Entrevista con el escritor Avelino Martínez Granados: “Vivimos más producto de la somnolencia que de la verdadera consciencia”
El escritor y psicólogo alicantino publica “Los dormidos” (Mandala Ediciones, 2025), una novela sobre un futuro que ubica al ser humano en un tiempo de aprendizajes. Martínez Granados es crítico con la forma cómo el ser humano asume su rol ante la vida. Ante la posibilidad de conmocionar con su literatura, responde sin vacilar que “Sin ser un reloj, me gustaría tener la facultad de despertar”.

Pregunta: – ¿El mundo que tenemos superó a la literatura distópica?
Respuesta: – La distopía pretende reflejar una alienación futura. Y quizás el ego no nos permita darnos cuenta de las situaciones que vivimos, creyendo que son normales. Si adoptáramos perspectiva en nuestro análisis social, tal vez veríamos que la realidad actual es ya suficientemente distópica como para estar entretenidos buscando una ficción peor.
P: – ¿Definirías a “Los dormidos” como una novela distópica?
R: – Al estar ambientada en un futuro a ciento cincuenta años vista, no sigue esas reglas. El planteamiento de esta novela es inverso: una sociedad mucho más avanzada, en un tiempo posterior, analiza cómo era la vida antes del Gran Accidente, reflejando así nuestra sociedad actual como una distopía.
P: – Uno de los temas de tu libro es el poder. ¿Cuáles son las formas de poder que cuentas?
R: – Aunque intenten persuadirnos de que la democracia es el mejor sistema de poder posible, considero que esa postura es limitada. No deberíamos aceptar ese término para describir lo que realmente debería ser: la organización y dirección de una sociedad. No desde el poder en sí, sino desde la búsqueda del bien común, mediante criterios colaborativos y ayudando a cada individuo a encontrar su propio aprendizaje existencial.
P: – Ludas, el protagonista de tu historia, ¿es, de alguna forma, tu alter ego?
R: – Aunque no en la forma, sí tal vez en el fondo, escribo para compartir lo que, a través de mi trabajo, descubro en la esencia del ser humano. Por eso, aunque la ficción difiera de la realidad, uso los diálogos como herramienta para proyectar distintas formas de analizar la vida. Mi idealismo lo comparto con la convicción de Ludas. ¿Habrá alguien a quien no le gustaría vivir en la sociedad que describe la novela?
P: – Más allá del título de tu novela, ¿crees que de verdad estamos “Dormidos”?
R: – Responder a esto es delicado, pues implica no herir sensibilidades.
Un planeta en el que hace más de 100 años la física cuántica inició el estudio —y posterior comprobación— de que somos energía, pero que aún se rige por un paradigma científico materialista… ¿qué significa esto?
Un mundo donde las mayores potencias económicas son el armamento, la farmacología y las drogas… ¿es el reflejo de una sociedad despierta?
A partir de estos planteamientos, todas las demás formas de entender la vida parecen más producto de la somnolencia que de la verdadera consciencia.
P: – ¿Cuál es el letargo más peligroso que padece la humanidad?
R: – Entiendo que (el problema) es la falta de comprensión sobre lo que somos y para qué estamos aquí. Para mí, esa es la clave. Aun si fuésemos solo materia y con la muerte todo terminara, la vida, tal como está programada, quizá sea más un sinsentido de intereses que un proyecto racional. Y si somos energía, la confusión —que nubla nuestra conciencia— nos condena a vivir fragmentados: sin ilusión, con miedo… y, al final, infelices.
P: – De alguna forma, tu literatura invita a un despertar. ¿Te interesa conmocionar a través de tu escritura?
R: – Sin ser un reloj, me gustaría tener la facultad de despertar. Cuando te permites analizar la vida desde otro enfoque, descubres que sí es posible. Es posible dejar atrás juicios, rencores y pensamientos negativos… Es posible perdonar y empatizar. Podemos reprogramarnos en positivo, y eso nos lleva a la expansión de la conciencia, y por ende, a un cambio antes inimaginable. Llegar, a través de la escritura, a ese componente interno que nos sostiene y facilitar la toma de conciencia es, para mí, el objetivo genuino de Los Dormidos.

