Ana Sánchez / Resumen Latinoamericano •  Memoria Histórica •  06/06/2019

Mujeres del Cordobazo: «Fue un verdadero bautismo para las que nunca abandonamos la lucha”

Lina Averna, obrera de ILASA, es la autora de la frase. A ella y a sus compañeras se las recuerda como «las de los guardapolvos verdes» que bajaban desde el noreste de la ciudad hacia las calles del centro, para sumarse a las movilizaciones. En el Cordobazo hubo muchas “Linas”, muchas a quienes la lucha, les transformó la vida.

Mujeres del Cordobazo: «Fue un verdadero bautismo para las que nunca abandonamos la lucha”

El 29 de Mayo de 1969 la ciudad de Córdoba amaneció con un paro general de 36 horas, convocado por la CGT. La eliminación del sábado inglés incentivó la oposición obrera a los planes económicos de la dictadura de Onganía, que intentó implementar un programa económico liberal a la medida del capital concentrado y de los organismos internacionales.

El hartazgo fue generalizado. La movilización empezó por la mañana, encabezada por las columnas de los sindicatos SMATA, Luz y Fuerza, UOM y UTA, que avanzaban desde sus lugares de trabajo hacia el centro de la ciudad. También se sumaban empleados públicos, bancarios, judiciales, municipales y de comercio. Junto a los obreros industriales estaban los estudiantes universitarios.

Entre todos ellos, estaban ellas. Algunas habían sido parte de la preparación del paro junto a sus compañeros de trabajo, otras se sumaban, solidarias, con las columnas universitarias y otras lo hacían espontáneamente, desde sus casas, cuando empezaban a ver llegar las columnas decididas a entrar en la ciudad.

“En Córdoba se empezó a gestar un movimiento grande de protesta contra el gobierno de facto de Onganía, que colmó la paciencia cuando se quiso derogar el sábado inglés” [1], cuenta Lina Averna. Y recuerda: (…) “me tocó ‘hacer la punta’ en el abandono de tareas el 29 a las 10.30. Estábamos todas juntas y me acuerdo de la alegría que teníamos. Me animaría a decir que el Cordobazo fue un verdadero bautismo para las que nunca abandonamos la lucha” [2].

Maria Cristina Salvarezza, quien en aquellos años era estudiante de Arquitectura también suma su relato: “Nosotros, como estudiantes, cuando se prepara la movilización del Cordobazo teníamos asignado un rol. A la Facultad de Arquitectura, creo que también Ingeniería y Derecho, nos tocó el norte de la ciudad (…) Estábamos organizados, y esto lo remarco, porque aquellos que dicen que el Cordobazo fue espontáneo, se equivocan, no lo fue, y este no es un dato pequeño” [3].

Por su parte, Cuenta Soledad García Quiroga que las docentes también decidieron marchar, a pesar de que el sindicato que las agrupaba no había organizado la participación en la marcha. “Marchamos desde la Delegación Capital (…) mientras nos iba parando la policía; para defendernos les tirábamos bolitas a los caballos. Andábamos todos juntos y la consigna principal era no dejarnos meter en cana. Llegamos a la Avenida Colón sorteando un montón de emboscadas y hacia la tarde tomamos la iniciativa de replegarse a los barrios (…)” [4].

Cuando la dictadura desató la represión y se supo de la muerte del obrero Máximo Mena, se organizó la resistencia. El combate fue enorme: batallas callejeras y barricadas en cada esquina, mientras tanto, comenzaba la organización para frenar la represión.

“Nuestra casa, en ese tiempo, estaba en Barrio Altamira y la gente salió a prender fuego en la plaza, como forma de apoyo en las barricadas del centro y del Clínicas, que fueron los últimos en abandonarlas” [5], cuenta Avelina Ferramola, trabajadora de la Cooperativa de Cŕeditos de Córdoba.

Luego de estos combates, el Ejército entró en la ciudad y, ya entrada la noche, se enfrentó a los francotiradores que desde los techos de las casas, cubrían el repliegue de los manifestantes. A esta altura, ya nada sería igual.

Setentistas

Dice Ana Noguera que “la presencia de las mujeres en el espacio público y en la lucha política reconoce una larga trayectoria en nuestro país, pero durante la década del 60 y 70 tomó un impulso arrollador, masivo (…)” [6]. Y continúa afirmando que por aquellos años “las y los jóvenes pusieron en tela de juicio pautas éticas, políticas, morales socialmente hegemónicas y, desde discursos contestatarios y rupturistas, criticaron al estado, las instituciones eclesiásticas, la familia patriarcal, la sexualidad, las relaciones entre los sexos, entre otras cuestiones” [7]

Hay que tener en cuenta que el espacio más común para la mujer seguía siendo el hogar y las tareas domésticas, ya que, en general, los salarios del obrero eran suficientes para la subsistencia familiar, sin la necesidad imperiosa de complementarse con otro salario, lo que explicaba que, en gran medida, el espacio público siguiera siendo un ámbito varonil.

Además en nuestro país todavía no existía ni el derecho al divorcio ni a la patria potestad compartida, conquistas que se lograron recién a la salida de la última dictadura militar. La píldora, como método anticonceptivo, recién empezaba a popularizarse. Los derechos sexuales y reproductivos se convertirían rápidamente en un reclamo de las mujeres, quienes se encontrarían a los antiderechos de siempre: la Iglesia Católica y los sectores más conservadores, a los que se sumaría el propio Perón, que siendo presidente, prohíbió por decreto la venta libre de anticonceptivos en 1974.

Si decimos que el Cordobazo abrió una etapa revolucionaria en nuestro país, no podemos desconocer que esto implicó una serie de transformaciones sobre los “roles” que se esperaba que cumplieran los varones y las mujeres, en un contexto internacional en el que se estaba desarrollando el feminismo de la segunda ola.

Gran parte de esta transformación se puede percibir entre las mujeres trabajadoras. A pesar de haber tenido poca voz en la historia, en muchos casos ellas fueron protagonistas, junto a sus compañeros varones, de estas batallas que se darán a lo largo de la década del 70, cuando la clase trabajadora estuvo a la ofensiva.

Si bien en Córdoba, la presencia de las mujeres en la industria no fue masiva, sí hubo muchas que participaron activamente de las movilizaciones del 29 de mayo y que luego, siguieron organizadas. Entre ellas se cuentan obreras de industrias que tenían mayoritariamente trabajadoras mujeres por su destreza para ciertos procesos productivos, como era el sector del calzado, del vidrio y la producción de cables para autos Renault en la planta ILASA. También empleadas domésticas agrupadas bajo el sindicato de personal de casas de familia ( SINPECAF), las bancarias, las empleadas de comercio, las enfermeras y las docentes, entre otras.

Para muchas de ellas el Cordobazo implicó un antes y un después en sus vidas.

“Tuvimos en la mano la revolución” [8], dice Avelina Ferramola. “Salí del limbo, entré al mundo real“ [9], afirma Reyna Carranza. Y es que la participación de las mujeres en el Cordobazo implicó un quiebre. Si bien no intervinieron en el movimiento con consignas propias como mujeres y todavía no se desarrollaban espacios propios de organización femenina, las trabajadoras eran parte de la organización sindical y del naciente clasismo, sumando a los reclamos del conjunto de los trabajadores, por ejemplo, la necesidad de pelear por la igualdad salarial.

“Nos hacían convenios por separado de los varones” [10] , denuncia Lina Averna, y continúa, “después supimos que ellos, no solo cobraban más, sino que tenían los puestos más calificados” [11] María Cristina Salvarezza reflexiona: “las mujeres luchaban al lado de los hijos, por la reivindicación de los hijos; al lado de los hombres, por la reivindicación de los hombres, y al lado de los obreros, porque eran las mismas reivindicaciones sindicales que las de ellas” [12]

Esta nueva etapa de ascenso que se abre con el Cordobazo, va a tener a muchas de ellas en la vanguardia de organización política, sindical y estudiantil. Una nueva época en que las mujeres rompen el espacio de lo privado, hacen política, se organizan, militan, toman fábricas y universidades, hacen huelgas y forjan así una tradición que debe ser puesta en valor.

Ser mujer, ser obrera

Aquellas mujeres que participaron del Cordobazo siendo obreras, transformaron las normativas culturales sobre lo que debía ser y hacer la mujer en la época y se abrieron paso en un mundo que, hasta ese momento, había sido mayormente masculino.

El mismo trabajo en la fábrica las diferenció del resto de las mujeres, porque rompían con el precepto de que “el lugar de la mujer es la casa” y esto podía verse en algo tan pequeño como la vestimenta; por ejemplo, la que entraban a trabajar en fábricas, cambiaba la tradicional pollera por el pantalón. “[Antes] No usábamos pantalones tampoco, usábamos pollera (…) Yo me puse pantalones cuando tuve que entrar a trabajar a la fábrica porque teníamos que trabajar de pantalones” [13]

Las fábricas de calzado, como la marca Lucas Trejo, tenía un cuerpo de delegadas, la mayoría eran mujeres. Por las características de la actividad, la mayor parte de sus trabajadoras eran mujeres y además, por su ubicación geográfica, estaban influenciadas por los metalmecanicos. “La mayor cantidad de talleres y fábricas de calzado se concentraban en el sureste de la ciudad de Córdoba, sobre todo en barrio Colón y San Vicente. Por su ubicación territorial, tuvieron muchos contactos con los clasistas de Fiat” [14].

“En Lucas Trejo, al igual que en muchas otras fábricas del sector, la arbitrariedad patronal era una constante. Pero en 1971 las bases comenzaron a organizarse y a reclamar sus derechos. El inicio del conflicto sucedió cuando la patronal despidió a al subdelegado (…)” [15]. Luego de sentirse el repudio de las bases obreras, la patronal tomó revancha, cerró la fábrica, puso un cordón policial al frente y entregó 170 telegramas. Las mujeres se pusieron al frente de la lucha contra los despidos. Por eso, “un par de días más tarde, un grupo de unas 20 personas “patoteó” a unas 400 obreras del calzado que se habían congregado en una asamblea en el hall del local de la CGT regional; exigían un plan de lucha contra los despidos. “Hubo disparos de armas de fuego y bombas de estruendo, combinadas con golpes de puño y puntapiés a algunas trabajadoras que estaban en la escalera del local (…) Los trabajadores de bases del calzado se enfrentaban a la cúpula de su propio sindicato, alineada al peronismo “ortodoxo”, y eran apoyados por la CGT regional y otros sindicatos, alineados al peronismo combativo, al sindicalismo “independiente” y clasista» [16]. Nacía la oposición sindical a la cúpula de la CGT, nacía el clasismo, y las tenía a ellas como protagonistas.

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En otras fábricas del sector la situación no era muy distinta. Cuenta Marta Aguirre que “en la fábrica de calzados “La Madonnina” que estaba por la zona de Parque Las Heras, el dueño era Pedro Arancio y hacíamos zapatos de hombre. Yo manejaba una máquina que era como una pulidora, para que después pudieran pegar las suelas. Éramos muchas mujeres aunque también habia varones que hacían los cortes grandes del cuerpo. Trabajábamos 8 horas y yo me sentía bien porque era la primera experiencia en una fábrica y además cobrábamos por mes. Aunque había mucha diferencia entre los sueldos de varones y los nuestros , en esa época no hacíamos reclamos, pero a medida que avanzaba el tiempo empezamos a percibir muchas injusticias; por ejemplo nosotras debíamos pagarnos la comida, y almorzar arriba de las máquinas poniendo un papelito debajo (…) no estábamos agremiadas” [17].

La autopartista ILASA también empleaba mayoría mujeres. A ellas las llamaban las obreras de verde, porque con sus guardapolvos verdes bajan a las movilizaciones que se daban en el centro de Córdoba, generando un gran impacto por ser tantas mujeres en un gremio casi exclusivamente varonil. También por ser las primeras mujeres de Córdoba en tomar una fábrica. Lina Averna cuenta que “nuestro sueño era convertirnos en las primeras mujeres de Córdoba en tomar una fábrica. Y al final lo logramos, pero fue desṕues del Cordobazo, en 1970” [18]

En su recuerdo, la experiencia fue muy dura “estábamos cansadas de tener tanta diferencia salarial con los de IKA-Renault que ganaban casi el doble. La toma duró tres días que fueron tremendos, apalearon a todos los metalúrgicos y después vino lo peor, los despidos de todas las delegadas y activistas” [19].

En el marco de estas pelas que se daban en el gremio, aparece la primera mujer de la comisión directiva del SMATA, de la mano de la Lista Marrón, con la recuperación del gremio. “Nunca había estado una mujer ahí. (…) Ahora yo te puedo asegurar que los hombres nunca más nos llevaron por delante ahí” [20].

Norma, delegada del Sindicato del Vidrio, recuerda la impronta y la valentía de las mujeres de su sindicato para enfrentar a los burócratas. Las mujeres activistas eran luchadoras, de “ir más al frente que el hombre” y de tirar piedras a las patotas de burócratas.

Ella cuenta que “éramos seis mujeres y un hombre [delegados]. Por supuesto que el hombre era como el hermanito menor que jugaba y nosotros exigíamos.… asambleas (…) Aparte es como que la mujer digamos, vá más al frente que el hombre, por lo menos en ese momento pasó eso. Aparte éramos mayoría mujeres” [21].

En las fábricas del vidrio también se empleaba a muchas mujeres, pero sin ninguna seguridad en los espacios de trabajo. Como denuncia Susy Carranza, [22] que por aquellos años era delegada, las condiciones de trabajo eran terribles: manipulaban materiales en un horno de 400 grados de calor, sin delantales ni guardapolvos de amianto, sin medidas de protección mínimas.

Reflexiones

Podemos decir entonces que el Cordobazo fue el inicio del fin para la dictadura de Onganía. Aquellas jornadas constituyeron una verdadera semi-insurrección de masas que inauguró una etapa caracterizada por el protagonismo activo de la clase obrera, la juventud y el pueblo pobre, entre quienes se cuentan las mujeres, muchas de ellas, vanguardia en este proceso.

Con estos ejemplos se busca demostrar que las mujeres trabajadoras fueron un sujeto activo en lo que fue el último ascenso obrero de la historia de nuestros país. Si bien no hay investigaciones profundas que aporten detalles precisos sobre cómo participaron las mujeres y, en particular, las trabajadoras, queremos recuperar aquí algunas experiencias que permiten afirmar que las mujeres dejaron su marca y que para ellas, el Cordobazo también significó una puerta de entrada a la vida política y a pensar la posibilidad de la revolución.

Además, es importante remarcar que ya en las vísperas del Cordobazo algunas eran delegadas y muchas de ellas intervinieron organizadas en el paro del 29 de mayo de 1969, tanto en el movimiento obrero como en el movimiento estudiantil. Esta experiencia de las mujeres, aunque no fue masiva, constituyó un germen que se desarrollará en los años posteriores.

Estas vivencias, transformaron sus vidas por completo. En los años posteriores al Cordobazo, muchas de ellas organizaron, junto a sus compañeros, las tomas de fábrica, las movilizaciones, las lucha contra los planes de ajuste de la dictadura y contra la represión, se enfrentaron a la burocracia sindical y algunas llegaron a ser delegadas y dirigentes sindicales.

Por eso, aquí no solo queremos homenajear a aquellas enormes mujeres del Cordobazo, sino que también queremos apropiarnos de sus experiencias de lucha y organización para reflexionar acerca de los caminos que debemos tomar para desarrollar toda la fuerza que venimos demostrando las mujeres, en Argentina y en el mundo, para terminar de una vez y para siempre con este sistema de opresión y explotación.

[1] Bibiana Fulchieri en Diario “La voz” en su edición del 26/05/2019

[2] Ídem

[3] Ídem

[4] Ídem

[5] Ídem

[6] Ana Noguera en El cordobazo de las mujeres de Bibiana Fulchieri, Editorial Las Nuestras, Córdoba, 2018.

[7] Ídem.

[8] Bibiana Fulchieri, El Cordobazo de las mujeres, Editorial Las Nuestras, Córdoba, 2018.

[9] Ídem

[10] Ídem

[11] Ídem.

[12] Ídem.

[13] Elena, Rosario “Onel”, delegada de ILASA, integrante del Movimiento de Recuperación Sindical – Lista Marrón del SMATA, entrevista realizada en Córdoba el 16/09/2010 y 30/09/2010 por Laura Ortiz. en http://www.aletheia.fahce.unlp.edu.ar/numeros/numero-4/articulos/memorias-que-hacen-historia.-la-cultura-obrera-y-sus-tradiciones-en-la-provincia-de-cordoba-durante-la-decada-del-setenta.

[14] María Laura Ortiz, Activistas clasistas en las fábricas del calzado de la Córdoba revolucionaria
(1969-1975) en http://www.cehti.com.ar/sites/default/files/inline-files/Ortiz.pdf.

[15] Ídem

[16] Ídem

[17] Bibiana Fulchieri, El Cordobazo de las mujeres, Editorial Las Nuestras, Córdoba, 2018.

[18] Ídem.

[19] Ídem

[20] Ana María Rodríguez, delegada de ILASA y delegada paritaria, integrante del Movimiento de Recuperación Sindical – Lista Marrón del SMATA. Entrevista realizada en Córdoba el 30/09/2010 por Laura Ortiz en http://www.aletheia.fahce.unlp.edu.ar/numeros/numero-4/articulos/memorias-que-hacen-historia.-la-cultura-obrera-y-sus-tradiciones-en-la-provincia-de-cordoba-durante-la-decada-del-setenta

[21] Norma, delegada del Sindicato del Vidrio (Córdoba). Entrevista realizada en Córdoba el 24/08/2011 por Laura Ortiz en http://www.aletheia.fahce.unlp.edu.ar/numeros/numero-4/articulos/memorias-que-hacen-historia.-la-cultura-obrera-y-sus-tradiciones-en-la-provincia-de-cordoba-durante-la-decada-del-setenta

[22] Suplemento Las12 21/09/2007 en https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-3615-2007-09-21.html

Fuente: La Izquierda Diario


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