Carlos de Urabá •  Opinión •  30/08/2017

Felipe VI, quien quiere la paz no trafica con armas

Felipe VI, quien quiere la paz no trafica con armas

El reino de España esperaba convocar este sábado en Barcelona una multitudinaria manifestación en repulsa por los atentados terrorista de las Ramblas y Cambrils. Una manifestación unitaria contra el terrorismo yihadista donde se supone ondearía altivas  las banderas rojigualdas y se corearían lemas a favor de la paz y el amor universal. Bajo la pancarta “no tinc por” (no tenemos miedo) se presentaba una ocasión inmejorable para contrarrestar el desafío secesionista catalán. Pero las calles de Barcelona se inundaron de banderas esteladas independentistas y de pancartas que acusaban al gobierno y a la monarquía de vender armas a países como Arabia Saudita y Qatar (patrocinadores el terrorismo)  El monarca Felipe VI hizo acto de presencia en la plaza de Cataluña escoltado por cientos de agentes secretos y fuerzas de seguridad del estado en un intento por realzar su blasón. Acompañado por su gran Chambelán Rajoy, sus ministros y presidentes autonómicos pretendía de esta manera ganarse el corazón de los súbditos catalanes.

Pero los ciudadanos catalanes como corresponde comenzaron a abuchear a su majestad y sus cortesanos con gritos de ¡fora la monarquía! ¡Felipe, quien quieres paz no trafica con armas! ¡vuestras guerras, nuestros muertos! ¡Mariano, si quieres paz no vendas armas!¡Independencia, independencia! Evidentemente quien trafica con armas no puede hablar de paz. La hipocresía monárquico-españolista ha alcanzado unos límites inconcebibles.  El reino de España con toda la desfachatez vende armas a distintas dictaduras en especial monarquía saudita que es el principal patrocinador del Wahabismo y el salafismo mundial. La manifestación por la paz y contra el terrorismo se convirtió en un plebiscito nacionalista en favor al derecho a decidir.

El reino de España quería utilizar este escenario para demostrarle al mundo su compromiso en la lucha antiterrorista o antiyihadista -como se le denomina tras la desaparición de ETA- No obstante se oculta deliberadamente que España tiene tropas en Afganistán y en Irak y participa en la Coalición Internacional que combate al Estado Islámico. El compromiso de España en la lucha contra el terrorismo mundial fue una de las principales causas del atentado de las Ramblas y Cambrils. Algo que también sucedió en los atentados de Madrid el 11 de marzo de 2004  cuando el comando yihadista Abu Hafs al Masri -en nombre de al Qaeda- colocó varias mochilas bomba en la red de trenes de cercanías causando 192 muertos. En un principio el gobierno de Aznar culpó a ETA en un desesperado intento por ganar las elecciones generales que se celebraban tres días más tarde. Aunque se sabía de antemano que los atentados los cometieron yihadistas como represalia por la participación de tropas españolas en la invasión de Irak. La mentira no funcionó y el beneficiado fue el PSOE que ganó las elecciones proclamándose José Luis Rodríguez Zapatero presidente del gobierno. Ahora nuevamente el PP ha intentado manipular a su favor este deleznable acto terrorista con el objetivo de restarle fuerza al soberanismo catalán a un mes del referéndum de autodeterminación.

Occidente está empeñado en exterminar al islamismo radical en Siria e Irak y la respuesta es una serie de atentados atribuidos al EI que han tenido como objetivo distintas capitales europeas. Definitivamente la guerra se ha globalizado y trasciende las fronteras de Oriente Medio. La libertad, la democracia y la seguridad del Primer Mundo es un asunto prioritario mientras que lo que acontezca con la población civil en Siria e Irak es algo banal e intrascendente.

Los atentados de Barcelona y Cambrils cometidos por un comando compuesto por yihadistas marroquíes del Takfir Wal Hijra dejaron 16 muertos y decenas de heridos en un nuevo capítulo de terror que con toda seguridad volverá nuevamente a repetirse en el momento menos esperado. Europa como en EE.UU los organismos de seguridad y de inteligencia, la policía, el ejército se encuentran en alerta máxima prestos a detectar el más mínimo movimiento sospechoso. Los ciudadanos han comprendido que tienen que resignarse a convivir con el miedo y la desconfianza. En cualquier esquina les está esperando una celada; un ametrallamiento, una bomba, un acuchillamiento, un auto desbocado. Lo cierto es que mientras no haya paz en Oriente Medio cada día que pase el fantasma del terrorismo irá cobrando una dimensión más cruel y despiadada.


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