Laura M. Lechuga, investigadora del Instituto Catalán de Nanotecnología: “Nuestros nanodispositivos detectan tumores en una sola gota de sangre”
Esta doctora en Química ha desarrollado biosensores capaces de detectar en minutos biomarcadores asociados a cánceres como el de pulmón o el de ovario. Las aportaciones Laura M. Lechuga han sido reconocidas con el Premio Fundación Lilly de Investigación Biomédica Preclínica 2025.

Diagnosticar el cáncer nunca ha sido un proceso sencillo: requiere técnicas de laboratorio lentas y costosas, además de personal cualificado. Ahora, gracias al desarrollo de unos biosensores que utilizan fotones, los expertos podrían identificar marcadores epigenéticos de tumores de forma rápida y eficaz.
Este ha sido el proyecto de la galardonada con el Premio Fundación Lilly de Investigación Biomédica Preclínica 2025, Laura M. Lechuga, quien también ha aplicado sus innovaciones a la detección temprana de infecciones causadas por virus y bacterias.
En la actualidad, es profesora de investigación del CSIC y dirige el grupo de Nanobiosensores y Aplicaciones Bioanalíticas en el Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología (ICN2) de Barcelona.
¿Qué le llevó a estudiar la nanofotónica?
Fui una de las primeras científicas en realizar una tesis sobre dispositivos biosensores. Más tarde, durante mi estancia posdoctoral en Holanda, descubrí las posibilidades de la fotónica a escalas muy reducidas. Pensé que con ella podría crear un dispositivo competitivo para la detección rápida de enfermedades.
En aquel momento, España aún no contaba con un sistema científico robusto. Trabajar en laboratorios más avanzados me permitió aprender y traer esta nueva tecnología, lo que me llevó a formar mi propio equipo de investigación aquí.
¿Qué son estas herramientas y cómo funcionan?
Existe un biosensor muy común que todos usamos, aunque pocos conocen su nombre técnico: el de glucosa. Los nuestros, en cambio, se basan en un principio físico que utiliza la luz y marcadores específicos para realizar análisis selectivos de forma rápida.
¿Imaginaba que podrían convertirse en un método para detectar el cáncer?
Al principio no veía tantas posibilidades. Sabíamos del sensor de glucosa, pero las aplicaciones reales de nuestra tecnología se revelaron con el tiempo. En nuestras herramientas nanofotónicas alcanzamos una sensibilidad única: en una sola gota de muestra podemos detectar la presencia de una bacteria o una célula cancerosa.
¿Qué implicaciones médicas tiene?
Los biosensores pueden emplearse para detectar enfermedades como el cáncer, además de infecciones bacterianas o víricas. Su principal ventaja es que requieren un volumen mínimo de muestra. En lugar de varios tubos de sangre, basta con una gota, lo que hace los exámenes médicos menos molestos.
También pueden ser de gran ayuda en cuidados intensivos, donde los pacientes se monitorizan continuamente. Imagínate poder diagnosticar de inmediato a una persona en riesgo de morir. Permitiría tomar decisiones terapéuticas de forma más rápida y eficaz.
¿Por qué la luz?
Creamos microchips similares a los de los teléfonos móviles o los ordenadores, pero en lugar de circular electrones, lo hacen fotones de luz. A ese microcircuito añadimos un receptor biológico que detecta lo que queremos analizar. Cuando lo encuentra, se produce un cambio en la luz que circula por el dispositivo. Esa variación es la que estudiamos para cuantificar la huella del biomarcador o del patógeno en la muestra.
¿Qué repercusión puede tener para el tratamiento del cáncer?
En el cáncer, lo esencial es la detección precoz. Cuanto antes se identifica, antes se pueden eliminar las primeras células tumorales. Nuestro objetivo es ayudar a detectar la enfermedad antes de los primeros síntomas.
Quizá no podamos evitar el cáncer, pero sí detectarlo a tiempo e impedir su progresión. En fases tempranas se aplican tratamientos menos agresivos para eliminar las células dañinas.
¿Podéis monitorizar la respuesta del paciente al tratamiento?
Sí, lo hacemos con antibióticos. Observamos si el número de bacterias patógenas aumenta o disminuye para evaluar la efectividad de un tratamiento. Además, podemos medir la concentración del medicamento en sangre y ajustar mejor las dosis. Esto resulta clave porque depende mucho de cada persona: su edad, tamaño, peso y posibles afecciones.
¿Qué retos tuvo que superar para llevar a cabo sus análisis?
Hubo muchos obstáculos científicos y tecnológicos. Era una investigación multidisciplinar que unía física, química, ingeniería y biología, con implicaciones médicas. Tuvimos que crear un equipo diverso en el que todos los miembros pudieran entenderse y colaborar.
Además, trabajábamos con tecnologías sofisticadas que requerían instalaciones especiales y la cooperación del ámbito clínico para identificar los problemas que queríamos resolver con el diagnóstico precoz.
¿Sintió frustración al intentar escalar esta investigación?
Sí. Para reunir a ese equipo multidisciplinar, tuve que convencer a muchas personas para unirse a mí en una aventura nueva. Antes, la ciencia pura interesaba más y se valoraba sobre todo publicar. Fui una de las primeras en crear una spin-off en España, y aunque al principio parecía un logro, luego llegaron las dificultades. La clave está en no desfallecer y trabajar cada día.
Además, ser mujer no facilita las cosas. En cuanto destacas, surgen comentarios que entorpecen tu labor. A menudo tienes que demostrar el doble o el triple para alcanzar tus objetivos, ya sea en la carrera, en las investigaciones o en la obtención de premios.
¿Ha experimentado conductas machistas en este sector?
El machismo está en todas partes; no creo que exista un sector libre de él. Está impregnado en la sociedad, y la investigación no es una excepción. La ciencia ha estado tradicionalmente dominada por hombres, y eso se nota en los puestos de responsabilidad. Aunque ahora hay tantas mujeres como hombres, muchas siguen en escalafones inferiores.
¿Cuáles son los próximos pasos?
Me encantaría que estos dispositivos llegaran al mercado y se usaran de forma masiva. No solo los míos, sino también los de todos los que trabajamos con biosensores. Esta tecnología podría ayudar a personas con enfermedades crónicas a realizar controles diarios.
Para quienes nos dedicamos a este campo, el legado ya está aquí: la demostración práctica de nuestros dispositivos ha tenido una repercusión internacional. Estoy satisfecha de haber contribuido con mi granito de arena.
Fuente: SINC
