José Luis Yela •  Ciencia •  18/08/2017

Advertencia de los científicos mundiales a la humanidad: un segundo aviso

La Unión de Científicos Preocupados -y demandantes de ciencia en favor de un planeta saludable y un mundo más seguro- (http://www.ucsusa.org/), de la que formo parte, ha redactado un segundo manifiesto de advertencia sobre el estado del planeta, ahora que se cumplen 25 años de la publicación del primer manifiesto. El manuscrito está en prensa en BioScience. Se está solicitando la adhesión de aquellos científicos que estén de acuerdo en que para evitar la miseria generalizada causada por el daño catastrófico que estamos infligiendo a la biosfera, la humanidad debe practicar una alternativa de vida más sostenible desde el punto de vista ambiental que la practicada hasta ahora. Naturalmente, he firmado.

Advertencia de los científicos mundiales a la humanidad: un segundo aviso

El texto traducido del artículo es el siguiente:

“World scientists’ warning to humanity: a second notice (http://scientistswarning.forestry.oregonstate.edu/sites/sw/files/Ripple_et_al.%20_8-11-17_scientists_warning.pdf).

William J. Ripple, Christopher Wolf, Mauro Galetti, Thomas M Newsome, Mohammed Alamgir, Eileen Crist, Mahmoud I. Mahmoud, William F. Laurance y #,### cofirmantes de ### países (Una lista completa de cofirmantes puede encontrarse en “materiales suplementarios”). BioScience, 2017.

Hace veinticinco años, la Unión de Científicos Preocupados y más de 1500 científicos independientes, entre ellos la mayoría de los premios Nobel vivos de ciencias, redactó la “Advertencia de los científicos del mundo a la humanidad” de 1992 (http://www.ucsusa.org/about/1992-world-scientists.html; versión española en http://actionbioscience.org/esp/ambiente/worldscientists.html). Estos profesionales de prestigio hicieron un llamamiento a la humanidad para reducir la destrucción ambiental y advirtieron de que “se requiere un gran cambio en nuestra gestión de la Tierra y de la vida en ella, si se quiere evitar una inmensa miseria humana”. En su manifiesto, afirmaron que estamos en el curso de una colisión con el mundo natural. Expresaron su preocupación por los daños reales, potenciales o inminentes sobre el planeta Tierra, que implican el agotamiento del ozono y de la disponibilidad de agua dulce, el colapso de las pesquerías marinas, la aparición de zonas muertas en los océanos, la pérdida de bosques, la destrucción de la biodiversidad, el cambio climático y el crecimiento continuo de la población humana. Argumentaron que eran necesarios cambios fundamentales con urgencia para evitar las consecuencias que traería nuestro presente ritmo.

Los autores de la declaración de 1992 temían que la humanidad estuviera degradando los ecosistemas de la Tierra más allá de sus capacidades para mantener la red de la vida. Describieron cómo nos acercamos rápidamente a muchos de los límites tolerables por el planeta sin sufrir un daño sustancial e irreversible. Suplicaron por una estabilización de la población humana, describiendo cómo nuestra enorme población -inflada en 2 mil millones de personas desde 1992, un aumento del 35 por ciento- ejerce presiones sobre la Tierra que pueden superar cualquier esfuerzo por lograr un futuro sostenible (Crist et al., 2017). Demandaron que redujéramos las emisiones de gases de efecto invernadero y elimináramos los combustibles fósiles, redujésemos la deforestación e invertiésemos la tendencia hacia el colapso de la biodiversidad.

En el 25 aniversario de su llamada, miramos hacia atrás a su advertencia y evaluamos la respuesta humana durante este tiempo, examinando los datos de las series temporales disponibles. Desde 1992, con la excepción de la estabilización de la capa de ozono estratosférico, la humanidad no ha logrado progresos suficientes para resolver los desafíos ambientales. Por el contrario, y alarmantemente, la mayoría de ellos han empeorado mucho (figura 1, cuadro suplementario S1). Especialmente preocupantes son la trayectoria actual del catastrófico cambio climático antropogénico debido al aumento de los GEIs por la quema de combustibles fósiles (Hansen et al., 2013), la deforestación (Malhi et al., 2008) y la producción agropecuaria – particularmente de rumiantes para el consumo de carne; Ripple et al., 2014). Además, hemos desencadenado un evento de extinción masiva, el sexto en aproximadamente 540 millones de años, en el que muchas formas de vida actuales podrían aniquilarse o al menos ser puestas en peligro de extinción para finales de este siglo.

A la humanidad se le está dando ahora un segundo aviso, ilustrado por estas alarmantes tendencias (figura 1). Estamos poniendo en peligro nuestro futuro al no reprimir nuestro intenso, aunque heterogéneo geográfica y demográficamente, consumo material, y al no percibir el crecimiento rápido y continuo de la población como motor primario responsable de muchas amenazas ecológicas e incluso sociales (Crist et al., 2017). Al no limitar adecuadamente el crecimiento de la población, reevaluar el papel de una economía basada en el crecimiento, reducir los gases de efecto invernadero, incentivar las energías renovables, proteger el hábitat, detener la pérdida de biodiversidad ni restringir la avenida de especies exóticas invasoras, la humanidad no está tomando las medidas urgentes necesarias para salvaguardar nuestra biosfera en peligro.

Como la mayoría de los líderes políticos responden a la presión, los científicos, los pensadores influyentes a través de los medios y la sociedad civil deben insistir en que sus gobiernos tomen medidas inmediatas como imperativo moral para las generaciones humanas actuales y futuras y para el resto de los organismos. A través de una oleada de esfuerzos organizados desde la base, una oposición obstinada a no poner solución adecuada puede ser superada y los líderes políticos obligados a hacer lo correcto. También es hora de reexaminar y cambiar nuestros comportamientos individuales, incluida la limitación de nuestra propia tasa de reproducción (idealmente al nivel de reemplazo como máximo) y reducir drásticamente nuestro consumo per cápita de combustibles fósiles, carne y otros recursos.

El rápido descenso mundial durante los últimos años de las sustancias que agotan el ozono demuestra que podemos lograr cambios positivos cuando actuamos con decisión. También hemos logrado avances en la reducción de la pobreza extrema y el hambre (www.worldbank.org). Otros progresos notables (que aún no aparecen en los conjuntos de datos mundiales de la figura 1) son la rápida disminución de las tasas de fertilidad en muchas regiones, atribuible a las inversiones en educación de niñas y mujeres (www.un.org/esa/population), la prometedora disminución de la tasa de deforestación en algunas regiones y el rápido crecimiento del sector de las energías renovables. Hemos aprendido mucho desde 1992, pero el avance de la política ambiental, el de aspectos clave del comportamiento humano y el de las desigualdades sociales mundiales aún están lejos de producirse en la dirección e intensidad mínimas deseables.

Las transiciones hacia la sostenibilidad se llevan a cabo de diversas maneras y todas requieren de la presión de la sociedad civil y de la argumentación basada en pruebas, así como de un liderazgo político decidido, una comprensión sólida de los instrumentos de la política, de los mercados y de otros facotres determinantes. Doce ejemplos específicos de pasos diversos y efectivos que la humanidad puede dar incluyen:

1) dar prioridad a la promulgación de reservas conectadas, bien financiadas y bien administradas, que cubran una proporción significativa de los hábitat terrestres, marinos y aéreos del mundo;
2) mantener las funciones de los ecosistemas, deteniendo la degradación de bosques, pastizales y otros hábitat nativos;
3) reconstruir regiones con especies nativas, especialmente depredadores de final de cadena trófica, para reparar daños;
4) desarrollar y adoptar instrumentos políticos adecuados para remediar la diezmación de la biodiversidad, la caza furtiva y la explotación y el comercio de especies amenazadas;
5) reducir la cantidad de alimento desperdiciado mediante la educación y mejores infraestructuras;
6) promocionar cambios en la dieta en pos de una mayoría de alimentos de origen vegetal;
7) reducir aún más las tasas de fertilidad, asegurando que las mujeres tengan acceso a
servicios voluntarios de planificación de la familia, especialmente cuando todavía faltan dichos recursos;
8) aumentar la educación al aire libre para los niños centrada en la naturaleza, así como fomentar la apreciación de la naturaleza en la sociedad;
9) desinversión de inversiones financieras y compras para fomentar un cambio ambiental positivo;
10) idear y promover nuevas tecnologías ecológicas y adoptar masivamente fuentes de energía renovable, a la vez que eliminar los subsidios a la producción de energía mediante combustibles fósiles;
11) revisar nuestra economía para asegurar que los precios, la fiscalidad y los sistemas de incentivos tienen en consideración los costes reales que los patrones de consumo imponen a nuestro ambiente; y
12) estimar un tamaño de población humana sostenible y científicamente defendible a largo plazo, mientras se urge a las naciones y líderes para apoyar este objetivo vital.

Para evitar la miseria generalizada y la pérdida catastrófica de biodiversidad, la humanidad debe practicar una alternativa de vida más sostenible desde el punto de vista ambiental a la que es habitual. Esta alternativa fue articulada por los principales científicos del mundo hace 25 años, pero en muchos aspectos no hemos escuchado su advertencia. Pronto será demasiado tarde para cambiar el curso de los acontecimientos y alejarlo de nuestra trayectoria fallida; el tiempo se agota. Debemos reconocer, en nuestra vida cotidiana y en nuestras instituciones de gobierno, que la Tierra, con toda la vida que alberga, es nuestro único hogar.

Imagen1

Figura 1. Tendencias en el tiempo de las cuestiones ambientales críticas identificadas en este tabajo. Los años anteriores y posteriores a la Advertencia de los Científicos de 1992 se muestran en gris y negro, respectivamente. La Figura 1a muestra las emisiones de los gases de halógeno, asumiendo una constante natural de 0.11 Mt CFC-11-equivalente por año. En el panel (c) se muestra la variación de la tasa de capturas marinas desde mediados de los años noventa; hay que tener en cuenta que, al mismo tiempo, el esfuerzo pesquero ha ido en aumento (Tabla suplementaria S1). El índice de abundancia de vertebrados en (f) se ha ajustado para el sesgo geográfico, pero incorpora relativamente pocos datos de países en desarrollo, donde los estudios son más escasos; entre 1970 y 2012, los vertebrados disminuyeron un 58 por ciento (las poblaciones de agua dulce, marina y terrestre disminuyeron en un 81, 36 y 35 por ciento, respectivamente) (Tabla suplementaria S1). En (h) se muestran las medias de cinco años. En (i), “rumiantes” consiste en ganado bovino, ovejas, cabras y búfalos. Téngase en cuenta que los ejes y no comienzan en cero, y es importante inspeccionar el rango de datos al interpretar cada gráfico. El porcentaje de cambio para cada variable, desde 1992,
supone (a) -68.1%, (b) -26.1%, (c) -6.4%, (d) + 75.3%, (e) -2.8%, (f) 28,9%, (g) + 62,1%, (h) + 167,6%, (i) humanos: + 35,5%; rumiantes + 20,5%. Descripciones adicionales de las variables y sus tendencias, así como de las fuentes de la figura 1, se encuentran en la
Tabla suplementaria S1.

Agradecimiento
Peter Frumhoff y Doug Boucher, de la Unión de Científicos Preocupados, así como las siguientes personas, mantuvieron discusiones enriquecedoras, comentarios o compartieron datos para este artículo: Stuart Pimm, David Johns, David Pengelley, Guillaume Chapron, Steve Montzka, Robert Diaz, Drik Zeller, Gary Gibson, Leslie Green, Nick Houtman, Peter Stoel, Karen Josephson, Robin Comforto, Luke Painter, Rodolfo Dirzo, Guy Peer, Peter Haswell y Robert Johnson.

Referencias
Crist E, Mora C, Engelman R. 2017. The interaction of human population, food production, and biodiversity protection. Science 356: 260–264.
Hansen J, et al. 2013. Assessing “dangerous climate change”: Required reduction of carbon emissions to protect young people, future generations and nature. PLOS ONE 8: e81648.
Malhi Y, Roberts JT, Betts RA, Killeen TJ, Li W, Nobre CA, 2008. Climate change, deforestation, and the fate of the Amazon. Science 319: 169–172.
Ripple WJ, Smith P, Haberl H, Montzka SA, McAlpine C, Boucher DH. 2014. Ruminants, climate change and climate policy. Nature Climate Change 4: 2–5. doi:10.1038/nclimate2081

Material suplementario
Agotamiento del ozono, Figura 1a. Durante la década de 1970, las sustancias químicas producidas por seres humanos que agotan el ozono, principalmente clorofluorocarbonos, fueron debilitando rápidamente la capa de ozono. En 1987, los gobiernos del mundo se unieron y firmaron el Protocolo de Montreal de las Naciones Unidas, un intento mundial para abordar esta cuestión. Las emisiones de gases halogenados (sustancias que agotan el ozono y sus fuentes naturales) alcanzaron su punto máximo a finales de los años ochenta, y desde entonces han
disminuido significativamente, gracias al cumplimiento del protocolo (Figura 1a]. El agotamiento global del ozono ya no está aumentando y se espera que ocurra una importante recuperación de la capa de ozono a mediados de este siglo (Hegglin et al., 2014).
Disminución de la disponibilidad de agua dulce, Figura 1b. La disponibilidad per cápita de agua dulce es inferior a la mitad de los niveles de principios de la década de 1960 (Figura 1b, AQUASTAT 2017), existiendo muchas personas en todo el mundo que sufren de falta de agua limpia y fresca. Esta falta de disponibilidad de agua en condiciones es debida casi enteramente al acelerado ritmo de crecimiento de la población humana. Es probable que el cambio climático tenga un impacto abrumador en la disponibilidad de agua dulce a través de la alteración del ciclo hidrológico. En el futuro, la escasez de agua será perjudicial para los humanos, afectando a todo desde agua potable, salud humana o depuración hasta producción de cultivos para la alimentación.
Pesquerías marinas insostenibles, Figura 1c. En 1992, el total de capturas marinas fue igual o superior al rendimiento máximo sostenible y las pesquerías estaban al borde del colapso. Los datos recopilados de series temporales muestran que las capturas pesqueras mundiales alcanzaron un máximo de 130 millones de toneladas en 1996 y han estado disminuyendo desde entonces (Gráfico 1c). Los descensos ocurrieron a pesar del aumento del número de barcos pesqueros industriales y pese a que los países desarrollados se desplazan para pescar en aguas de los países en desarrollo (Pauley Y Zeller 2016, actualizado).
Zonas muertas oceánicas, Figura 1d. Zonas costeras muertas, causadas principalmente por la escorrentía de fertilizantes y el uso de combustibles fósiles, dejan muertas grandes franjas de vida marina. Las zonas muertas con aguas hipóxicas son un factor estresante
sobre los sistemas marinos, y los lugares identificados como tales han aumentado drásticamente desde los años 60, con más de 600 sistemas afectados en 2010
(Figura 1d de Díaz y Rosenberg 2008, actualizada).
Pérdida del bosque, Figura 1e. Los bosques del mundo son cruciales para conservar el carbono, la biodiversidad y el agua dulce. Entre 1990 y 2015, el área forestal total disminuyó de 4.128 a 3.999 millones de hectáreas, con una pérdida neta de 129 millones de ha, que es aproximadamente el tTamaño de Sudáfrica (Figura 1e). La pérdida de bosques ha sido mayor en los países tropicales en desarrollo donde los bosques se están convirtiendo ahora en terreno agrícola (FAO 2015).
Disminución de la biodiversidad, Figura 1f. La biodiversidad del mundo está desapareciendo a un ritmo alarmante y las poblaciones de vertebrados
se están derrumbando rápidamente (World Wildlife Fund 2016). Peces , anfibios, reptiles, aves y mamíferos disminuyeron entre todos un 58% entre 1970 y 2012 (Figura 1f). Aquí mostramos un Índice de Planeta Vivo ponderado por la diversidad que se ha ajustado para el sesgo taxonómico y geográfico teniendo en cuenta el número estimado de especies dentro regiones biogeográficas y la diversidad relativa de especies dentro de ellas (McRae et al., 2017). Las poblaciones de agua dulce, marina y terrestres disminuyeron un 81%, 36% y 35% respectivamente (McRae et al., 2017).
Cambio climático, Figura 1g, Figura 1h. Las emisiones globales de dióxido de carbono provenientes de combustibles fósiles han aumentado considerablemente desde 1960
(Figura 1g, Boden et al., 2017). En relación con el promedio de 1951 a 1980, la temperatura media anual de la superficie, de manera paralela a las emisiones de CO2, también han aumentado rápidamente, como lo demuestra la anomalía de la temperatura media a 5 años (Figura 1h, Instituto Goddard de la NASA para Estudios del Espacio (GISS) 2017). Los 10 años más calurosos en el registro de 136 años se han producido desde 1998. El año más reciente del que tenemos datos, 2016, se sitúa como el más cálido registrado.
Crecimiento de la población, Figura 1i. Desde 1992, la población humana ha aumentado en aproximadamente 2 mil millones de individuos, lo que supone un 35% de cambio (Figura 1i, FAOSTAT 2017). Es improbable que la población humana mundial deje de crecer durante este siglo y hay una alta probabilidad de que la población mundial crezca desde los 7 mil 200 millones de personas hasta entre 9.6 y 12.3 mil millones hacia 2100 (Gerland et al., 2014). Al igual que en la población humana, la población de rumiantes domésticos, que tiene su propio conjunto de impactos ambientales y climáticos, ha aumentado en las últimas décadas a aproximadamente 4 mil millones de individuos en tierra (Figura 1i, FAOSTAT 2017).

Referencias para la Figura 1 and para la Tabla suplementaria S1.
Figura 1a, Hegglin, M. I., D. W. Fahey, M. McFarland, S. A. Montzka, and E. R. Nash. 2015. Twenty questions and answers about the ozone layer: 2014 Update: Scientific assessment of ozone depletion: 2014. World Meteorological Organization, Geneva, Switzerland.
Figura 1b, AQUASTAT. 2017. AQUASTAT – FAO’s Information System on Water and Agriculture. http://www.fao.org/nr/aquastat/.
Figure 1c, Pauly, D., and D. Zeller. 2016. Catch reconstructions reveal that global marine fisheries catches are higher than reported and declining. Updated. Nature Communications 7:10244.
Figura 1d, Diaz, R. J., and R. Rosenberg. 2008. Spreading Dead Zones and Consequences for Marine Ecosystems. Updated. Science 321:926–929.
Figure 1e, Food and Agriculture Organization of the United Nations. 2015. Global forest resources assessment 2015. http://www.fao.org/forest-resources-assessment/en/.
Figure 1f, World Wildlife Fund. 2016. Living planet report 2016: risk and resilience in a new era.
McRae, L., Deinet, S. and Freeman, R., 2017. The Diversity-Weighted Living Planet Index: Controlling for Taxonomic Bias in a Global Biodiversity Indicator. PloS one, 12(1), p.e0169156.
Figure 1g, Boden, T. A., G. Marland, and R. J. Andres. 2017. Global, regional, and national fossil-fuel CO2 emissions, Carbon Dioxide Information Analysis Center, Oak Ridge National Laboratory. US Department of Energy, Oak Ridge, Tenn., USA 2009. doi 10.3334/CDIAC 1.
Figure 1h, NASA’s Goddard Institute for Space Studies (GISS). 2017. Global Temperature.
https://climate.nasa.gov/.
Figure 1i, FAOSTAT. 2017. FAOSTAT Database on Agriculture.

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La tesis defendidas en este texto, tanto como las defendidas en la versión original de hace un cuarto de siglo (http://actionbioscience.org/esp/ambiente/worldscientists.html), coinciden con las que manifiesta el ecosocialismo, que aquí en España respaldan personas como Carlos Taibo o Jorge Riechmann. Éstas representan la antítesis del ecofascismo, que es la ideología que anima abiertamente al exterminio de gran parte de la población, para beneficio de las élites. El ecosocialismo postula todo lo contrario, es decir, busca la manera de que toda la población actual, por desmesurada que sea, pueda vivir bien, pero de una manera sostenible. En todo caso, para lograrlo hay que prevenir que el ritmo de crecimiento poblacional siga siendo el que es ahora mismo. Como es natural, donde debe decrecer más es donde no lo ha hecho todavía. La única vía de plantear soluciones viables al enorme problema actual que representa la presión humana sobre la Tierra no pasa más que por enfrentarse directamente con él, elaborando diagnósticos certeros y asumiendo las consecuencias.

Las propuestas ecosocialistas propugnan también lo contrario de lo que están favoreciendo en este momento los gobiernos de derecha, ya sean neoliberales o socialdemócratas, aunque no lo hagan de forma tan vehemente o explícita. Los doce puntos propuestos en el documento que se recoge aquí han sido contestados uno por uno por el PP español, por poner el ejemplo que más de cerca nos toca, que ha lanzado medidas total o parcialmente opuestas durante las dos últimas legislaturas (por no citar lo ocurrido anteriormente). A eso me refiero cuando afirmo reiteradamente que gobiernos como el del PP abogan por políticas claramente insostenibles, por más que se llenen la boca de soflamas a favor de la sostenibilidad. Algo que, por otro lado, también hace el PSOE, aunque con algo más de disimulo.

Por otro lado, el documento que se discute aquí es más directamente aplicable a aquellas sociedades donde la democracia está más arraigada y el pueblo tiene cierto poder de decisión a través de sus representantes. La presión sobre el estamento político, por la que aboga el manifiesto, solo es posible cuando el nivel de conciencia, o educación, ambiental es suficiente; en España estamos muy lejos de haber alcanzado una situación como esa, de manera que el ciudadano medio puede calificarse sin ambages de semianalfabeto ambiental. Por otro lado, una presión sobre el estamento político solo produce resultados apreciables en sociedades democráticamente maduras. Aquí ya se ve la presión que puede ejercerse, virtualmente cero, cuando tras cientos de escándalos de corrupción manifiestos prácticamente todos los cargos han esquivado los efectos de la justicia y siguen campando por sus respetos. El ciudadano está completamente al margen de la toma de decisiones, y además de eso se manifiesta totalmente intoxicado por la potente propaganda pro institucional (dado su penoso grado de instrucción, de la que el espíritu crítico brilla por su ausencia).

¿Qué pensar, pues, de las reacciones que pueden tener sociedades del mundo preindustrial, aquellas explotadas prioritariamente por el neocolonialismo de los países más industrializados, que son mayoritarias? Un manifiesto como éste, ¿nace con vocación de éxito o ha sido producido por aquellos científicos que, conscientes de la extrema gravedad del problema, quieren al menos dejar su conciencia tranquila?

Fuente: https://verdencina.wordpress.com/2017/08/15/advertencia-de-los-cientificos-mundiales-a-la-humanidad-un-segundo-aviso/


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