Redacción •  Actualidad •  03/12/2025

La peste porcina cuestiona el modelo de ganadería industrial y de gestión del medio natural

  • Ante el brote de peste porcina africana aparecido en Catalunya, Ecologistas en Acción muestra su rechazo a la criminalización de una especie silvestre como el jabalí y apunta a que el problema se encuentra en la insostenibilidad del modelo agroindustrial.
  • Este modelo importa deforestación en las selvas tropicales, agudiza la sequía crónica en el Estado español, contamina los acuíferos provocando riesgo en el suministro de agua potable y genera puestos de trabajo precarios así como riqueza para pocos empresarios. Una de cada tres personas en el Estado español vive en zonas vulnerables por exceso de nitratos.
  • El millón de jabalíes que habitan los montes y matorrales del territorio no suponen superpoblación, más aún si se compara con los 38 millones de cerdos que hay en las granjas industriales.
  • La organización ecologista reitera que las verdaderas amenazas para la humanidad (y la economía) son la crisis de biodiversidad y crisis climática, donde se deberían poner todos los esfuerzos de las Administraciones.
La peste porcina cuestiona el modelo de ganadería industrial y de gestión del medio natural

Con motivo del brote de peste porcina africana (PPA) aparecido en Catalunya, que ha generado una gran alarma en los medios de comunicación, Ecologistas en Acción señala que se está poniendo el foco de manera errónea en la fauna silvestre, en este caso en las poblaciones de jabalíes, debido al supuesto “exceso de población”. Al mismo tiempo,   denuncia que esta situación está  justificando medidas de mayor presión y sacrificios masivos de estos mamíferos, que son propios de los ecosistemas europeos.

Para la organización ecologista, aunque puede estar justificado el aplicar medidas de control de jabalíes en el foco donde ha aparecido la PPA para evitar que la enfermedad se expanda entre las poblaciones de animales silvestres y llegue a las granjas, esta no es una medida que se deba hacer extensiva a otras zonas de forma preventiva con la excusa de que hay superpoblación.

Ecologistas en Acción muestra su rechazo a la criminalización de una especie silvestre como el jabalí y declara que no acepta los “argumentos condicionados por los intereses económicos de un sector productivo, como es el de la ganadería industrial, que debería ser fuertemente cuestionado por la sociedad y las Administraciones por sus inmensos y graves impactos ambientales y sobre la salud, en lugar de defenderlo a ultranza como están haciendo”.

No existe la supuesta sobrepoblación de jabalí. En todo caso, las poblaciones se han recuperado de unos niveles anormalmente bajos de hace un siglo y lo han hecho acompañadas de la expansión de su ecosistema preferido, el monte y el matorral. Lo que sí ha aumentado es el contacto de la fauna silvestre con la población de las ciudades, por el crecimiento urbano y poblacional, a menudo con una ocupación exagerada del territorio (urbanizaciones en pleno monte, segundas residencias en la costa y las montañas).

Ecologistas en Acción pone el foco en la ganadería industrial, que mueve miles de millones de euros, pero es un ejemplo incuestionable de insostenibilidad. Y relata sus efectos: “Las macrogranjas de porcino solo pueden funcionar a base de impulsar la deforestación de las selvas tropicales del planeta para la producción de los piensos (soja, especialmente). A su vez, son grandes consumidoras de un agua que escasea en el Mediterráneo con las sequías cada vez más recurrentes y contaminan las masas de agua dulce superficiales (ríos y lagos) y subterráneas, poniendo en peligro el acceso humano a agua potable. Y por último, ofrecen pocos puestos de trabajo (en las comarcas rurales con mayor densidad de macrogranjas, estas no frenan el despoblamiento, más bien lo acentúan), y los que se crean lo son con unas condiciones laborales durísimas que a menudo llevan a situaciones de patologías psicológicas severas”.

Este es un sector sobredimensionado, que para la organización ecologista muestra la vulnerabilidad que genera la dependencia de unas pocas grandes empresas y que no debería financiarse con recursos públicos: “Las macrogranjas, en su afán de maximizar producción, concentran miles de animales en condiciones de hacinamiento, lo que no solo acelera la propagación de enfermedades, sino que convierte cada granja en una bomba biológica”.

Laia Serra, portavoz de Ecologistas en Acción, ha declarado: “Sorprende que las Administraciones no tengan suficiente presupuesto para la conservación de los ecosistemas y espacios protegidos, ni para ayudas firmes a las pequeñas empresas agrarias en su lucha por la supervivencia frente a la agroindustria, pero que habiliten partidas no previstas de cientos de millones de euros cuando hay una crisis en el sector agrario industrial”.

Jaume Grau, también portavoz de la organización, ha añadido: “Está amplísimamente documentado que la buena parte de los problemas en el sector primario están vinculados a la crisis ecológica —cosechas perdidas por sequías o inundaciones derivadas del cambio climático, desequilibrios poblacionales de fauna por la crisis de biodiversidad, enfermedades contagiosas para animales domésticos o para humanos, la COVID19, sin ir más lejos— por lo que el esfuerzo para prevenir y solucionar estos problemas tiene que ponerse en otro lado”.

Reducir el impacto humano en el medio y recuperar los equilibrios naturales

Ecologistas en Acción apuesta por un enfoque de la gestión del medio natural completamente diferente al actual. Con el objetivo de  reducir el impacto humano en el medio y recuperar los equilibrios naturales en la medida de lo posible, establece las siguiente medidas:

— Dejar de criminalizar a la fauna silvestre y educar sobre las funciones y servicios ecosistémicos.

— Rechazar la caza como forma para regular las especies silvestres, ya que crea más problemas y no resuelve ninguno.

— Proteger al lobo, ya que es el mejor sistema natural de regulación de las poblaciones de ungulados, por su depredación directa y el efecto llamado “ecología del miedo”, que reduce los impactos de la fauna silvestre en zonas abiertas como los cultivos. Es imprescindible proteger estrictamente de nuevo al lobo y favorecer su regreso a todo el territorio estatal.

— Evitar la suelta y alimentación suplementaria de jabalíes en los cotos de caza.

— Trabajar desde todos los estamentos para que la población haga un uso responsable del medio natural: no interferir ni alimentar a la fauna silvestre, no abandonar residuos en la naturaleza, no salirse de los caminos, no llevar perros sueltos en lugares donde hay fauna silvestre sensible.

— Mejorar la gestión de los residuos urbanos, impidiendo que contenedores y papeleras estén al alcance de la fauna silvestre.

— Abandonar los proyectos de urbanización dispersa en zonas rurales, y especialmente en áreas naturales, que incrementan el contacto entre personas y especies silvestres.

— Apostar por minimizar los conflictos con la fauna silvestre con la agricultura (mediante cercados eléctricos y feromonas de lobo, entre otras medidas de protección de la ganadería y la agricultura; y agilizando los pagos por pérdidas de ganado por ataques de lobo), y apoyando la transición hacia la agroecología, con producción de proximidad que contribuya a la soberanía alimentaria.

— En las zonas urbanas más densas, como el área metropolitana de Barcelona, usar sistemas incruentos de control de la fertilidad como son las vacunas esterilizantes (tratamiento inmunocontraceptivo), que ya se ha probado con éxito, para limitar las poblaciones de jabalíes.


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