Marcha por la libertad del pueblo saharaui: Cuando el silencio se hace norma, caminar se convierte en un deber

Latas de atún, un muro de 2720 km, niños que vienen, minas antipersona, caravanas solidarias, violaciones de Derechos Humanos, un país ocupado, galas solidarias, refugiados desde hace 45 años y el silencio de los que tienen en sus manos la solución.

Toda esta mezcla de ingredientes dan como resultado la receta ideal y maquiavélicamente diseñada (aunque muchos no lo vean o no lo quieran ver) en la que, si juntamos silencio, caridad y tiempo, lleva a 45 años de ocupación, exilio, dolor y muerte; 45 años de indiferencia y de creer que los parches de la solidaridad (necesaria) hacen algo, pero solo son eso, parches, y mientras tanto la herida y la infección sigue ahí, latiendo y enquistándose cada vez más y haciéndose crónica, porque al final, el silencio se hace norma y se convierte en olvido.

Ahora cientos de pies que caminan, que se han levantado, que llevan heridas, roces y ampollas; la piel quemada, la sed de algunos tramos, el calor de los campos previos al verano; el cansancio de dormir en el suelo y de comenzar a marchar cuando el sol aún no ha salido; pero también la solidaridad de las personas que te encuentras, el mensaje que llega hasta el último rincón, hasta el pueblo más pequeño; agricultores que preguntan dónde vas y conversan, comparten y sobre todo, empatizan; hombres que vivieron allí, en la última colonia de África, que hablan de la canallada de nuestro país al pueblo Saharaui, que dejan salir por sus ojos la emoción de los tiempos compartidos con los hijos de las nubes y que siempre hablan de la nobleza de nuestro pueblo hermano.

Pies que duelen, pero no tanto como la ocupación; cuerpos que se cansan, pero no tanto como vivir en el exilio; seres humanos que llegarán a donde haga falta porque la deuda pesa; como las ganas de luchar, tantas como las que nos enseñan los Saharauis, ese pueblo que existe, persiste y resiste pese a todo.

Cientos de pies que caminan hacia un nuevo movimiento; cientos de almas que no quieren volver a los ingredientes del silencio; cientos de manos que construyen la justicia, que claman desde la voz salvaje de la lucha que debe parar la guerra injusta a la que el pueblo Saharaui se ha visto empujado. Para eso solo se puede caminar, con una nueva fórmula, con un nuevo hacer, con un paso más hacia un único destino: la libertad de un pueblo digno.

El viernes 18, cada pie, cada paso y cada resistencia creada en este camino de lucha y esfuerzo llegarán a Madrid, para poder llevar al Ministerio de Asuntos Exteriores la voz del pueblo Saharaui, no sólo a través del manifiesto de esta Marcha, sino de todas las firmas solidarias que se han atrevido a decir que el Estado español debe reaccionar.

El sábado 19 a las 12:00 h, miles de personas llegarán de todos los rincones hasta Madrid. Desde Plaza de España a la puerta del Sol, marcharemos como cierre y comienzo de este nuevo camino que sólo puede seguir hacia delante, hasta conseguir un Sáhara Libre.