Puño en Alto •  Opinión •  02/02/2022

La verdad o toda la verdad

Lamentablemente, nadie discute ya que la verdad es la primera víctima del debate político y no es porque filosóficamente la verdad absoluta no exista y cada cual tenga su verdad o parte de ella, sino más bien porque mentir no está sancionado en política.

Los ciudadanos no podemos ni debemos acostumbrarnos a que nos mientan y aquel político que es pillado en una mentira debería ser amonestado y obligado a rectificar cuando no a abandonar la política, incluso por su propio partido, pero claro, si el propio argumentario del partido está basado en una mentira o un bulo nada de esto sucederá.

Algunos políticos están sufriendo las consecuencias de decir la verdad, es el caso de Alberto Garzón con la polémica suscitada con la calidad de la carne producida en macro granjas. Sin embargo, otros políticos que mintieron reiteradamente cuando aseguraban que el rescate a los bancos o a las autopistas radiales madrileñas iban a ser a coste cero para el erario público, no ha tenido ningún coste personal de ningún tipo. Todo lo contrario.

Pablo Iglesias ha sido y aún lo es, un político que, más allá de la suya, siempre ha dicho la verdad, haciendo hincapié en la parte más molesta de la verdad y de ahí la inquina que levantaba y aún sigue levantando cada vez que habla. Era molesto para el sistema establecido desde la Jefatura del Estado para los poderes fácticos, pasando por las instituciones públicas que deberían ser garantes de la democracia. Decía las verdades del barquero, sin saber que ello, no solo acabaría con el barquero, sino también con la barca y de ahí que tuviese que dar un presunto paso al lado.

El supuesto resbalón de Pablo Iglesias al decir que como ya no es político puede decir la verdad cuando todos sabemos que probablemente quiso decir que ahora podía decir toda la verdad, tiene su aquel y no han tardado quienes desde distintos órdenes le han pretendido pasar factura al respecto. Se preguntan: “¿Cuántas veces, en los ochos años que ha ejercido como político no ha dicho la verdad o ha intentado engañar?”.

Lamentablemente, esto es lo que más ha trascendido en una intervención en un encuentro político cuando se refería al irresponsable ardor guerrero mostrado por la ministra de Defensa, Margarita Robles, recordándole que no engañe a la gente que es peligroso ir a una guerra con un estado como Rusia que posee innumerables armas nucleares.

A Pablo Iglesias, más allá de la afinidad ideológica que cada cual pueda libremente tener con él, se le puede censurar muchas cosas, pero ninguna referida a que no ha dicho la verdad como político a diferencias de otros que construyen su discurso con medias verdades o bulos, sabiendo, que descubiertas las mentiras o los bulos, no tendrían consecuencias ni políticas ni personales.

Decir la verdad en política no debe ser una opción, tampoco amparar argumentos en un bulo, es una obligación y en manos de los ciudadanos y no en otras está no admitir sin más que un político mienta impunemente.

 

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