Lois Pérez Leira •  Cultura •  15/12/2020

Víctor Bassuk: La pasión por el cine

Estudió cine en la Escuela del Instituto Nacional de Cine (CERC, actualmente ENERC) y trabajó en producción en cine, publicidad, televisión, y alguna incursión por los conciertos y el teatro.

Fue productor de Leonardo Favio en “Gatica, el Mono” y “Perón, Sinfonía del Sentimiento”.

Víctor Bassuk: La pasión por el cine

Como funcionario del INCAA, crearon, durante la gestión de Jorge Coscia la Gerencia de Asuntos Internacionales logrando en un corto tiempo un importante posicionamiento del cine argentino en el mundo. Fue también Director Ejecutivo de la Comisión Argentina de Filmaciones entre 2007 y 2009 logrando el período de mayor cantidad de rodajes extranjeros en nuestro país.

Asesor en la Comisión de Asuntos Internacionales de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación en temas culturales y asesor de la Secretaría de Cultura de la Nación a cargo de programas tales como PAMPA (Programa Argentino de Moradas del Pensamiento y el Arte) y DEFENSA-CULTURA-NACIÓN (ambos en conjunto con el Ministerio de Defensa), la participación de Cultura en Tecnópolis, el Carnaval Federal de la Alegría (reinstalación de los carnavales en 117 municipios de todo el País).

Actualmente volvió a la producción independiente.

¿Cómo valora la situación de la industria cinematográfica Argentina antes de la Pandemia.? 

La situación de la industria cinematográfica antes de la pandemia ya era delicada. En principio, hablar solo de industria cinematográfica es muy limitado, porque el problema es, sin duda, la producción, pero también la comercialización de las películas está en crisis y a esto hay que sumarle la consideración política del sector que en la práctica significa también resolver las cuestiones de diversidad de expresiones, es decir la preservación identitaria frente a los embates globales. Además, están las cuestiones de formación profesional, formación de públicos, los festivales. Bien, todos los aspectos vinculados al cine habían entrado en crisis.

Una buena parte de esa crisis correspondía a una crisis mundial producto del cambio de los modos de producción y distribución originales. El auge de las plataformas y todo eso. Pero la verdad es que nosotros tuvimos una década de crecimiento exponencial que arrancó con un énfasis arrollador allá por el 2002/2003, y ya en los últimos tiempos estábamos muy perdidos en el rumbo de lo que había que hacer.

¿La etapa de Macri deterioro el desarrollo cinematográfico? 

En el 2015 esta pérdida del rumbo se exacerbó. En principio, lo que parecía una lógica consecuencia de un cambio de políticas, sabíamos que nos enfrentaríamos a un debilitamiento del rol del Estado, a una concentración de la actividad en pocas productoras y a un retroceso en materia de diversidad e integración. Eso tal vez era lo que se esperaba de la primer gestión macrista del INCAA, la de Alejandro Cacetta, pero se encontraron con un ejecutivo formado en la escuela de las majors, pero que había comprendido el mundo de la coexistencia entre la producción hegemónica con las PyMES de producción nacional independiente. Al final de cuentas era un hombre de la producción. Y fue reemplazado por su vice Ralph Haiek que venía de la televisión, las señales, los negocios por sobre los contenidos. De hecho casi ni se hablaba de contenidos sino de “formatos”. Haiek era un extraño al hecho cinematográfico y a la gestión política y entendió el INCAA como un negocio, es decir, no entendió nada. Y la consecuencia lógica fue la de un fracaso rotundo en todas las disciplinas del cine.

¿En medio de esta tremenda situación de Pandemia que se necesitaría hacer? 

La pandemia nos sorprende en un caos absoluto. Era una situación mucho más complicada que el desastre recibido en 2002. Porque en el 2002 todo estaba por hacerse, pero al hacernos cargo y poner manos a la obra, el desarrollo explosivo de nuestro cine hizo crecer las estructuras y los deseos de los pibes de dedicarse a esta actividad. Éramos un par de miles y pasamos a ser diez veces mas de los que éramos.

Entonces las soluciones que se requieren frente al caos dejado por la gestión macrista son mucho más onerosas y tajantes.

Ahora bien, las soluciones hay que verlas de a una, aunque sean muchas, y eso en buen criollo significa generar una política. Porque algunas áreas no están peor, incluso algunos factores son favorables. En pandemia se multiplicó el público de cine en las plataformas. En todas. En Netflix pero también en Cine.Ar, solo por nombrar una internacional y una oficial. La educación a distancia se optimizó mucho en este tiempo pandémico. Los festivales pueden mantenerse a un valor mucho mas bajo. Lo que quiero decir es que no todo es un panorama desolador. La pandemia nos permitió a muchos arreglar los desperfectos de casa. Para el INCAA también es la oportunidad de poner las cuentas al día.

E imaginar. Imaginar en cada caso soluciones creativas, que para eso somos profesionales de crear escenarios que solo existen en la imaginación de unos pocos. Imaginación. Coraje, profesionalismo y responsabilidad son los valores propios de la gente de cine. Y esta gestión tiene esas condiciones. Pero estamos comenzando a ver que, además un funcionario debe tener una base ideológica poderosa y conocimientos de los mecanismos del Estado. Esas condiciones deben ser reforzadas.

La recuperación de las industrias culturales entre ellas el Cine ¿puede ser uno de los puntales para recuperar la economía argentina? 

De ninguna manera pienso que el éxito de las industrias culturales pueda existir sin un contexto de crecimiento del País. Podemos aportar una importante cuota al incremento de los beneficios de las actividades industriales, pero no hay modo de ganar si todos los demás pierden. Las industrias culturales reditúan en lo económico, en la autoestima ciudadana, en el prestigio internacional. Somos indispensables para los objetivos de crecimiento de la Argentina. Pero solo como parte de un todo mucho mayor.

La muerte de Leonardo Favio y ahora la de Pino Solanas, ¿es la muerte del cine nacional y popular? 

La reciente dolorosa pérdida de Pino Solanas, a 8 años de la partida de Leonardo Favio nos deja sin “monstruos sagrados” al cine independiente, comprometido con lo popular, pero particularmente a los peronistas que hacemos cine. Si. Se fueron los mejores de nosotros. Pero pensar que la muerte de estos dos admirados, amados artistas se cargan al cine nacional y popular es como pensar que retirado Maradona del fútbol se acaba el fútbol. El cine que amamos seguirá existiendo. Tal vez no del mismo modo. Tal vez no con la misma fuerza. O si, quién sabe. Eso solo depende que lo que mantengamos vivo sea el legado. Las películas, por supuesto, pero por sobre todo el sentido, los sueños de una sociedad más justa, libre y soberana. Y todo esto contado desde la belleza.

Usted trabajo mucho con Leonardo Favio. ¿Cómo era dirigiendo? 

Muchas veces me preguntaron, dada mi profunda relación con Leonardo Favio, cómo era Favio dirigiendo. Hay algo paradójico: los que hacemos producción casi nunca estamos en el momento de toma. Cuando el director dice “acción” nosotros dejamos alguien para ver que no haya dificultades, pero ya estamos preparando lo que viene, o pagando, o atendiendo proveedores, o haciendo gestiones. Vivimos muy intensamente los preparativos, pero difícil que estemos escuchando al director marcando actores. Y, a mi juicio, dirigir es, por sobre todo lo demás, dirigir actores. Sin embargo, en esos preparativos hay mucho intercambio de ideas. Y ahí conocemos la otra faceta del director. La de generar climas. Favio generaba climas mágicos. Esto que te voy a contar lo hicieron otros después de él. Leonardo elegía concienzudamente la música para que se pase en la locación de rodaje mientras se preparaba el set. Entonces repetía permanentemente un tema. El Adagio de Albinoni era muy habitual. La elección tenía que ver con el clima que quería lograr. Y, claro, después de dos horas de escuchar el Adagio, los eléctricos, los asistentes, hasta los choferes de los camiones se movían al ritmo de la música. Y la silbaban o la tarareaban. Favio creía mucho en eso de la repetición constante de algo para hacerlo parte de uno. Como una letanía. Supongo que debe ser algo que aprendió pasando entre los dedos las cuentas del rosario. Tenía siempre un rosario.

Y el resultado era único, maravilloso.

¿Siguen surgiendo Favios o Solanas? 

No. Por suerte no pueden surgir mas Favios ni Solanas. Desde ya, porque fueron únicos e irrepetibles. Pero también porque no hay modo en cine de hacer dos veces la misma toma. Vos podes copiar la luz, los temas, los tratamientos. Incluso podes querer hacer de nuevo Nazareno o Sur. Pero Juan José Camero ya no es el pibe de una belleza celestial que era, ni tenes un Alfredo Alcon. Ya no está, por mucho que nos duela, el Polaco Goyeneche. Pero además ya no existe el clima del regreso. Ni el regreso a la democracia ni el regreso de Perón. Y esas películas marcaron una época porque estaban marcadas por las épocas. Favio tiene hermosos artistas que cantan como él. Que lo imitan. Hay en toda América imitadores de Leonardo. Algunos incluso son excelentes. Pero todos saben, comenzando por ellos mismos, que rinden un tributo.

Yo espero que haya siempre jóvenes que recojan las banderas y las enseñanzas de Pino y de Leonardo. Pero que construyan nuevas identidades con la herencia recibida.

La carta de Cristina dónde dice que hay funcionarios que no funcionan. ¿También se podría aplicar para el cine? 

Si. Sin duda. Hay funcionarios de cine que no funcionan. Creo que me estás preguntando puntualmente sobre Puenzo. Eligió un equipo soñado. Es el Barcelona del 2009. Aunque también avaló y confirmó varios funcionarios del macrismo que han demostrado que como fracaso son un éxito. A Puenzo le toca una época que nos descolocó a todos y es lógico que haya tardado en entender donde estaba. Pero pasó el tiempo y continuamos con pulso cero. También sospecho que se la cree demasiado y no admite diálogo. Y que se equivocó en muchas cosas. No lo conozco personalmente. Pero esta falta de conocimiento es gran parte del problema. A Puenzo no lo conozco yo ni una inmensa mayoría del cine independiente porque no nos permite conocerlo. No digo que nos escuche con la atención y el esmero que le brindó a Reed Hasting, el CEO de Netflix. Pero somos la razón de ser del Fondo de Fomento Cinematográfico, algo de bola nos merecemos. Intentó irse por la puerta grande de la presidencia de la CAACI (las autoridades de cine de Iberoamérica) donde alguna vez tuvimos una voz muy autorizada. Pero no porque los funcionarios anteriores fuéramos unos genios, sino porque representábamos un cine que cada día era más importante. Porque los funcionarios solo ayudamos a que se hagan películas y se vean. No somos protagonistas, somos humildes asistentes de los artistas. Esto puede ser una idea lógica, pero una lógica que parece no entrar en los discursos egotistas que venimos escuchando.

¿Qué planes tiene para el día después de la pandemia? 

¡Qué difícil hacer planes para el día después de la pandemia! Yo regresé a la producción. Estoy con varios proyectos. Casi todos son para después de la pandemia o adaptados a lo que sería si hoy volvemos a filmar. La incertidumbre de no saber hasta cuándo debemos convivir con la peste nos vuelve muy flexibles en los planes. Todo lo que presento tiene dos versiones: en pandemia y post pandemia. Por suerte hoy hay muchos recursos digitales para superar las dificultades técnicas desde una computadora.

En su vida profesional usted estuvo muy ligado a Jorge Coscia. ¿Cómo es posible que un cineasta y gestor como el, no haya sido tenido en cuenta por el gobierno de Alberto Fernández? 

Precisamente este miércoles pasado Jorge Coscia recibió de manos del Ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, el premio Rosa de Cobre que otorga la Biblioteca Nacional. Un premio muy importante que recibieron personalidades como Juan Gelman y que la gestión nefasta de Avelluto discontinuó y la primera personalidad elegida para reinstalarlo es Jorge Coscia en su faceta de poeta. Porque Jorge es un artista múltiple. Creo que la punta del compás la tiene puesta en el cine, pero es también un notable escritor y poeta, es pintor y algunas actividades mas ligadas al arte y la comunicación que quienes lo conocemos de hace mucho pudimos disfrutar: conductor de radio y productor de puestas teatrales y musicales. En fin, Jorge es como el sabio que describe José Ingenieros en Las Fuerzas Morales, es de los que descansan de ejecutar pensando y descansan de pensar ejecutando.

Ese premio se lo iba a entregar Alberto Fernández en persona, no pudo ser porque ocurrió el episodio del regreso de Bolivia donde la comitiva presidencial toda debió ser hisopada.

Pero entiendo que tu pregunta va dirigida al por qué no ocupa un cargo público de relevancia. Bueno, podemos deducir de lo ocurrido el miércoles que no es porque no sea valorado y querido. La política es compleja y a veces injusta con sus mejores hombres. Me consta una excelente relación entre Jorge y Alberto Fernández de cuando Alberto era Jefe de Gabinete de Néstor. Ambos son del grupo primigenio de Cafayate. No tengo una respuesta certera a tu pregunta. Puedo hacer especulaciones, pero no tengo una certeza de los motivos. Y conjeturar puede ser otro modo de injusticia.

¿Que aportó la aparición de Netflix en el mundo audiovisual? 

Netflix es un emergente de la época. Ya es casi una metáfora de la globalización comunicacional. Y existe porque así es el mundo en que vivimos. El problema no es Netflix, sino los cortesanos que con tal de entrar en palacio entregan el alma. Entonces, en vez de hacer políticas para que Netflix no se fagocite las películas identitarias, libres, revolucionarias, de autor o como quieras llamarlas; desde un lugar de poder se pelean para sentarse al lado de su CEO a explicarles a los cineastas argentinos cómo hacer películas Netflix. Y ponen al CEO de Netflix por encima del Estado nacional, de la identidad y del propio Dios.

Y cuando aparecen películas ligadas a los funcionarios en la grilla de Netflix, es difícil resistirse a la idea de que esa es la respuesta a por qué tanto amor a su CEO.

Los cineastas independientes de Argentina no queremos que desaparezca Netflix, pero hacemos lo que podemos porque Netflix no nos desaparezca a nosotros.

¿Qué película o serie nos recomendaría ver en este largo romance con el aparato televisivo? 

Para que vea que no hay ningún encono con Netflix, le voy a recomendar lo mejor de Netflix. Porque hay buen cine. Escaso, pero hay. Me gustó mucho Margarita with a strow. Las series históricas son excelentes: Vikingos, los Tudor. Y una producción con serios baches de guion, pero que retrata un momento muy importante de la historia como es la batalla de Teutoburgo. La serie se llama Barbaros y es de visión imprescindible pese a sus fallas. Por otro lado, saliendo de Netflix, pocas películas tan lindas para ver como La Boya de Fernando Spiner o Sueño en otro idioma, una joya del cine mexicano.

Por último, ¿cuál es el futuro del Cine Argentino? 

Hoy, como están las cosas, el futuro del cine argentino es profundamente incierto.

Se dice, peyorativamente, que el cine argentino es “incaadependiente”, y hay mucho de cierto en esa afirmación, solo me molesta el modo de expresarlo que tiene bastante mala intención. En todo caso, el destino del cine argentino está profundamente vinculado a la ley de cine, que es una gran ley, pero como es una ley de 1994 se esgrime irresponsablemente el argumento de que es vieja, caduca, que no responde a las necesidades de la época.

Lo cierto es que la ley de cine es la garante mas certera que tenemos de poder conservar una manifestación independiente de nuestra identidad en el terreno audiovisual. El cambio nos deja en la incertidumbre y con amplias posibilidades de retroceder en la historia de nuestra conquista de derechos.

El destino del cine argentino es el destino de los directores, de los productores, de los técnicos, de los actores, de los programadores de festivales, de los distribuidores, de las escuelas de cine, de los diferentes cluster de realización distribuidos en el país, de los trabajadores del INCAA, de los animadores, de los carpinteros, de los críticos. Si nos va bien a todos, le va bien al cine. Lo demás: las alfombras rojas, los oscares, los grandes discursos, los que logran pasear con una Ferrari en Los Ángeles, esos son logros personales que, aunque lleven la palabra Argentina a los diarios, no siempre significa el triunfo del cine nacional.