David Ramos •  Cultura •  16/10/2025

Benedict Cumberbatch y Dominique Pinon, premiados en Sitges 2025

Benedict Cumberbatch y Dominique Pinon, premiados en Sitges 2025

A mitad de camino del Festival de Sitges 2025, el temporal parece haberse aliado con el cine fantástico. Bajo un cielo encapotado y una lluvia persistente que azota el paseo marítimo, el certamen alcanza su ecuador con una jornada marcada por la emoción y la reverencia al talento. Benedict Cumberbatch recibió el Premi Màquina del Temps, reconocimiento a una carrera que ha sabido moverse entre la elegancia clásica y los abismos de lo insólito. En el mismo escenario, el festival rindió homenaje al actor francés Dominique Pinon, galardonado con el Premio Méliès Career por su inconfundible aportación al cine fantástico europeo.

Aunque la afluencia de público ha menguado respecto al bullicioso fin de semana, las salas siguen vivas gracias a la energía contagiosa de los niños de distintas escuelas de Catalunya, invitados a descubrir el poder del séptimo arte. Así, entre paraguas, relámpagos y aplausos, Sitges continúa celebrando su particular ritual cinematográfico: un refugio donde, incluso bajo la tormenta, miles de asistentes siguen abarrotando las salas.

Con miedo a encoger con tanta agua, nos dirigimos al Auditori a ver el remake de El Increíble Hombre Menguante (1957) a cargo del francés Jan Kounen, director de Dobermann entre otras.
Jan Kounen regresa al género fantástico con una apuesta ambiciosa: reinterpretar el clásico literario de Richard Matheson y dar nueva vida a la inquietante premisa del hombre que mengua sin explicación. Lo hace con Jean Dujardin al frente, un actor que atraviesa buena parte del filme solo, aislado, encogido, desterrado cada vez más del mundo visible, y enfrentado a fuerzas que siempre están por encima, literal y figuradamente, de él. El Hombre Menguante es una película que convence casi en su totalidad: estética cuidada, interpretación sobresaliente y profundo mensaje metafísico. La cinta intenta explorar la fragilidad humana ante lo incontrolable, la soledad, la identidad que se disuelve cuando lo que te rodea te devasta inadvertidamente.

En las catacumbas del Auditori, la sala Llevant acoge la infame sección Brigadoon del festival, con la presencia de títulos independientes y de serie B y clásicos varios, con el aliciente de que se trata de sesiones gratuitas. Allí vimos la película coreana The Ghost Game.
Con ésta su ópera prima, el director surcoreano Son Dong-wan se adentra en el territorio del terror adolescente, combinando lo sobrenatural con la viralidad digital. The Ghost Game propone una premisa relativamente clásica, una sesión de espiritismo falsa que termina desbordándose hasta límites mortales. El resultado es una cinta sucia, con estética de serie B, con un argumento enrevesado plagado de plot twists, que puede confundir al espectador. Ramplona.

Le tocaba el turno a la que probablemente sea la película con más bombo del festival: Good Boy de Ben Leonberg, interpretada por el ya famoso perrito Indy. El punto más potente de Good Boy es su apuesta narrativa: todo lo que sucede se filma desde el punto de vista de Indy. Esa mirada aporta tensión, pues el espectador comparte los sentidos del animal , un olfato, una escucha, una percepción visual distinta, lo que permite que los elementos sobrenaturales resulten más íntimos y perturbadores. Ovación cerrada para Indy al inicio de la proyección en un Prado abarrotado a la 1 de la mañana.

Madrugón tras presenciar las peripecias de Indy para ver una auténtica joya. Reflection in a Dead Diamond es la última película de la dupla francesa formada por Hélène Cattet y Bruno Forzani. Este par de bestias se dedican a reinventar los subgéneros míticos del cine fantástico. En “Amer” (2009) nos regalaron una deconstrucción del Giallo italiano, más tarde le tocaría al western con “Laissez Bronzer les cadavres” (2017) y ahora se atreven con el “Noir”. Las películas de Cattet y Forzani son un placer visual, con una edición exquisita que les ha llevado a tardar 6 años en rodar el filme. Ningún detalle aleatorio, cuidando hasta el más mínimo detalle en una sucesión onírica de imágenes en las que poco importa el argumento. Una delicatessen.

Continuamos con la cinta de animación mexicana Soy Frankelda, de los realizadores Roy y Arturo Ambriz, fundadores del estudio de animación en stop-motion, Casa Fantasma. Soy Frankelda se presenta en Sitges como el primer largometraje mexicano en stop-motion, mezclando fantasía gótica, terror, imaginación desbordada y reflexión sobre la creación artística. Un metraje excesivamente largo y algún número musical un tanto ridículo deslucen el resultado final, pudiendo llegar a aburrir por momentos.

Park Chan-wook presenta película en Sitges y eso garantiza un lleno absoluto en el Auditori.

Con No Other Choice, el realizador de “Old Boy” firma una de sus obras más ambiciosas y actuales: una sátira negra sobre la precariedad laboral, la identidad personal y la violencia que nace de la desesperación cuando las reglas del juego se rompen. No es una película cómoda, ni pretende serlo, pero las dosis justas de humor sirven para romper la amargura de un relato crudo. Para quienes buscan cine que haga pensar, que incomode, que desafíe la idea de “lo que uno haría en situaciones extremas”, No Other Choice es de lo más sugerente de esta edición.

Dominique Pinon

Festival de Sitges /