Redacción •  Actualidad •  12/10/2025

La tauromaquia se desploma en España con un 15% menos de asistencia en la última década

  • Un nuevo análisis de los datos del Ministerio de Cultura revela que el porcentaje de la población española que asiste a algún tipo de espectáculo taurino sigue estancado en el 8% desde hace seis años, pero ha caído un 15% en la última década, a pesar del impulso artificial por ayudas públicas como el Bono Cultural Joven y cientos de millones para su fomento y financiación pública.
La tauromaquia se desploma en España con un 15% menos de asistencia en la última década

La imagen de una tauromaquia “viva” y “popular” se sostiene sobre una base demográfica en declive y una intensa estrategia de sustitución generacional forzada. Si comparamos las Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales del Ministerio de Cultura de 2018-2019 y 2024-2025, el porcentaje total de asistencia a espectáculos taurinos permanece en el 8% de la población, el mismo que hace seis años. Pero esta aparente estabilidad oculta un cambio profundo: la pérdida de público adulto y mayor ha sido compensada por un aumento de jóvenes de entre 15 y 24 años. El porcentaje de personas que acudieron a un espectáculo que implica muerte del animal, como las corridas de toros, también sigue estancado en un 5,9% de la sociedad española.

“Los datos muestran que la tauromaquia no está creciendo, sino resistiendo a base de subsidios y políticas de promoción dirigidas a los jóvenes”, señala Aïda Gascón, directora de AnimaNaturalis en España. “Se está intentando maquillar el declive natural de una práctica cada vez más rechazada por la sociedad, utilizando dinero público para captar nuevas generaciones que de otra forma jamás se acercarían a una plaza de toros”.

La asistencia a corridas de toros cae un 15% en la última década

Si nos fijamos en los datos que aporta el Ministerio de Cultura desde 2006, podemos observar que el desplome de asistencia a espectáculos taurinos de todo tipo en los últimos 20 años, baja del 9,8% en 2006 al 8% en 2025, esto es, un 18%. Y en la última década, según la Encuesta de Hábitos Culturales, la asistencia a espectáculos taurinos que implican muerte del animal, como las corridas de toros, novillos y rejones, ha caído un punto. Del 6,9% al 5,9%, lo que significa un descenso del interés del 15%.

Un relevo generacional impulsado por el Bono Cultural Joven

El documento muestra que la asistencia a corridas de toros entre adolescentes de 15 a 19 años ha aumentado 3,8 puntos porcentuales, coincidiendo con la inclusión de la tauromaquia dentro del Bono Cultural Joven, que otorga 400 euros a cada persona que cumple 18 años para gastar en actividades culturales.

Esta política, denunciada reiteradamente por AnimaNaturalis, ha actuado como un mecanismo de captación artificial. Los jóvenes de entre 15 y 24 años son hoy el único grupo que crece en participación taurina, mientras que las franjas adultas —especialmente de 65 a 74 años— caen drásticamente. En ese grupo, tradicionalmente el núcleo más fiel de la afición, la asistencia disminuyó 1,8 puntos porcentuales.

“La tauromaquia no se mantiene por pasión ciudadana, sino por respiración asistida. Los datos son claros: sin dinero público y campañas de propaganda, las plazas estarían vacías. El Estado está forzando a las nuevas generaciones a mirar hacia una violencia que la mayoría de la sociedad ya ha dejado atrás”, denuncia Gascón.

De las plazas a las calles: auge de los festejos populares

El análisis revela también que el único formato taurino que crece de forma sostenida es el de los festejos populares, generalmente gratuitos y de acceso abierto —encierros, vaquillas o toros embolados—, con un incremento general del 0,7%. En cambio, las corridas de toros, novillos o rejones se mantienen estancadas en un 5,9% de los encuestados. Este desplazamiento indica que la “nueva afición” se incorpora principalmente a los eventos festivos locales, no a las corridas regladas y profesionales, y en las que se da muerte pública al animal.

El auge de los festejos populares preocupa especialmente a las organizaciones animalistas, ya que son los eventos más difíciles de controlar y donde se producen más muertes accidentales cada año, tanto de animales como de personas.

“Estamos viendo cómo la tauromaquia se reinventa para sobrevivir, infiltrándose en las fiestas de los pueblos bajo la apariencia de tradición o folklore, y en muchas ocasiones secuestrando los presupuestos municipales”, explica Gascón. “Pero detrás de cada encierro o vaquilla hay un animal aterrorizado, golpeado y humillado por diversión. No hay justificación cultural que pueda sostener eso”.

Un espejismo estadístico que no augura futuro

Sin apoyo público, la tauromaquia perdería rápidamente esa base de reemplazo, dejando al descubierto su crisis estructural. En términos estadísticos, se advierte un crecimiento igual a cero que demuestra un declive cultural, que sólo se mantiene mediante la compensación demográfica inducida a través de promoción y subsidios enfocados al público jóven.

“El relevo generacional de la tauromaquia no es fruto del interés espontáneo, sino de una ingeniería cultural pagada con dinero público”, concluye Gascón. “Sin las subvenciones, los abonos bonificados y la promoción institucional, las plazas de toros estarían vacías”.

Comparativa entre las Encuestas de Hábitos y Prácticas Culturales del Ministerio de Cultura 2018-2019 y 2024-2025:

ColectivoAsistencia total
(2018-19)
Asistencia total
(2024-25)
Variación total
(puntos %)
Corridas
(puntos %)
Otros festejos
(puntos %)
Total población8,0%8,0%0,00,0+0,7
Hombres10,2%9,8%-0,40,0+0,6
Mujeres5,8%6,3%+0,5-0,1+0,7
De 15 a 19 años10,5%13,6%+3,1+3,8+2,8
De 20 a 24 años8,1%11,6%+3,5+1,9+3,1
De 65 a 74 años7,6%5,8%-1,8-1,3-0,6
De 75 años o más4,6%5,2%+0,6+1,1-0,3

Fuente: Ministerio de Cultura, Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales 2018-19 / 2024-25. 

A pesar de estas maniobras, la mayoría de los españoles sigue rechazando el maltrato animal. Una encuesta de Ipsos I&O Public para CAS International, realizada a 7.500 personas en España, Francia y Portugal, reveló que el 77% considera que la tauromaquia causa demasiado sufrimiento y el 58% apoya su prohibición.

“Los jóvenes no quieren ver animales sufrir, quieren un país que avance hacia la empatía y el respeto. Por mucho dinero que inviertan en sostener la tauromaquia, el futuro será de quienes entienden que la compasión también es cultura”, sentencia Gascón.

Mientras tanto, el sector taurino celebra como “estabilidad” lo que en realidad es un signo de dependencia: un intento desesperado por mantener una tradición cruel que ya no representa los valores de una sociedad moderna y compasiva.


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