Eduardo Montagut •  Cultura •  29/12/2018

El final de «La Revista Socialista»

 

“La Revista Socialista” fue un proyecto que crearon Juan Almela Meliá y Matías Gómez Latorre en 1903, pero solamente pudo durar hasta el mes de octubre de 1906. Meliá nunca se rindió en su afán por sacar adelante publicaciones periódicas socialistas porque, además de hacerse cargo de la redacción de “El Socialista” cuando Pablo Iglesias ya no podía con esta sobrecarga de trabajo en ese mismo año de 1906, y publicar su famosa columna titulada “Cuartillas Volanderas”, sacaría adelante “Vida Socialista”, con Tomás Álvarez Angulo. Pocos socialistas, como Meliá, han podido demostrar un afán tan intenso por la divulgación con rigor de las ideas socialistas en la Historia del PSOE, y no sólo a través de la prensa.

El final de «La Revista Socialista»

“La Revista Socialista” fue un proyecto que crearon Juan Almela Meliá y Matías Gómez Latorre en 1903, pero solamente pudo durar hasta el mes de octubre de 1906. Meliá nunca se rindió en su afán por sacar adelante publicaciones periódicas socialistas porque, además de hacerse cargo de la redacción de “El Socialista” cuando Pablo Iglesias ya no podía con esta sobrecarga de trabajo en ese mismo año de 1906, y publicar su famosa columna titulada “Cuartillas Volanderas”, sacaría adelante “Vida Socialista”, con Tomás Álvarez Angulo. Pocos socialistas, como Meliá, han podido demostrar un afán tan intenso por la divulgación con rigor de las ideas socialistas en la Historia del PSOE, y no sólo a través de la prensa.

En este breve trabajo recogemos el momento amargo para Meliá de tener que cerrar “La Revista Socialista”. El propio inspirador de la publicación analizó las causas y las compartió con los lectores de “El Socialista”. Debemos enmarcar esta comunicación y este pesar en la intensa preocupación que desarrollaron los socialistas españoles hacia las publicaciones periódicas propias, como un instrumento fundamental para la propaganda política. La principal prueba de lo que afirmamos estaría en la intensa lucha para conseguir, después de muchos años, que “El Socialista” se convirtiese en diario, algo que no se conseguiría hasta seis años después del hecho que aquí estamos narrando, pero también en debatir en distintos Congresos sobre cómo debía abordarse la prensa obrera, así como en sacar otras publicaciones en distintos lugares de la geografía española con mucho esfuerzo y diversas vicisitudes, además de informar detalladamente sobre la situación de la prensa obrera de los socialistas europeos en las páginas de “El Socialista”.

Meliá informó de lo que había pasado a los lectores del órgano oficial del Partido en su número del 26 de octubre de 1906 a través de una carta que había escrito unos días antes. Meliá se lamentaba porque estaban desapareciendo distintas publicaciones obreras. La causa no habría que encontrarla en la persecución de las autoridades, aunque bien sabemos que muchos autores de artículos, como al propio Meliá le ocurriría unos años después, podían ser perseguidos por sus escritos, dadas las restricciones a la libertad de expresión del sistema político de la Restauración, y más a partir de la aprobación de la Ley de Jurisdicciones, que llevaba ante la jurisdicción militar todo presunto delito contra la “patria” y el ejército. El problema principal de “La Revista Socialista” era realmente económico, la crisis que afectaba de lleno en el público lector obrero. Pero Meliá no se quejaba de esto, ya que los trabajadores no eran culpables de la crisis. Además, consideraba que, a pesar de todo, la publicación conservaba un público fiel de lectores suficiente para ir sosteniéndose hasta mejores tiempos. Pero en los últimos meses se había producido toda una debacle en el sostén financiero de la publicación a cuenta de los corresponsales. Meliá afirmaba literalmente que “el dinero de nuestros periódicos sirve para aliviar las calamidades domésticas de algunos corresponsales”.

La deuda de la revista era considerable. Meliá estaba dispuesto a emprender una campaña de acuerdo con todas las publicaciones del Partido contra estos “malos correligionarios” que deshonraban el nombre del socialismo. No deja de llamar la atención que Meliá explique que la causa última del desastre económico de la publicación tenía que ver con la quiebra de los principios de solidaridad y fraternidad, tan caros del socialismo.

Podemos consultar la carta en el número correspondiente de “El Socialista”. Sobre la prensa obrera hemos publicado varios trabajos, pero sigue siendo imprescindible la lectura del documentadísimo catálogo de la exposición El Socialista (1886-2011). Prensa y Compromiso Político, que publicó la Fundación Pablo Iglesias en noviembre de 2011. También se hacen imprescindibles las consultas de la ficha de Meliá en el Diccionario Biográfico del Socialismo Español, y la introducción de Enrique Moral Sandoval a la edición digital de “Vida Socialista” (Barcelona, 1996).

Por fin, es fundamental la consulta del trabajo de J. A. García Alcalá, “La Revista Socialista. 1903-1905”, en el libro colectivo Prensa obrera en Madrid. 1855-1936, Madrid, (1987).

 


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