La idea de Uribe de
Seguridad Nacional que rebautiza como “Democrática” proviene de los años
sesenta del siglo pasado y se origina en la Doctrina de la Seguridad Nacional
de los Estados Unidos que fue una de las consecuencias de la Guerra fría.
Antes, a los problemas que se originaban en la protesta civil se los llamaba,
apropiadamente, de Orden Público.
En 1961 y por iniciativa del
Presidente Kennedy se crea la Alianza para el Progreso con el objeto de
desarrollar y modernizar a las naciones latinoamericanas incluyendo el
fortalecimiento de la seguridad interna por medio de la Operación de Seguridad
Latinoamericana (Plan Lasso en Estados Unidos o Plan Lazo en Colombia). El
presidente Alberto Lleras logra que el dinero destinado para la defensa del
hemisferio fuera utilizado para objetivos de seguridad interna en Colombia con
el decreto presidencial 61-14 de enero de 1961 que firmó el presidente
John F. Kennedy. El Plan Lasso también incluía acciones cívicas de
atracción de la población que al mismo tiempo servían como recolectores de información
e inteligencia para los cazadores de guerrilleros.
Parece irónico pero al mirar la historia de
Colombia de los últimos 50 años uno descubre que la tendencia de una clase
civil poderosa a resolver los problemas ciudadanos con la violencia, ha hecho
creer a la ciudadanía que sus privilegios e intereses son la patria y de esta
forma han manipulado a las Fuerzas Militares y Policiales como sus instrumentos
de poder. Y no han sido las Fuerzas Militares sino quienes las han manipulado,
los que han creado la compleja situación de conflicto armado que ha
ensangrentado a Colombia, situación que no hay que seguir avivando, sino
apagarla de una vez por todas. Colombia puede tener unas Fuerzas Militares
viviendo en paz.
En ese entonces y por iniciativa
de la clase civil dominante el general Alberto Ruiz Novoa, un veterano de la
guerra anticomunista de Corea, que alentaba la idea de transportar
automáticamente la situación anticomunista coreana a Colombia, es nombrado
Ministro de Defensa. El cambio más importante que Ruiz Novoa intenta realizar
en las Fuerzas Militares es tratar de convertirlas en un Partido Anticomunista
Armado, y así, politizándolas, hacerlas actuar. Desde ahí se considera
cualquier revuelta civil como un avance del comunismo.
Así, las situaciones de Orden
Público que se relacionan con la oposición, y las protestas de civiles como las
de estudiantes, trabajadores y campesinos que deben protegerse bajo la libertad
democrática del estado ascendieron indebidamente a un problema de Seguridad
Nacional, como si la población civil y sus protestas por violentas que sean
pudieran ser equiparadas al ataque de una nación enemiga.
Con esta visión exagerada y
deformada de las protestas y revueltas civiles, como todavía hoy sucede, en
1964 se llegó a suponer que unas autodefensas campesinas, en ese entonces
provenientes del Partido Liberal y concentradas en Marquetalia, eran un foco
del comunismo que había que destruir. La actuación del ejército politizado
como anticomunista facilitó y produjo que el Partido Comunista tomara realmente
la dirección de las Autodefensas Campesinas y que conformaran lo que fueron las
FARC hasta 1982 y, desde ahí en adelante lo que hoy son las FARC-EP.
No había en Colombia comunismo
armado ni organizado como ejército, pero aparecen unas Fuerzas Militares
politizadas anticomunistas que atacan a unos campesinos beligerantes liberales
unidos en las Autodefensas Campesinas y a la vuelta de la esquina Colombia
ahora ya tiene un ejército armado comunista y casi medio siglo de derramamiento
de sangre. Este error se equipara al que por poco comete Uribe al querer
internacionalizar la guerra y elevar a las FARC a un rango internacional de
combate que no es de ninguna manera conveniente para el país.
Este
comunismo vernáculo que nunca se relacionó con una invasión soviética de
Colombia, sí comenzó a asociarse con una oposición radical al Estado, y
una situación de orden público que pudo apaciguarse y mantenerse dentro de los
linderos de la política tradicional fue desbordada y regalada al comunismo como
una fuerza social y militar.
Sin ningún conocimiento militar y guiado solamente
por el odio y un sentimiento de venganza personal irreductible, todo lo que
Uribe hace es revivir a toda costa esa situación militar anómala de los años
sesenta del siglo pasado y que originó las peores dictaduras que avergüenzan a
las Fuerzas Militares y a la historia de América Latina.
Estrategia militar de Uribe
I Los
paramilitares y la limpieza social
La estrategia
militar del gobierno de Uribe contra la insurgencia*
de las FARC tenía dos prioridades, la primera, eliminar cualquier apoyo
logístico de las FARC en las poblaciones en zonas de influencia de la
guerrilla, y la segunda, golpear al Secretariado. Ninguna de las dos era muy difícil,
sobre todo la primera, porque era una guerra de limpieza social abierta y sin
escrúpulos contra la inerme población civil. Guerra en la que los paramilitares
cumplieron el papel principal.
Los paramilitares
existen por decisión de los “Césares” y su organización se inició durante el
gobierno de Julio César Turbay Ayala con su Estatuto de Seguridad y Defensa de
la Democracia, expedido en 1978 y se consolidó con la Ley 3567 de 1994 firmada
por el presidente César Gaviria Trujillo que definió a las Convivir. La función
de defensa nacional civil y autodefensa fueron sus parámetros inamovibles. La participación
personal de Uribe fue ocuparse de que el paramilitarismo tuviera todo el apoyo
del gobierno, cosa que logró a partir de las Convivir de Antioquia, cuando fue
gobernador de ese departamento, hasta la entrega de los servicios nacionales de
inteligencia DAS, bajo su mando, para todas las operaciones del paramilitarismo,
cuando fue presidente. Dentro de esta prioridad estratégica bastaba con que
Uribe solo mencionara en público o en privado que alguien era sospechoso de
apoyar a la guerrilla para que cualquier paramilitar ejecutara una acción
contra esa persona.
La guerra de
limpieza social contra la población inerme que encarnó y cumplió Uribe quedó
demostrada por tres evidencias inocultables. Una, que la única razón y
justificación para robarle sus tierras y pertenencias a los campesinos, violar
sus mujeres y asesinar sus niños era que un paramilitar sospechara que podrían
ser auxiliadores de la guerrilla. Dos, que Uribe nunca consideró ni defendió a
las víctimas de los paramilitares y por el contrario siempre ha sido hostil y
enemigo de ellas. Y tres, que Uribe exigió una completa inmunidad para todos
los paramilitares e impulsó su participación política. Estas exigencias de
Uribe no las pudo cumplir el Congreso con la mal llamada Ley de Justicia y Paz
por impedimentos del estado de derecho, pactos internacionales, la intervención
de la Corte Constitucional y la presión internacional y de la población
colombiana.
Uribe desconoció que en la paz**, las reivindicaciones, la rehabilitación y el
perdón siempre son para el enemigo y el castigo ejemplar es siempre para los
amigos del Estado porque por la participación del gobierno en los crímenes de
paramilitares y neoparamilitares éstos son una aberración del Estado.
Por otra parte,
Uribe nunca censuró ni personalmente ni como integrante del gobierno, ninguna
acción paramilitar contra los civiles. Uribe nunca los denunció públicamente
como si lo hacía constantemente con las FARC sin olvidar el más mínimo detalle.
Uribe jamás afectó intereses paramilitares ni bombardeó un solo campo
paramilitar, con el agravante de que sabía dónde se hallaban y también sabía que
los paramilitares eran reconocidos legalmente como terroristas*** además de narcotraficantes. Hay que tener en
cuenta que los paramilitares fueron los únicos verdaderos narcoterroristas y a
quienes históricamente el término les cabe sin posibilidad alguna de error****.
Lo peor, y otra inculpación
de esta asociación de Uribe con el paramilitarismo, es que además de permitir
que los paramilitares se apoderaran de todas las tierras que quisieran, los
territorios que ellos le quitaron a toda la población que supuestamente ayudaba
a las FARC nunca los recobró Uribe para Colombia y se los dejó a los
paramilitares como premio por quitárselo a las FARC. En otras palabras, Uribe
le entregó al crimen organizado las áreas de influencia de la guerrilla sin que
él ni su gobierno les importara ganar ninguna jurisdicción sobre ellas. Para
Uribe que los paramilitares tuvieran posesión de esos territorios era igual a
que el gobierno la tuviera y de esa manera lo contaba entre los logros de su
gobierno.
Esta asociación de
Uribe con el paramilitarismo prueba por dónde andaba su “corazón grande” en la
ejecución de su prioridad estratégica de limpieza social de la población civil inerme
que pudiera auxiliar a la guerrilla.
La limpieza social
y su ejecución por parte del paramilitarismo es el componente inseparable y más
importante de la Seguridad Democrática de Uribe. Es el que involucra a civiles
como informantes, vengadores y combatientes, el más corrosivo y destructivo de
lo humano en la sociedad colombiana y es el que ha convertido a esos individuos
civiles en portadores de crueldad, corrupción y crimen, como lo demuestra la
conducta sanguinaria de los grupos paramilitares y neoparamilitares.
No se puede
ignorar que la preocupación de Uribe en el entrenamiento y la dotación militar
para las funciones de limpieza social o exterminio ejercido por el
paramilitarismo incluye su interés de que fueran óptimas. En ese sentido, la
importación de expertos entrenadores israelíes y la dirección de fanáticos y
sangrientos militares criollos no parecen ser casos aislados. Tampoco parece
aislada de esas conexiones la solicitud de militares a través del gobierno de
Israel a la ONU para que Uribe los defendiera de su ataque a una tripulación
civil en un barco rumbo a Gaza. Uribe nunca rechazó el ofrecimiento para
intervenir en un caso donde hubo víctimas civiles de una agresión armada, como
si fuera natural para él que ese tipo de acciones se consideraran normales y
defendibles.
La preocupación
personal de Uribe sobre el funcionamiento del paramilitarismo se extendió
también al aseguramiento de su financiación que se caracterizó por su reserva y
por los abundantes dineros de sus colegas ganaderos, en su mayoría agremiados a
Fedegan, de hacendados y de muchos poderosos y adinerados representantes de la
empresa privada antioqueña, costeña, nacional y hasta internacional complementaban
los ingresos del narcotráfico de los paramilitares para asegurarse que con su
dinero las acciones de los paramilitares cumplieran los objetivos de Uribe de
acabar con la población civil que apoyaba a las FARC o que era sospechosa de
apoyarlas, por medio de la limpieza social y así evitar que interfirieran en
sus intereses con vacunas, otros impuestos y reclutamiento de campesinos.
La relación de
Uribe con dineros de y para los narcotraficantes no se ha aclarado, pero testimonios
de Uribe sobre su íntima asociación de negocios con su familia, testimonios que
provienen de muchas fuentes, muestran que familiares directos de Uribe,
convictos como Mario Uribe, su primo hermano, fue también su socio político de
toda la vida, y no convictos como sus dos hermanos, uno muerto, Jaime Alberto,
y otro vivo, Santiago, señalados por colaboración, financiamiento y
participación de acciones paramilitares, no han negado, ni Uribe tampoco lo
niega, que nunca hayan roto su colaboración mutua. La nueva generación de los
Uribe, Tomás y Jerónimo Alberto, ha sido señalada por recibir favores
económicos y la tradición política, convicciones y maneras de operar que desde
su infancia les ha inculcado Uribe. Los lazos y las convicciones políticas de
la familia de Uribe son idénticos y se han demostrado como íntimos y la causa
de la unión y asociación que toda la familia de Uribe comparte alrededor de él
y que Uribe ha cultivado con base en sus relaciones de sangre. *****
Estrategia militar de Uribe
II La
destrucción del Secretariado de las FARC
El éxito de Uribe
en la limpieza social contra la población civil indefensa nunca fue igualado
por sus ataques militares día y noche contra las FARC por ocho años con toneladas
de bombas. Uribe terminó sus dos gobiernos y fue incapaz de doblegar la
resistencia armada de las FARC. Para disimular su derrota siempre ha hecho
publicidad con la deserción de 15 mil milicianos de las FARC, personas que al
ser traidores le hacían más daño que bien a las FARC por la debilidad de su
convicción, con la muerte de millares de guerrilleros, incluyendo alrededor de
tres mil de ellos que resultaron no ser guerrilleros sino falsos positivos, y
con la baja de diferentes jefes del Secretariado y los frentes, que en ningún momento
afecta el relevo en la cadena de mando de las FARC ni tampoco afecta la moral
de las FARC. Cada caído es un héroe que aumenta la moral, la combatividad y el
reclutamiento de las FARC.
Lo que había
detrás de la aparente seguridad era algo muy distinto. Las FARC, al ver que
parte de la población civil, que era neutral, y que podía servirle de escudo o
ayudarle, estaba siendo exterminada, reaccionaron con un repliegue inmediato
para salvar a sus milicianos y a quienes realmente los apoyaban. Los nuevos
afectados por los paramilitares por haber matado a sus familiares, se
convirtieron en reclutamiento fácil para las FARC y terminaron unidos a los
civiles que apoyaban a las FARC en la clandestinidad, ahora reforzada, o como
milicianos. El resto de los pobladores contribuyeron a engrosar el record de
cuatro millones de desplazados internos a que llegó Colombia durante el
gobierno de Uribe y puso a Colombia entre las peores estadísticas del mundo.
Las FARC lograron
mantener intacto su aparato militar y también aumentaron su milicia
especializada. Las bajas del ejército durante el gobierno de Uribe pasaron la
raya de los 4 mil militares, sin contar los millares de militares inválidos,
dementes y suicidas. La guerra
psicológica que consistía en afirmar que las FARC estaban prácticamente
exterminadas y derrotadas política y militarmente y de que el Ejército no había
tenido bajas es quizás el mayor engaño que cualquier presidente le haya hecho a
la opinión pública en Colombia.
La amenaza de
Uribe de exterminar a las FARC fue aprovechada por éstas para consolidar su
unidad y aumentar la solidaridad internacional por una situación presentada
como de vida o muerte.
Es oportuno
recordar que antes de Uribe hubo algo muy importante. Desde octubre del 1997 Clinton
declaró a las FARC terroristas, en noviembre del 2001 durante la presidencia de
Pastrana, Bush lo ratificó y en junio del 2002 lo hizo la Unión Europea. Como
consecuencia de esto sucedieron dos cosas, se derrumbó el 70% del apoyo
internacional y las FARC quedaron maniatadas para moverse alrededor del mundo.
Ante este revés, las FARC se empeñaron en prepararse para lograr el status de
beligerancia y con esa intención se esforzaron por ajustarse al Derecho
Internacional Humanitario.
Este objetivo explica
por qué durante la presidencia de Uribe las FARC hicieron énfasis en las liberaciones unilaterales de secuestrados y
cómo en ese período disminuyeron los secuestros hasta el punto de que después
de Uribe terminaron eliminando el secuestro dentro de sus operaciones de
control de objetivos políticos. En ese mismo periodo disminuyeron las continuas
operaciones de saboteo y hostigamiento y comenzaron a centrarse,
prioritariamente, en los ataques a militares y policías, beligerancia. De esta
manera el repliegue terminó en un excelente retiro para reflexionar sobre cómo
lograban el status de beligerancia y cómo pondrían en práctica sus nuevas
tácticas de resistencia.
Animados por la
seguridad y relativa calma que les había proporcionado el repliegue y motivados
por la posible obtención del reconocimiento de status de beligerancia, las FARC
construyeron su Resistencia en dirección a la guerra prolongada. Esa
Resistencia, aún con unas FARC disminuidas, fue exitosa y fue una victoria
política contra la que no pudo ninguna victoria militar. Mientras cuajaba esta sólida estrategia de las FARC, Uribe
continuaba con su politiquería de “triunfos” temporales sobre las FARC. Uribe
miraba a corto plazo, las FARC a largo plazo.
Al tener que
abandonar el gobierno, a Uribe le era imposible seguir con su despliegue
escénico triunfalista sobre las FARC, y le quedaba ya imposible poder continuar
con otro engaño del que muy poco se habla. Colombia había quedado bajo el
control clandestino de los neoparamilitares ahora llamados Bacrim en 60% de su
territorio. Poder que quedó al descubierto con el paro armado de los urabeños
en enero del 2011, cuando se descubrió que el control de ambas costas
colombianas estaba en manos de los neoparamilitares, que en esas regiones del norte
de Colombia los neoparamilitares manejaban a los políticos a su antojo, compraban
a la policía, al ejército y a la justicia; que esa capacidad de terror y control de la población es difícil de
superar porque bajo cuerda, los urabeños siempre fueron los aliados y
protegidos de Uribe y su gobierno desde el 2007. Los urabeños son solo la tercera
parte del poder nacional del neoparamilitarismo dejado por la Seguridad
Democrática de Uribe. Las Águilas Negras todavía siguen siendo las que
predominan dentro del legado neoparamilitar dejado por Uribe y las que hoy
mantienen y prolongan su política de limpieza social.
Pero además, el
paro armado de los neoparamilitares urabeños dejó al descubierto que Uribe no
hizo nada por la infraestructura de Colombia en las zonas controladas por
neoparamilitares y que los grandes éxitos que alega sobre la recuperación de
soberanía e infraestructura son solo estadísticas amañadas para alimentar sus
innumerables y repetitivos discursos electoreros.
Mientras Uribe
quemaba el dinero de los colombianos en una guerra a medias contra la guerrilla
pero no contra el crimen ni contra la violencia, el país quedó atrasado en
infraestructura, educación y salud. El campo colombiano es un desastre humano
del que las gentes de las ciudades no tienen la menor idea. Uribe ayudó a ese
desastre humano, a la inequidad en la distribución del ingreso y al abandono
del campesinado que vive atemorizado, desposeído y asesinado constantemente en
medio de una guerra de la que solo se hablaba para los fines electorales de
Uribe.
Los colombianos comenzaban
a ver que la extradición de los jefes paramilitares no hacía ninguna diferencia
en el poder del crimen sin saber que convenientemente todos los computadores de
los jefes paramilitares “desaparecieron” en la cárcel antes de su extradición
para proteger a Uribe y sin saber que Uribe no había podido con la Resistencia
de las FARC. A muchos colombianos no les gustaba la idea de que Uribe hubiera
dejado a Colombia prácticamente en las manos del crimen organizado clandestino.
La seguridad de Colombia no se mide en acabar con las FARC, como Uribe
convenientemente hizo creer, sino en acabar el crimen, la violencia y el terror
viniera de donde viniera. En el fondo, la seguridad de los ocho años de Uribe
había sido todo un engaño de
proporciones nacionales e internacionales.
Cuando a Uribe le
tocó dejar el gobierno, la opinión pública había quedado tan engañada que
juraba que el flagelo de las FARC estaba por terminarse, que el Ejército había
triunfado sin bajas y que Uribe era el estratega de la más grande derrota de
las FARC.
Uribe nunca
permitió que los verdaderos hechos salieran a la luz pública por miedo a que lo
pudieran desprestigiar o descubrir su sangrienta política de limpieza social de
los potenciales auxiliadores de las FARC, o el exterminio de la población
civil. Pero con su acostumbrada habilidad
de volver las cosas al revés para quedar bien, arguyó que las guerrillas huían
de los avances del ejército para refugiarse en la selva y las montañas. Este,
como la mayoría de sus cuentos, caló hondo en la opinión pública. En efecto,
donde había guerrilla ya no se veía ni un solo guerrillero. El repliegue de las
FARC había sido un éxito del que se apropió Uribe politiqueramente.
Durante su nueva
clandestinidad, las FARC afrontaron la segunda estrategia de Uribe que era la
del exterminio del Secretariado y de los altos mandos de sus Frentes. Esa
prioridad la justificaba Uribe creyendo ingenuamente que si se demostraba que
el Secretariado era vulnerable y que los líderes de las FARC podían ser
eliminados, las FARC se debilitarían y la victoria militar o exterminio de las
FARC era seguro.
Pero las FARC
nunca han abandonado su objetivo de lograr el debilitamiento económico del
estado, su principal enemigo, sin importar quien las dirija. Y lo han logrado
usando la guerra misma. Si a un guerrillero lo atacan de un flechazo vale un
peso, pero si hay que usar helicópteros Hawk, aviones Supertucanos, bombas de
miles de dólares, sostener medio millón de personas con salarios, beneficios,
seguros, armamento, ropa, vivienda etc. es algo muy distinto: cada guerrillero
vale un millón de dólares.
Uribe fue presa
fácil de las FARC y los costos de atacar cada guerrillero se multiplicaban,
llegándose a cifras record en gastos militares y con impuestos de seguridad a
los colombianos. Cuanto más dinero se conseguía más se gastaba y siempre era
insuficiente. Uribe dejó una deuda interna y externa exagerada con el fin de
aumentar hasta dónde fuera posible el presupuesto militar. La ciega política de
Uribe convertía a los combatientes de las FARC en los más costosos en relación
al PIB y a la economía colombiana en general.
El escalamiento de
la guerra para Uribe se convirtió en una especie de militarismo politizado de
los años sesentas y de una carrera armamentista, mientras que para las FARC el
escalamiento de la guerra implicaba perfeccionar sus cualidades de resistencia
y usar el armamento más efectivo y barato que pudieran encontrar. Actualizar
armamento es lo último en la lista de las FARC. La economía de las FARC
consiste en mantener un bajo pero constante superávit y sus gastos se reducen a
minas caseras y demás armamento rudimentario, armas robadas, alimentación en lo
posible gratuita con animales de caza y frutas de la selva, etc.
El primer objetivo
fue alias Raúl Reyes considerado comandante número dos de las FARC y encargado
de las Relaciones Públicas alrededor del mundo.
Se escogió a Reyes porque su
ubicación era fácil de determinar por medio de los contactos y por sus
frecuentes apariciones en público. Reyes no era un combatiente activo de las
FARC y sus armas eran solo un símbolo útil de su posición guerrillera para su
actividad diplomática en el mundo.
El Mossad, la
inteligencia militar estadounidense y los servicios de inteligencia de otros
países como Inglaterra y Francia seguían internacionalmente a Reyes y con esta
información se logró ubicar su campamento en la frontera ecuatoriana con
Colombia. Uribe, estimulado por el consejo de sionistas que le mostraban cómo
las acciones israelíes no tenían ninguna consecuencia militar ni económica por
sus ataques a combatientes palestinos en territorio palestino, le ordenó al
entonces Ministro de Defensa Juan Manuel Santos que siguiera estrictamente a la
inteligencia militar extranjera y su propia estrategia de eliminar al
Secretariado y para estar completamente seguros de poder asesinar a Raúl Reyes
estando dormido. Las órdenes de Uribe se cumplieron al pie de la letra.
Ante el reclamo
del presidente Rafael Correa de Ecuador, Uribe confesó no haberle informado a
tiempo porque temía que alertara a Raúl Reyes. Al hacerlo, Uribe dejó al
descubierto su miopía y su ignorancia de las consecuencias militares,
económicas y políticas que traía una acción que agredía lo más sagrado de los
países latinoamericanos: la defensa de su soberanía que fue la causa de todas
las independencias de la monarquía española. (Uribe es una persona de un nivel
bajo de preparación, pasó sus cursos universitarios con grados regulares, no le
gusta leer y se limita a informarse solo de quienes inspiran sus ideas
unilaterales. Haberse escapado de 5º Y 6º de bachillerato le dejó un vacío a su
formación académica.) Después de consumada la violación de la soberanía del
Ecuador, el presidente Correa no podía quedarse quieto y, en consecuencia,
rompió relaciones diplomáticas y económicas con Colombia y puso a su ejército
en pie de guerra en la frontera con Colombia
Para disimular la
derrota militar, política y diplomática en la que hundió a Colombia con la censura
de todos los organismos internacionales, Uribe se jactó de haber capturado los
famosos computadores de Reyes, que obviamente tenían todos los contactos
internacionales de las FARC. Por intereses electorales, Uribe cometió el error
de hacer público la mayor parte del contenido de los computadores facilitando
que muchos de los contactos de las FARC cambiaran de inmediato todo lo
necesario para quedar encubiertos y que el reemplazo de Reyes pudiera
establecer un nivel más avanzado de clandestinidad a tono con el recién logrado
por la logística y los combatientes de las FARC en su estrategia de repliegue.
Desde ese momento toda la información de los computadores se volvió historia
antigua y la inteligencia internacional perdió contacto con los nuevos movimientos
diplomáticos de las FARC.
Uribe ocultó
convenientemente esta realidad a la opinión pública y dentro de sus campañas
electorales todavía quiere hacer creer (y en parte lo logra) que las FARC y los
contactos de las FARC se quedaron inmóviles, que no hicieron absolutamente nada
y que la situación internacional de las FARC, ahora desconocida, no ha sufrido
ningún cambio y es exactamente igual a la que muestran los computadores de
Reyes. Semejante posición tan ciega y acomodaticia de Uribe solo ha logrado que
los computadores de Reyes se hayan vuelto unos convidados de piedra en acciones
legales y completamente inútiles en el ámbito internacional.
Se puede demostrar
que lo que dicen los computadores de Reyes es cierto, lo cual los convierte en
valiosas piezas de la historia de Colombia y del conflicto armado con las FARC
y en el testimonio embarazoso de que la inteligencia colombiana no sabía nada
de la extensión de la actividad internacional de las FARC como tampoco ha
demostrado que lo sabe ahora. Pero darle validez legal a los computadores de
Reyes es también confirmar la actividad beligerante de las FARC porque nada
mejor que los computadores de Reyes para demostrar que las FARC tienen
concentrados sus intereses políticos y sus combates en Colombia y que por ello
son auténticamente una organización beligerante.
El primer golpe al
Secretariado de las FARC queda impreso en la historia como una violación de la
soberanía de un país vecino, el bombardeo y asesinato a mansalva de unos
milicianos y civiles mientras dormían, la pérdida de relaciones diplomáticas y
económicas con Ecuador, la apertura de una confrontación militar con otro país
y la consecución de pruebas que demuestran que las FARC son una organización
beligerante con contactos internacionales serios, de alto nivel y de una
extensión jamás imaginada por la inteligencia militar colombiana.
Estrategia militar de Santos
I Continuación
de la Seguridad Democrática
Cuando Juan Manuel
Santos llega a la presidencia continúa fielmente con la misma estrategia de
Uribe de eliminar al Secretariado de las FARC y escoge como su primer objetivo
un moribundo jefe militar, alias Mono Jojoy, cuyas funciones ya habían sido
delegadas en otros comandantes. Como objetivo Mono Jojoy era también producto
de una visión miope y daba cuenta de la ignorancia del gobierno sobre las
consecuencias militares y políticas para
el conflicto armado en Colombia. Jojoy representaba un ala de fuerte tendencia
militar que hasta ese momento no había obtenido el comando de las FARC, que
continuaba en manos de la tendencia dominantemente política cuya prioridad era
el repliegue y la clandestinidad. Santos
logra asesinar al Mono Jojoy, que el Secretariado había dejado con menor
seguridad y quien además decidió defenderse desde su tradicional escondite.
La muerte del Mono
Jojoy no era sorpresa para el ala más beligerante de las FARC que proponía
acciones militares en toda Colombia con mayor efectividad y especialización
militar. Exactamente las mismas que Colombia ha visto en 2011 y 2012.
Sin percatarse todavía
del cambio táctico que se estaba cocinando al interior de la dirigencia de las
FARC, Santos decide llevar la política de Uribe a su máxima expresión y en
lugar de solo golpear al Secretariado decide que golpear la cabeza máxima de
las FARC, alias Alfonso Cano, creyendo que lograría lo que Uribe había
planteado como lo más brillante de su estrategia, “cortarle la cabeza a la
culebra”. Con aumento del pie de fuerza, concentrando toda la inteligencia
internacional sobre Cano, rodeando el
área de combate de Cano e intensificando los combates, Santos logró asesinar a
Cano, pero no acabar las FARC. Alfonso Cano era ante todo un hábil dirigente
político de las FARC, quien pudo llevarlas a la paz, pero su habilidad táctica
no escapó la exigencia de las nuevas circunstancias y en cierta medida era una
limitación para el ala militar de las FARC. Las consecuencias no se hicieron
esperar. Alias Timochenko, un estratega militar y político al estilo de alias
Manuel Marulanda, toma las riendas de las FARC, y en lugar de supeditar lo
militar a lo político le da prioridad a ambas combinado la efectividad de cada
una. Ahora todos quedan contentos en las FARC y obviamente el legado del Mono
Jojoy comienza a convertirse en una realidad en el nuevo accionar de las FARC.
Si hoy las FARC
realizan acciones en diferentes regiones de Colombia, emboscan militares,
sabotean la producción de petróleo, toman poblaciones y hacen retenes al tiempo
que se quitan de encima la carga y responsabilidad contraproducente de los
secuestrados no es otra cosa que la consecuencia lógica de la inicial miope e
ignorante política de Uribe sobre el conflicto armado y la que Santos creyó y
siguió fiel y sinceramente.
Estar al frente de
una política, como le toca ahora a Santos, es diferente a seguir una política como
notoriamente lo hizo Santos durante el gobierno de Uribe. Ahora, Santos ve que
si falla es su completa responsabilidad. Si fallaba en la época de Uribe era
responsabilidad de Uribe, el entonces Comandante en jefe de las Fuerzas Militares
de Colombia.
Como responsable
del conflicto armado, Santos puede ver ahora que las prioridades estratégicas
de Uribe de exterminar la población civil que potencialmente pueda apoyar a las
FARC es una política criminal encubierta de Estado y de lesa humanidad que
viola la Convención de Ginebra, el Derecho Internacional Humanitario y pone a
Colombia en el despreciable grupo de los países bárbaros. Pero además acentúa
la desigualdad en Colombia, aumenta el desplazamiento interno, incrementa el
desempleo, y paralelamente aumenta el presupuesto militar en detrimento de
inversiones en el futuro desarrollo de Colombia como lo son educación,
investigación científica y tecnológica, inversión de capital nacional y salud.
Y como si esto fuera poco le garantiza a las FARC su renovación constante a
través del reclutamiento continuo, consecuencia del dolor y la consiguiente
venganza armada por la muerte de familiares a manos de paramilitares,
neoparamilitares y militares.
La parte de la
Seguridad Democrática que tiene como objetivo matar hasta el último miembro de
las FARC es fanática, irracional, impráctica y por qué no decirlo anticristiana
y criminal. La pena de muerte en Colombia es ilegal y va contra los principios
cristianos. Cualquier persona asesinada, así sea el peor criminal, es una
repudiable ejecución que viola flagrantemente la Constitución y es un
inexcusable crimen de Estado. Los colombianos tienen el derecho y el deber de
ser testigos del juicio público de grandes criminales para que sirva de
educación de cómo la verdad siempre triunfa así se la encubra con siete mil
corazas.
Pensar que mostrando
una pila de milicianos de las FARC muertos, aunque fueran falsos positivos,
eran derrotas militares para las FARC es desconocer por completo lo que es una
guerra irregular en la que no cuentan los números, como en las guerras
regulares, sino la amenaza, la capacidad de sorpresa y sus consecuencias
políticas y económicas.
Está demostrado
que es imposible impedir que las FARC operen, ataquen o cometan acciones de
guerra. La decisión de las FARC de parar sus operaciones, ataques y acciones de
guerra, de desarmarse y de integrarse a la vida legal nacional es la única
garantía del fin de la amenaza que representan, y sólo una negociación puede
lograrlo
Estrategia militar de Santos
II Dejarles una
sola salida a las FARC: La Paz
Ser Comandante en
Jefe de las Fuerzas Militares es estar frente al curso que tome el conflicto
armado. Por eso el presidente Santos cambió la antigua estrategia militar de
Seguridad Democrática contra las FARC de las dos prioridades irracionales y
hasta criminales de Uribe (que ahora Uribe llama Frente Antiterrorista y Puro
Centro Democrático) a una estrategia con los siguientes pasos que por ser
parcialmente parte del secreto militar han quedado injustamente por fuera del
conocimiento público:
1.
Los objetivos espectaculares que sirven como
propaganda para la reelección, como asesinar miembros del Secretariado, se
descubren ineficientes puesto que detrás de cada miembro del Secretariado
existe un orden establecido de candidatos preparados para suceder de inmediato
a cualquier comandante que muera. La posibilidad de descabezar a las FARC se
convierte en una revitalización de su dirección y en la implementación justificada
de nuevas políticas correctivas que los actuales miembros del Secretariado no
habían desarrollado.
Al mismo tiempo, se observa que el Secretariado no es el frente de combate
directo y su enfrentamiento a las Fuerzas Militares y a la Policía tiene que
ver más con logros políticos, administrativos, tácticos y estratégicos que con
cualquier otra cosa. Los Frentes y los
mandos a cargo de la logística, como financiamiento, provisiones, armamento,
etc. tienen un papel determinante en el éxito de cualquier dirección del
Secretariado. Las pérdidas en estos niveles pueden traumatizar una operación o
incluso toda la eficacia de un Frente. Por lo tanto estas áreas toman ahora la
importancia que merecen y que se hallaba en segundo plano en la política de
Uribe por los objetivos espectaculares diseñados para su reelección y para la
manipulación de la opinión pública.
2.
La participación militar puede ser muy difícil,
costosa e ineficaz cuando se trata de movilizar batallones para acorralar y
enfrentar a unidades de las FARC. Movilizar batallones requiere también
movilizar provisiones, armamento y tener la acusadora presencia de armamento
pesado, aviones y hasta barcos. Los insurgentes ya están acostumbrados a
reconocer los cercos militares y a salir de ellos.
Los experimentados generales estadounidenses como Stanley McChrystal y en
especial David Petraeus, por el hecho de conocer desde el mando los efectos de
diferentes diseños militares contra una insurgencia mucho mejor armada y
verdaderamente temible como la sunita de Irak y los Talibanes de Afganistán, cuando
asesoraron a las Fuerzas Armadas de Colombia estuvieron de acuerdo en que las unidades
especializadas eran mucho más fáciles de desplazar y recoger, todo su armamento
es avanzado, sus equipos completamente portátiles, y su acción es específica y
altamente especializada por lo que son efectivas y de menor costo. Estas unidades
antiinsurgentes han demostrado su eficacia en más del 80% de los casos.
Prototipos de esto serían las fuerzas especiales Vulcano y Tarea Omega.
El abuso de las Fuerzas Militares por parte de Uribe fue tan extenuante y
desmoralizador que los combatientes no podían brillar con toda su eficacia. Su
composición no podía tener la agilidad, el tino y la efectividad de las
pequeñas unidades antiinsurgentes. Uribe agotaba rápida e innecesariamente el
presupuesto militar hundiendo a Colombia en deudas millonarias para sostener un
Ejército que fácilmente era burlado por los pequeños grupos de guerrilleros que
se salían de sus cercos o simplemente los llevaban a campos minados. El mal
manejo de Uribe tanto del presupuesto, los recursos logísticos y el pie de
fuerza del Ejército fue la causa de que muchos militares escogieran atajos como
los falsos positivos para tener respiro y alguna satisfacción honorífica de
parte del presidente Uribe, su comandante en jefe.
Lo peor de todo fue que, aunque esa mala administración militar de Uribe no
eliminaba a las FARC y por el contrario, paradójicamente, las ayudaba a
entrenarse para el escalamiento de la guerra, a mejorar su desarrollo, y a que
la consolidación de su resistencia se volviera una nueva motivación y un
incentivo importante para elevar la moral de los combatientes, Uribe nunca
cambió ni fundamental ni estructuralmente su estrategia militar durante sus
ocho años de gobierno. Mientras que en el campo enemigo se observa la rápida
adaptación y táctica de repliegue que lograron las FARC desde el primer año del
gobierno de Uribe al tiempo que avanzaban firmemente en su preparación para una
guerra prolongada incluyendo cambios militares para su resistencia y cambios
políticos para su status de beligerancia.
Santos es el primero que después de ocho años cambia, actualiza, revitaliza y
pone en marcha una guerra contra las FARC dirigida a una verdadera derrota
militar que no necesita matar a todos y cada uno de los guerrilleros, pero que
solo les deja una única salida: la paz. Con esto toda Colombia triunfa.
3.
El tercer componente de la indispensable nueva
estrategia consiste en quitarle cualquier apoyo y logística a las FARC y
simultáneamente avanzar en el progreso de Colombia a través de programas
sociales, construcción de infraestructura, servicios públicos esenciales y
solución a los problemas relevantes de cada comunidad. Solo de esta manera las
comunidades ven en el gobierno la solución de sus problemas y a las FARC como
uno de los problemas que se van resolviendo con la ayuda del gobierno.
Cabe anotar que la política de cazar y exterminar a la población civil por
parte de Uribe no solo produce odio al gobierno y a quienes colaboran con el
gobierno sino que además crea un odio profundo contra las Fuerzas Militares por
su negligencia para defenderlos y por el poder armado que la gente ve volcarse
contra ellos.
El completo desinterés de Uribe por la situación social en las zonas de guerra
queda demostrado en el constante presupuesto vacío del Plan de Consolidación
que debía resolver el urgente y verdadero problema de inversión social. Uribe
siempre prefirió Familias en Acción porque representaba su plataforma para la
reelección y sus Consejos Comunales porque eran sus herramientas de constante
campaña política.
Los primeros
resultados de esta nueva estrategia militar, que recoge lo mejor de la
experiencia nacional e internacional en la lucha contra las FARC y contra la
insurgencia en general, podrá mostrar sus resultados iniciales en menos de dos
años.
Culpar a Santos de
las nuevas operaciones de las FARC es un absurdo ¿Quién puede pensar que las
FARC actúan de acuerdo a si tienen o no permiso del gobierno? A las FARC no les
importa el presidente de turno, ellas tienen una estrategia que cumplir por
encima y a pesar de cualquier presidente y gobierno. Son la estrategia del
gobierno y de la guerrilla las que cuentan. Durante el largo periodo de Uribe,
por más golpes que les infligiera el gobierno, las FARC secuestraban cuando
querían, emboscaban y mataban policías y soldados sin que nadie se los
impidiera. También atacaron pueblos, sabotearon con explosiones en el campo y
en las ciudades capitales y hasta se dieron el lujo de hacer varios paros
armados en Arauca sin que Uribe pudiera hacer algo o decir algo.
Con el fin de los
gobiernos de Uribe los uribistas creyeron llenar ese vacio convirtiéndose en el
brazo derecho de la propaganda de las FARC. Basta con que las FARC digan ¡buuu!
en cualquier parte del país e inmediatamente los uribistas ponen el grito en el
cielo, reproducen fotografías si las obtienen, describen con pelos y señales lo
que hayan hecho las FARC, así no lo hayan hecho, y exigen inmediatamente que la
prensa les de titulares de primera página a las acciones de las FARC. En la
época de Uribe, éste quemaba millones de dólares adivinando dónde estaban y
atacándolas para decir que él no se dejaba montar de las FARC, que él si tenía
pantalones, que era un verdadero “macho”. Uribe estuvo a punto de meter al país
en una deuda letal de nuevos miles de millones de dólares para
internacionalizar su guerra. Se imagina uno las carcajadas de las FARC frente a
tamaña desesperación y torpeza de Uribe.
La explotación
reeleccionista del uribismo de la actual situación de guerra no tiene pies ni
cabeza. Basta con exponer los principios, el conocimiento y la experiencia
sobre los conflictos armados en Colombia y el mundo para echar por tierra las
falacias con que insisten en engañar a la opinión pública y torcer el camino de
Colombia hacia la paz.
La ultraderecha
uribista ha logrado acumular dentro de sus filas la mayor desinformación que
cualquier grupo en Colombia haya podido tragarse tan inútilmente.
Uribe no solo fue
un pésimo administrador de los asuntos militares que persistió obcecadamente en
una estrategia obsoleta y contraproducente. Ahora intenta volver con su
embeleco de Seguridad Democrática, que fuera de ser contraproducente y cinismo
sangriento, es realmente un insulto a la
inteligencia y al sentido común de cualquier profesional militar que se
respete.
Como comandante en
Jefe de las Fuerzas Militares de Colombia Uribe tiene que responder por los
falsos positivos de sus militares subalternos condenados, por los desaparecidos
durante su mandato cuando tenía la obligación constitucional de velar por la
vida y los bienes de los ciudadanos, por su agitación pública contra
sindicalistas, periodistas y opositores
que hizo que muchos de ellos perdieran sus vidas o terminaran en el
exilio, por las chuzadas cometidas bajo su dirección desde su central de
Inteligencia DAS y por la sangrienta limpieza social que impulsó su política desde
cuando fue gobernador de Antioquia.
Muchos de estos
hechos y asuntos de inteligencia militar son desconocidos para la opinión
pública de Colombia debido a la negación de la existencia del conflicto armado
político y por la falsa creencia de que las FARC no planean cuidadosamente sus
movimientos militares, no elaboran acciones de complejos resultados políticos,
no estudian tácticas y no participan de una guerra como contraparte ineludible.
Uribe creyó que con llamarlas “terroristas narcotraficantes” las cualidades de
combate, resistencia, planeación política y el hecho de ser destinatarios de
los presupuestos más altos y de la mayor concentración de actividad militar y
policial de Colombia, las FARC iban a desaparecer como por arte de magia. Eso
es como creer que haciendo propaganda de que Einstein es un burro su teoría de
la relatividad desaparecería y con ella el conocimiento de la energía atómica.
Era necesario que
estas cosas se dijeran y que los interesados en estos temas tuvieran una
información más amplia de lo que significó el descalabro de la Seguridad
Democrática y el porqué de la urgencia que Estados Unidos y Colombia tuvieron
para desmontarla.
Glosario
*
Insurgencia es el alzamiento en armas contra el Estado, sin importar el
tipo de estado que sea, dictatorial,
democrático, monárquico, simplemente si es un estado, el levantamiento
en armas contra ese estado es insurgencia.
- Cualquier acción y recurso contra el estado así sea crimen como
narcotráfico o secuestro, saboteo y terrorismo son todos crímenes
políticos porque obedecen al objetivo de toda organización subversiva que
es siempre la destrucción del estado, el cambio y la toma del poder. Y la
sola toma del poder no es nada más que política pura.
- Si la organización no busca la toma del poder ni tiene un partido
que la dirija ni afecta la política del estado, entonces no es una
organización subversiva sino que sería exclusivamente una
organización criminal como lo fue
las AUC cuyo máximo objetivo fue usar el poder pero no cambiarlo y sus
acciones no estaban dirigidas por ningún partido.
- La insurgencia tiene diferentes formas como son: unidades
terroristas, de guerrilla o ejército. Ninguna de estas formas cambia su
carácter insurgente ni su carácter político.
- El crimen es una trasgresión de la ley y de los derechos de
los demás a la propiedad, la vida, raza, género, o creencias.
- El crimen es un arma fundamental en la insurgencia porque destruye
el orden establecido por la ley, lo transgrede y lo vuelve vulnerable para
ser transgredido por otros. Por esta razón el crimen es el arma política
más importante de los grupos alzados en armas.
- Robar un banco por una banda criminal corriente lleva el dinero
generalmente a cantinas, prostíbulos y lujos. El robo de un banco por una
organización armada que obedece a objetivos políticos termina en
logística, armamento, propaganda y financiamiento de acciones subversivas.
En el robo criminal ordinario hay un atentado a la economía, pérdida
recuperable por seguros, pero en el robo subversivo hay un atentado a la
economía que pasa a segundo plano ante la multiplicidad de recursos
subversivos contra el Estado. Ese robo en sí es una amenaza directa al
Estado.
- Por eso, decir que los subversivos son criminales solo encubre a
los subversivos. De la misma manera que ejecutar individuos que no son de
las FARC y hacerlos pasar por las FARC solo protege a los verdaderos
militantes de las FARC. Si las FARC
emboscaran policías que no son policías en nada afectarían al cuerpo
policial. Decir que las FARC son criminales es una ingenua manera de tapar
su amenaza y sus ataques al Estado colombiano.
**
La paz es la reconciliación y convivencia como resultados de que ambas partes
logran la resolución de un conflicto armado.
- La paz se
acuerda entre enemigos.
- Entre amigos
no se bombardean ni se destruyen, entre enemigos si.
- Cuando se
abusa de la amistad y se cometen desmanes se la viola y, como cuando se viola la ley, se impone
el castigo.
- Cuando los enemigos
acuerdan la paz se impone el perdón.
- En los conflictos armados unos tuvieron que pagar un precio alto por
la paz y otros fueron pagados para conseguirla, pero eso es justo porque
la paz es para todos por igual, no importa cuánto trabajaron o no por
ella, lo que importa es que todos la pueden mantener y gozar.
- Un militar se
compromete a dar su vida por la patria y esa debe ser su mayor
satisfacción y compensación más importante que cualquier salario.
- Un guerrillero
nunca se comprometió a dar su vida por la patria, si deja sus armas y se acoge a la ley su satisfacción debe
ser el respeto, la colaboración y la admiración de todos como premio a su
decisión, lo que es justo.
- Las parábolas
de los hijos diferentes, los jornaleros y la del hijo pródigo ayudan a
entenderlo desde el punto de vista cristiano.
- La paz es un asunto
de gracia y perdón donde con justicia se borran las deudas.
***
Terrorismo es la acción de afectar las decisiones de la gente a
través de la intimidación violenta. El terrorismo puede ser privado, subversivo
o estatal.
- En general el terrorismo se ejecuta con ataques a civiles al tiempo
que se atacan cosas o símbolos del poder enemigo.
- Si un grupo armado, cualquiera que sea, pone bombas en los puestos
de votación, eso es terrorismo porque afecta la decisión de la gente de ir
a votar o no, por un medio violento.
- Si se derriban dos edificios símbolo del poder de una nación, como
las torres gemelas de Nueva York, eso inmediatamente obliga a cambiar la
decisión sobre la seguridad de todo un país. Desde ese momento nadie puede
sentirse seguro. El terror es tal que puede llegar a crear miedo a los aviones
que vuelan sobre las ciudades, a los edificios altos sin una fácil salida
de emergencia, a toda persona islamista, a todo enemigo de los Estados
Unidos, etc. El terror producido por la demolición violenta de las torres
gemelas obligó al gobierno a cambiar posiciones sobre inmigración, diplomacia
y lo llevó hasta la declaración de guerra.
- Aquí no hay que confundir cambio de políticas y decisiones a nivel
gubernamental y social con medidas de seguridad contra el terrorismo o
cualquier otra amenaza.
- Las medidas de seguridad como requisas selectivas en el
transporte público o la identificación para entrar a los edificios, son
corrientes y se caracterizan por una constante actualización y por ser
preventivas. Que la gente tenga que quitarse los zapatos para su
inspección en los aeropuertos no es producto de ningún acto terrorista en
el que haya existido una sola víctima. Fue un fallido intento de un
posible acto terrorista el que señaló que los zapatos podrían ser transporte potencial de
explosivos o componentes de explosivos y por prevención se adoptó su
inspección. Eso es una medida de
seguridad.
- El principal objetivo del terrorismo es demostrar que lo que parece
más seguro no lo es. Al romper la sensación de seguridad obviamente queda
el vacío de la inseguridad. La
seguridad de que ir a votar no tiene peligro alguno o de que Nueva York no
puede ser atacada, son las seguridades que el terrorismo busca romper.
Darle fuerza y apoyar al terrorismo es exagerar el daño hecho, asegurarse
de que el miedo cunda y extender ese miedo al mayor número de personas
posible. La falta de conocimiento del terrorismo es lo que hace que mucha
gente ingenuamente ayude al éxito del terrorismo sin darse cuenta.
- El antídoto del terrorismo es la seguridad y ésta debe ser
tarea de los servicios de inteligencia, contrainsurgencia y seguridad,
nunca una política a nivel de Estado.
- Si la seguridad se vuelve la política de un gobierno entonces
valida las acciones terroristas como enemigas de la nación, las reconoce
como acciones intimidantes contra la sociedad y el Estado y equipara
equivocadamente esas acciones a un invisible ejército enemigo, que de
ahora en adelante llamará “terrorismo”. Hablar de seguridad se vuelve
entonces una forma explícita e implícita de reconocer que el “terrorismo”
es una amenaza constante, presente y real para la población. Si ese
terrorismo es producto de las acciones de una organización política
armada, la política de seguridad trae consecuencias aún más graves porque
reconoce las acciones terroristas como las más temibles de la organización
armada y al hacerlo reconoce la capacidad subversiva y beligerante que la
organización política armada buscaba establecer ante la población.
- Es inevitable que desde ese mismo momento lo que queda en tela de juicio
es el poder del Estado, la fortaleza o debilidad del gobierno frente al
“terrorismo” y no frente a la
organización política armada. Así, lo que en realidad son solo unas
acciones de la organización política armada, que el gobierno categorizó como del
enemigo “terrorista” se transforman en el reconocimiento de la
organización política armada como la fuerza beligerante más temida por el
Estado. Ahora, todo lo que la organización política armada necesita hacer
es resistir y con solo resistir siempre demostrará la debilidad o el
proceso de debilitamiento del Estado. Ambos resultados juegan en su favor
porque lo que ha quedado y lo que queda en cuestión es el poder del Estado
debido a su política de seguridad de la que depende toda la sociedad, y no
la organización política armada que ahora se beneficia del hecho de que la
población misma demuestre la debilidad del Estado.
- Para quitarle toda efectividad a las acciones terroristas estas
deben prevenirse con sencillas pero eficaces medidas de seguridad. La
neutralización de la actividad de la organización política armada es lo
único que demuestra la superioridad y el poder del Estado. Y es lo único
que realmente devuelve la seguridad a la población..
- Una forma importante de conocer qué es terrorismo es comenzar por
aprender todo lo que no es terrorismo.
- Si un grupo armado, cualquiera que sea, roba un banco, hace un
retén ilegal, estafa, explota una
planta eléctrica o secuestra eso no es terrorismo porque ningún factor
decisorio pudo ser afectado por esa violencia.
- Un secuestro es una transacción extorsiva que puede ser
económica o política pero no cambia ninguna decisión de la gente. Así haya
millones de secuestros eso nunca va a cambiar u obligar a que la gente
decida que la libertad personal deba acabarse o no. Por el contrario, cada
secuestro aumenta la unión de la gente pidiendo por el respeto
incondicional de la libertad individual. Es un delito de lesa humanidad
porque nadie tiene derecho a decidir sobre la libertad de nadie, excepto
la rama judicial.
- Que haya personas que se
aterroricen por el secuestro como las hay que se aterroricen por millones
de cosas más, eso no las vuelve acciones terroristas.
- En la guerra se acostumbra que unos ejércitos embosquen a
los otros, pero eso en ningún momento es terrorismo, es simplemente uno de
los avatares de la guerra y una de sus técnicas.
- En toda guerra siempre hay
daños colaterales, las bombas matan más inocentes porque están
desprevenidos y desprotegidos; y menos objetivos militares porque estos
andan alerta y muy bien resguardados. Los niños y las mujeres son
generalmente los colaterales más afectados. Las bajas civiles se califican
como colaterales siguiendo el patrón que internacionalmente han establecido
los Estados Unidos y la OTAN. Los efectos colaterales de la guerra son
algo deplorable, motivo central para acabar las guerras, pero tampoco son
terrorismo. Para serlo tendrían que ser objetivos civiles.
- En conflictos racistas, tribales, sectarios y religiosos los objetivos son siempre
civiles porque buscan disminuir el número de creyentes del bando o
ejército contrario, pero en conflictos de poder la gente de toda clase
juega un papel muy importante de apoyo, y el ataque se concentra en la
propiedad de los más poderosos, las fuerzas armadas defensoras del Estado
y en la destrucción del funcionamiento normal de servicios e
infraestructura. En Colombia los
paramilitares hacen una guerra sectaria por eso sus víctimas son fundamentalmente
civiles. Los otros grupos armados hacen una guerra subversiva y tanto el
Estado, las fuerzas militares y policiales como la propiedad agraria e
industrial son sus víctimas principales.
- El terrorismo siempre es político sencillamente porque afecta las
decisiones de la gente. Que ese efecto político se logre por medios
violentos es a lo que precisamente se ha llamado terrorismo. Si el
terrorismo no afectara las decisiones de la gente no sería político y sus
ataques serían equivalentes a una catástrofe natural o al aislado incendio
criminal de una casa o un edificio en el que pueden morir muchas familias
- Si un edificio se incendia a causa de una falla eléctrica, esa
causa no es política. Si lo es a causa de un descuido o la intención de un
individuo o individuos contra el dueño del edificio tampoco es político
así en ambos casos los destrozos sean enormes y las víctimas decenas. Pero
en el instante en que un grupo político organizado reclame su autoría o
sea acusado de causar el incendio, cualquier causa del incendio pasa
inmediatamente a un segundo plano y la organización política armada pasa a
ser la causa primera y única de ese incendio y su acción una acción
política de carácter terrorista. Los destrozos así sean mínimos y las víctimas así sea una sola se
convierte en un ataque y como tal un acto terrorista correspondiente a una
determinada política de la organización política armada y logra un
despliegue nacional e internacional porque son atentados contra la
población y el Estado.
- La organización política armada sabe que el presidente, los
ministros y el gobierno en general pondrán ese acto en primera plana para
el conocimiento público porque es imposible que se ignore un acto que
atenta contra la población a cargo del Estado, pues, políticamente eso es
lo que significa el acto terrorista. La sola manifestación del gobierno es
en sí un efecto político y la denuncia de la política del grupo político
organizado es un efecto político agregado. Toda esta reacción política que
deja presente la capacidad de amenaza, beligerancia y subversión era la
que buscaba la organización política armada con ese acto.
- A un grupo lo pueden llamar terrorista aunque sus acciones
terroristas sean mínimas como a un congresista lo pueden llamar Padre de
la Patria aunque solo llene sus bolsillos. La definición legal de las
cosas, sobre todo en la guerra, no necesariamente es exacta. Existe la
guerra psicológica y la propaganda como parte de la guerra, que demuestra
cómo ciertos calificativos que hagan perder valor público al enemigo o
aumente el odio al enemigo son la razón de la existencia de ese lenguaje.
Todos los hábitos de la guerra son malos y deben acabarse.
****
Narcoterroristas. Los
paramilitares son narcotraficantes por naturaleza, provienen del temprano patrocinio
del gobierno a civiles y cuadrillas de sicarios que le abrió las puertas a los
narcos para que camuflaran, extendieran y desarrollaran sus actividades
criminales con la protección legal de un pretendido auxilio al Estado.
- El narcotráfico existe en los orígenes del paramilitarismo y se ha
desarrollado con él. La limpieza social es una actividad exclusivamente
terrorista. Por cumplir estas dos condiciones plenamente los paramilitares
responden con precisión al término narcoterroristas.
- Solo en mentes desviadas cabe la limpieza social o exterminio de
población civil.
- Solo en mentes criminales
cabe creer que el crimen tiene una utilidad social y se le ocurre encargársela
a los paramilitares.
- Para salvar de culpa al Estado que por decreto creó, entrenó y armó
al paramilitarismo se dice que las FARC crearon a los paramilitares. Eso
es tan absurdo como decir que los ladrones crearon la Policía. La Policía
existe para asegurarle a la rama de Justicia el cumplimiento de la Ley y
para detener a quienes la violen.
Los paramilitares fueron creados por una desviada decisión del
estado para atacar a la subversión.
*****
Esta clara manipulación de
Uribe para que su familia haga lo que él quiere y nunca quedar él inculpado
es la misma que con pericia ha empleado con su selecto y estrecho círculo de
colaboradores que siendo convictos o no, los mantiene callados bajo el esquema
de lealtad que les recuerda y refuerza
con los desesperados obstáculos que ha presentado públicamente para que no
confiesen sus crímenes.
- Uribe incluso ha llegado a sugerir todo tipo de evasiones de la
justicia hasta el extremo del asilo.