Redacción •  Actualidad •  29/07/2025

CCOO rechaza un acuerdo comercial UE–EEUU humillante y empobrecedor

El sindicato advierte de la oportunidad perdida para avanzar hacia una Europa más fuerte, cohesionada y con una verdadera autonomía estratégica. “Una Europa verdaderamente autónoma habría exigido condiciones recíprocas y protegido su tejido industrial frente a la asimetría impuesta”.

CCOO rechaza un acuerdo comercial UE–EEUU humillante y empobrecedor

El reciente acuerdo comercial alcanzado entre la Unión Europea y Estados Unidos representa un retroceso significativo para los intereses de las personas trabajadoras europeas y una oportunidad perdida para avanzar hacia una Europa más fuerte, cohesionada y con verdadera autonomía estratégica. Este pacto supone un fracaso sin paliativos de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y es una capitulación de la UE frente a las presiones proteccionistas de la administración estadounidense, liderada por Donald Trump. 

CCOO rechaza un acuerdo humillante y empobrecedor que en lugar de permitir que Europa priorice su soberanía económica y social supone un desequilibrio estructural y la pérdida de soberanía comercial, con la imposición de un arancel general del 15% a las exportaciones europeas hacia EE.UU. sin reciprocidad significativa, afectando sectores clave como la automoción, los productos farmacéuticos, los semiconductores y la agricultura, que son fundamentales para el empleo en Europa. Este desequilibrio no solo perjudica a las personas  trabajadoras de estos sectores, sino que también socava la capacidad de la UE para negociar en igualdad de condiciones. Este pacto refleja una subordinación de los intereses europeos a los estadounidenses, contradiciendo el principio de autonomía estratégica que debería guiar las relaciones comerciales de la UE. Una Europa verdaderamente autónoma habría exigido condiciones recíprocas y protegido su tejido industrial frente a la asimetría impuesta.

El compromiso adoptado por la UE de adquirir combustibles fósiles estadounidenses por 640.000 millones de euros en tres años es especialmente alarmante. Este acuerdo no solo perpetúa la dependencia energética de Europa, trasladándola de Rusia a EE.UU., sino que también contradice los objetivos de transición ecológica de la UE, lo que constituye una evidente falta de visión estratégica. Desde CCOO, denunciamos que esta medida compromete la soberanía energética europea y retrasa la inversión en energías renovables, esenciales para una autonomía estratégica real. Una Europa con visión de futuro debería priorizar la descarbonización y el desarrollo de cadenas de suministro sostenibles, en lugar de aceptar acuerdos que refuerzan su vulnerabilidad geopolítica.

El acuerdo legitima una estrategia comercial basada en el unilateralismo y la amenaza de escalada arancelaria, lo que debilita aún más el marco multilateral de la Organización Mundial del Comercio (OMC). CCOO defiende un sistema comercial global basado en reglas justas que respeten los derechos de los trabajadores y promuevan el desarrollo sostenible. La UE, como actor global, debería liderar la defensa del multilateralismo, no ceder ante tácticas de presión que refuerzan la hegemonía estadounidense. Más Europa significa una UE que impulse un orden comercial internacional que priorice la justicia social y económica, no acuerdos que perpetúen desequilibrios de poder.

Este acuerdo pone de manifiesto además la urgencia de construir una Europa más unida y autónoma estratégicamente. CCOO aboga por una UE que desarrolle una política industrial propia, fortalezca sus cadenas de suministro internas y promueva la reindustrialización sostenible para reducir su dependencia de socios externos como EE.UU. o China. La autonomía estratégica no sólo implica soberanía económica, sino también la capacidad de proteger a las personas trabajadores frente a los efectos negativos de acuerdos comerciales desequilibrados. Esto requiere una mayor integración europea en políticas fiscales, sociales y laborales, así como una voz unificada en la arena internacional que defienda los intereses de la clase trabajadora. Y, por supuesto, la dinamización de la demanda interna europea para enfrentar los retos actuales y futuros, lo que pasa, ineludiblemente, por mejores salarios y políticas que favorezcan la redistribución de la riqueza.


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