César Pérez Navarro •  Memoria Histórica •  13/08/2017

Manifestación por el aniversario de la matanza de Badajoz: 14 de agosto

Concentración en el cementerio de San Juan Bautista de Badajoz.
Acto homenaje a los asesinados y represaliados por el golpe militar de 1936.

Manifestación por el aniversario de la matanza de Badajoz: 14 de agosto

La Reforma Agraria acometida por la II República en 1936 resultó insuficiente para muchas poblaciones campesinas bien formadas y concienciadas de sus derechos sociales. Mientras la burguesía y los restos de la nobleza medieval acaparaba tierras, en lugar de invertir en desarrollo industrial como se hacía durante esos años en diversos países europeos, el desempleo agrario crecía. El 25 de marzo de 1936, entre 60.000 y 80.000 campesinos convocados por la Federación Nacional de Tra­bajadores de la Tierra (FNTT) de UGT y la CNT ocuparon unas 3.000 fincas en 280 pueblos de Cáceres y Badajoz en un breve lapso de tiempo. Como en Andalucía, en Extremadura se extendían inmensos latifundios poblados por un campesinado que trabajaba de sol a sol con unas condiciones laborales de mera subsistencia. La ocupación de los campesinos no tardó en legalizarse por orden del Instituto de Reforma Agraria de la República.

La veganza de los señoritos terratenientes y la represión sistemática ordenada desde la cúpula militar no se hizo esperar tras el golpe de estado contra el gobierno democrático de la II República. El 12 de agosto de 1936 las tropas del General Yagüe asaltaron Badajoz dejando tras de sí un balance de 3.800 muertos. El periodista estadounidense Jay Allen escribió para el Chicago Tribune:

«Esta es la historia más dolorosa que me ha tocado escribir. La escribo a las cuatro de la madrugada, enfermo de cuerpo y alma, en el hediondo patio de la Pensión Central, en una de las tortuosas calles blancas de esta empinada ciudad fortificada. Nunca más encontraré la Pensión Central y nunca querré hacerlo. Vengo de Badajoz, a algunas millas de aquí, en España. Subí a la azotea para mirar atrás. Vi fuego. Están quemando cuerpos. Cuatro mil hombres y mujeres han muerto en Badajoz desde que la legión y los moros del rebelde Francisco Franco treparan por encima de los cuerpos de sus propios muertos para escalar las murallas tantas veces empapadas de sangre. Intenté dormir. Pero no se puede dormir en una sucia e incómoda cama en una habitación que está a una temperatura similar a la de un baño turco, donde los mosquitos y los chinches te atormentan igual que los recuerdos de lo que has visto, con el olor a sangre en tu propio cabello y una mujer sollozando en la habitación de al lado».

«Miles fueron asesinados sanguinariamente después de la caída de la ciudad (.) desde entonces de 50 a 100 personas eran ejecutadas cada día. Los moros y legionarios están saqueando. Pero lo más negro de todo: la «policía internacional» portuguesa está devolviendo gran número de gente y cientos de refugiados republicanos hacia una muerte certera por las descargas de las cuadrillas rebeldes (.) Aquí [en la plaza de la catedral] ayer hubo un ceremonial y simbólico tiroteo. Siete líderes republicanos del Frente Popular fueron fusilados ante 3.000 personas (.) Todas las demás tiendas parecían haber sido destruidas. Los conquistadores saquearon según llegaron. Toda esta semana los portugueses han comprado relojes y joyería en Badajoz prácticamente por nada (.) los que buscaron refugio en la torre de Espantaperros [torre medieval de Badajoz] fueron quemados y fusilados.»

Víctimas de la represión quemadas en el cementerio tras su fusilamiento en la plaza de toros.

Desde el primer día de ocupación fascista, se sucedieron las matanzas por las calles de la ciudad, incluso de niños, a cargo de soldados moros.​ El mismo día 14, Yagüe ordenó el confinamiento de todos los prisioneros -la mayoría civiles- en la plaza de toros. Según diversas crónicas, se instalaron focos en los tendidos para iluminar la arena, y esa noche, comenzaron las ejecuciones indiscriminadas en masa y sin juicios previos.

“Por supuesto que los matamos. ¿Qué esperaba usted que continuara con 4.000 prisioneros o que los dejara libres para que Badajoz fuera roja otra vez?”, contestó el sanguinario general Yagüe a la pregunta del ‘New York Herald Tribune’ sobre lo sucedido.

Testimonio del historiador Francisco Espinosa Maestre: «estuvieron recogiendo cadáveres tres días, y para hacer menos viajes, los colocaban de pie en los camiones».

 

Nada queda ya de la histórica plaza de toros. El gobierno de Rodríguez Ibarra ni barajó la idea de un gran archivo nacional o centro de interpretación para recuerdo del genocidio fascista en la ciudad, como pedía el movimiento memorialista. Hace ya 19 años la plaza fue demolida para levantar uno de tantos palacios de congresos, a pesar de tratarse de un edificio catalogado y con protección estructural. La contribución al pacto de silencio y olvido a través de la destrucción de lugares emblemáticos del genocidio, como esta plaza o decenas de campos de concentración franquistas por todo el país, es evidente.


genocidio franquista /  Matanza de Badajoz /