Redacción •  Actualidad •  30/07/2019

CEAR: «El gran reto de identificar a las víctimas de trata»

  • Los Estados deben responsabilizarse de proteger a las víctimas de trata, un delito inhumano que afecta a mujeres de todo el mundo. La falta de una identificación adecuada está propiciando que muchas sigan siendo vulnerables a las redes de trata incluso en los considerados como países seguros.
CEAR: «El gran reto de identificar a las víctimas de trata»

Comunicado Comisión Española de Ayuda al Refugiado

Ama (su nombre es ficticio, pero su historia es real) tuvo que huir de Costa de Marfil por violencia de género. Primero sufrió agresiones sexuales constantes por parte de su tío y luego a manos de su pareja. Logró huir a Marruecos antes de que acabaran con su vida. Pero allí se encontró de nuevo con la peor cara del ser humano, cuando una persona le ofreció ayuda a cambio de explotarla sexualmente durante dos años. Un calvario insoportable que provocó que huyera por segunda vez, en esta ocasión con destino a España, después de conseguir documentación falsa para poder viajar sin tener que jugarse la vida en el mar.

Por fortuna, en el aeropuerto de Barajas solicitó protección internacional siendo atendida por el servicio jurídico de CEAR e identificada como víctima de trata, lo que impidió que volviera a caer en la espiral que la hubiera puesto de nuevo en el punto de mira de las redes de las que huía, algo que por desgracia suele pasar habitualmente. Pero la odisea de Ama aún no ha terminado, tras más de un año y medio de espera, sigue pendiente de una resolución de la que depende su presente y su futuro más inmediato.

Si no le conceden la protección internacional, algo que pasa a tres de cada cuatro solicitantes de asilo en España, tendrá solo dos opciones: quedarse de forma irregular y vivir en un limbo, sin permiso de trabajo y prácticamente sin derechos; o permitir que la devuelvan a su país de origen, donde podría sufrir represalias a manos de su marido o de las redes de trata con la que contrajo una deuda imposible de pagar, a no ser que caiga de nuevo en sus garras.

El caso de Ama no es extraordinario, sino la triste y dura realidad de muchas mujeres que en su intento de salvar su vida acaban siendo presas de las redes de trata para llegar a un lugar seguro. Desgraciadamente, no todas son detectadas a tiempo y acaban siendo captadas de nuevo, aunque estén supuestamente en un país de los considerados seguros.

“En la primera entrevista en 2001 yo estaba muy asustada y dije lo que la ‘madame’ me dijo. Yo no sabía que era confidencial. En la segunda, en 2014, conté la verdad, incluso lo que me había pasado en España”, cuenta una víctima de trata acogida en Madrid.

Muchas incluso son devueltas a sus países de origen nada más llegar al aeropuerto. Tampoco se libran del Reglamento de Dublín, por el que solicitantes de asilo tienen que permanecer en el primer país europeo al que llegan, sin tener en cuenta que en ese mismo país puede estar presente la red de trata de la que tienen huir a toda costa.

Elena Muñoz, responsable del Servicio Jurídico de CEAR Madrid, apunta algunas claves para que el derecho de asilo se convierta en un escudo contra la trata: “Detección e identificación adecuada cuando llegan a España, atención jurídica especializada, tratamiento diferenciado en cumplimiento del artículo 46 de la Ley de Asilo y la directiva de procedimiento y más plazas que cumplan los requisitos de seguridad y personal especializado para atender a este colectivo”.

Reconocimiento a cuentagotas

A finales de 2016, España comenzó a reconocer el derecho de asilo a las víctimas de trata y a menores que se encontraban a su cargo. Pero aún cada reconocimiento se celebra como una victoria, ya que se detectan muchos casos, pero no se están identificando adecuadamente. En el último año y medio, el equipo jurídico de CEAR ha conseguido que se conceda el estatuto de refugiada a 17 víctimas de trata y sus cuatro hijos menores.

La mayoría de las víctimas son mujeres y niñas con fines de explotación sexual, aunque también se dan casos de explotación laboral. Suelen ser captadas en sus países de origen donde las redes aprovechan situaciones de extrema vulnerabilidad por conflictos o violencia extrema, como es el caso de Nigeria, R.D. Congo, pero también de países centroamericanos.

En ocasiones son igualmente captadas por las redes en países de tránsito, como Marruecos o Libia, en los que sufren una enorme desprotección y vulneración de sus derechos humanos. Por eso, normalmente cuando por fin logran llegar a un lugar seguro no se fían de nadie. Detección, identificación adecuada, tratamiento diferenciado en tramitación de su solicitud de asilo y recursos de acogida especializados siguen siendo retos pendientes para que puedan encontrar por fin un refugio al que tienen derecho.


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