimiento del PIB del 4,6 por ciento este año, frente al 3,8 por ciento en 2024, y la calificadora Standard & Poor’s otorgó al país el estatus de “candidato a inversión”.
Sin embargo, muchos ciudadanos sostienen que la prosperidad no se distribuye de forma equitativa.
Las principales demandas de los manifestantes fueron la mejora de la atención sanitaria y la educación. “No queremos la Copa del Mundo. La salud primero”, se leía en un hospital de Agadir tras la muerte de ocho mujeres durante el parto.
Reacción tardía de las autoridades y movilización en línea
En un primer momento, las autoridades respondieron con prohibiciones de reuniones y represión policial, lo que agravó el malestar.
Cuando intervinieron, cientos de vehículos y decenas de edificios —incluidos bancos y comisarías— ya habían sido saqueados o incendiados.
Según declaró a Reuters Mohamed Ajid, un oficial de policía retirado, «el gobierno y el parlamento enterraron sus cabezas en la arena y dejaron que las fuerzas de seguridad asumieran las consecuencias de políticas fallidas”.
Los jóvenes organizaron parte de las movilizaciones a través de redes sociales, destacando el papel de colectivos como “Generación Z 212”, que citó en un comunicado un discurso del rey Mohammed VI en 2017 en el que exigía a los funcionarios cumplir sus compromisos o abandonar la vida pública.
Tensiones rurales y pérdida de confianza política
Las protestas rurales fueron especialmente intensas en Ait Amira, localidad agrícola del sur, donde el desempleo es alto y la construcción ilegal está en auge.
Estos factores se combinan con una pérdida de confianza en la política tradicional: según una encuesta del Instituto Marroquí de Análisis de Políticas, la confianza en los partidos cayó al 33 por ciento en 2023.
Tras el descenso de la violencia, el gobierno adoptó un tono conciliador. El ministro de Trabajo, Younes Sekkouri, reconoció la “sinceridad” de las demandas sociales, y el primer ministro Aziz Akhannouch afirmó que “el diálogo es el único camino a seguir”.
La población espera ahora el discurso del rey durante la apertura del parlamento para conocer la respuesta política.