David Ramos •  Cultura •  19/10/2025

El mito de Drácula por partida doble en Sitges 2025

  • En la recta final del Festival de Sitges 2025, el certamen se prepara para despedirse con una jornada marcada por el mito eterno de Drácula, que este año ha regresado a la gran pantalla por partida doble.
El mito de Drácula por partida doble en Sitges 2025

En la recta final del Festival de Sitges 2025, el certamen se prepara para despedirse con una jornada marcada por el mito eterno de Drácula, que este año ha regresado a la gran pantalla por partida doble. Por un lado, Drácula: A Love Tale, la visión romántica y estilizada de Luc Besson, ha despertado expectación tanto por su estética gótica como por la presencia del propio director y de la actriz revelación Zoë Blëu, protagonistas indiscutibles de la alfombra roja. En el otro extremo del espectro, el cineasta rumano Radu Jude ofrece su Drácula, una reinterpretación irónica y política que devuelve al conde a sus raíces en clave contemporánea. Entre homenajes y aplausos, el festival también ha reconocido las trayectorias de William Fichtner y Peter Chan, quienes recibieron los premios honoríficos de esta edición en una gala que celebra no solo el terror y la fantasía, sino también el poder transformador del cine en todas sus formas.

Drácula de Radu Jude

Ya metidos en faena nos dispusimos a ver otra producción de A24, que suponía la vuelta a la gran pantalla del icónico John Malkovich. La película arranca con una premisa potente: una joven periodista, Ayo Edebiri en el papel de Ariel Ecton, es invitada al aislado recinto de un mítico pop-star desaparecido, John Malkovich encarnando a Alfred Moretti, para un evento exclusivo. Con tintes de película de sectas arranca un thriller que ha supuesto una sorpresa muy agradable dentro del catálogo de A24. Muy recomendable, y John Malkovich demuestra porque es uno de los más grandes de la historia.

Sesión doble mañanera en el Auditori y continuamos con Eye for an Eye. El planteamiento es atractivo y genera interés: Anna (Whitney Peak) se traslada a un pueblo costero de Florida tras la muerte de sus padres, se mezcla con unos adolescentes problemáticos, y acaba atrapada por la figura sobrenatural del “Mr. Sandman”, que atormenta a quienes participen o permitan actos crueles. La película se desarrolla sin pena ni gloria, podría ser un título del catálogo de terror de Prime Video para ver un domingo por la tarde.

Eye for an Eye

Llegó la noche y con ella la presentación en sociedad del Drácula de Luc Besson. Pensaba que había pasado mucho tiempo desde su última película, pero lo cierto es que el director galo responsable de clásicos como León El Profesional o El Quinto Elemento se ha mantenido bastante activo en los últimos años, un tanto en la sombra mediática, eso sí.

Opus

Besson apuesta por una lectura romántica del mito vampírico: aquí, el conde no es sólo un monstruo sanguinario sino un ser atormentado por la pérdida de su amada, aguardando 400 años para reencontrarse con ella. En este punto respeta el texto de Bram Stoker, aunque ya había sido reflejado a la perfección  por Francis Ford Coppola en 1992. Película en la que intencionadamente se basa Besson para su Drácula, plagiando incluso en exceso, de una forma vergonzante. El resultado es un producto muy disfrutable para generaciones jóvenes no familiarizadas con propuestas anteriores, menos válida para los viejos que crecimos con el Drácula de Coppola.

En las antípodas creativas de la propuesta de Besson se encuentra el inefable Drácula rumano de Radu Jude. Desde el arranque, la película se lanza a desarmar el mito vampírico clásico (y su propia representación cultural) al situarlo en una puesta en escena muy contemporánea: en ella, un guionista recurre a la inteligencia artificial para generar un guion de vampiros, lo cual abre la puerta a múltiples historias fragmentadas, absurdas, grotescas y políticamente cargadas.

William Fichtner

Dentro de todo esta sinvergonzonería el irreverente Jude se atreve incluso a profanar el Nosferatu de Murnau, plagando sus escenas con banners de penes y felaciones. A pesar de un trepidante comienzo, la cinta se diluye entre gags que duran demasiado. Sin embargo es de agradecer descubrir una apuesta tan libre y trasgresora en una escena muy encorsetada en general, una joya que destaca por ser un escaparate de la cultura e historia rumanas, alejada de la imagen comercial de uno de sus mitos más explotados.

A estas horas se estará cocinando el palmarés del festival, que comentaremos en un próximo artículo.


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