Ecologistas lamenta la conversión del caño Guadiamar en una plantación de olivos superintensivos
- La propiedad de Hato Blanco obvia las propuestas de reconversión ofrecidas por el Gobierno y se lanza a transformar la finca en olivar superintensivo.

La gran esperanza de recuperar los aportes hídricos de Doñana pasaba por la recuperación del caño Guadiamar por su trazado original, ocupado en buena parte por la finca de Hato Blanco, en su lugar esa zona de la marisma de Doñana aparece ahora transformada en olivar superintensivo, con lo que la última oportunidad de recuperar la hidrología natural del Espacio Natural se desvanece.
Hato Blanco va a poner en producción miles de olivos superintensivos a base de seguir sobreexplotando las aguas del acuífero de Doñana y de saquear el Guadiamar, con el beneplácito de las administraciones Central y Autonómica, una, responsable de que pueda contar con el agua y la otra, de que se permita la transformación de la marisma en cultivos leñosos.
La demanda de agua del olivar superintensivo es brutal, si en tierras de campiña se precisan dotaciones de unos 2.500 m3 por hectárea, en la marisma la demanda de agua del cultivo se dispara para compensar la salinidad de los terrenos, llegando a duplicar esa cantidad, para lo que la finca dispone de una balsa de más de 1 hm3 que llena con las aguas concesionales y que hasta hace poco completaba con extracciones ilegales del acuífero, por lo que han sido llevados a juicio.
El agua de Doñana va así a parar a olivares superintensivos que arruinan a los pequeños y medianos agricultores andaluces, que ven como los precios de referencia del aceite van cayendo conforme se incorporan al mercado las producciones derivadas de estos olivares superintensivos y como ya no alcanzan a cubrir los costes de producción, llevando al abandono de las tierras con la consecuente pérdida de actividad en la Andalucía rural.
La recuperación del Caño se contemplaba dentro del paquete de propuestas del programa Marco sobre Doñana, pero poco a poco se ha ido abandonando y no parece que se vaya a acometer, al menos recuperando su trazado original, ahora ocupado por estos cultivos superintensivos. Y esta era la última oportunidad para recuperar aportes de aguas superficiales vitales para la marisma que vive este año un espejismo, pero que viene padeciendo una brutal sequía tanto meteorológica como de inactividad administrativa, incapaz de recuperar el caño cercenado en su día para desecar la marisma y que ha supuesto su condena.
Sin una recuperación integral del caño Guadiamar la marisma languidecerá, con años excepcionales como este último, donde hay un llenado artificial de la marisma por contención de las aguas por compuertas que impiden el libre desagüe al río, pero que como consecuencia de no tener un flujo libre, poco a poco van colmatando la marisma hasta que se convierta en un estéril erial.