Vocesenlucha •  Opinión •  18/10/2019

El País y la Marcha de las 7 avenidas

El País y la Marcha de las 7 avenidas

Hay voces que garabatean trazos de arrecha ternura en el cartón emborronado de la historia.

Manos que graban revolución en la rancia corteza del árbol de gélido hierro capitalista.

Olas como mares que dibujan huellas de libertad sobre el bañado asfalto de la ciudad insurgente.

Llamaradas de vida viviente que suman leña subversiva al fuego eterno de los olvidados.

Mareas humanas que desbordan avenidas como torrente de agua bajo la lluvia sin ciudad que las contenga.

Cielos que desprenden su aguacero como llanto sobre el fuego, como tierra mojada de despedida, llano y horizonte.

Hay hombres en la historia que dibujan mañana de palabra vieja y esperanza de nuevo tipo.

Si algo se ha sembrado en estos 20 años de proceso bolivariano es memoria. Chávez se encargó de devolver la historia emancipadora a la mesa, al cubierto, a la caraota, a la arepa cotidiana. Es por eso que al pueblo venezolano le gusta recordar. No son pocas las conversaciones donde aparece un glorioso día de octubre en el recuerdo como agua refrescante en época de sequía, como fuego alentador en tiempos de hielo contrarrevolucionario. La conocida como Marcha bajo la lluvia o Marcha de las 7 avenidas, de un 4 de octubre de 2012, es una jornada que planea sobre el imaginario colectivo de todo chavista. Memorial de lucha, despensa de nostalgia, manual de resistencia, llanura de conciencia movilizadora.

Con una cola de 23 kilómetros de autobuses para entrar a Caracas, esa marcha coloca un hito en la ancha historiografía popular del chavismo. Para muchas voces, la movilización más grande en la historia bolivariana. Con las 7 avenidas principales de Caracas inundadas de fuego, Chávez sale al escenario y habla a los presentes bajo una torrencial lluvia de octubre, que riega sus palabras como siembra de futuro fértil.

Nosotros venimos de lejos, esta batalla es larga. Esta batalla tiene más de 500 años en esta tierra. Aquí estamos hoy los hijos de Guaicaipuro. ¿Quién se siente aquí Guaicaipuro? Todos somos Guaicaipuro. Y su grito de guerra contra el imperio español, Ana Karina Rote, de ahí venimos nosotros, de la resistencia aborigen, de la resistencia india, de la resistencia negra, de los explotados, de los dominados de siempre. Ha sido larga la batalla. Nosotros somos los hijos de Simón Bolívar, las hijas de Simón Bolívar. Nosotros somos los patriotas del 5 de julio, del 19 de abril. Nosotros somos los soldados de José Félix Rivas en La Victoria, esos somos nosotros, hombres y mujeres de hoy. Nosotros somos de las tropas de Ezequiel Zamora y su grito de guerra y hombres libres. Nosotros somos los hijos de las cargas de caballería de Maisanta y los últimos hombres de a caballo”.

En medio de “un palo de agua”, como dicen en Venezuela, Chávez apela a la historia frente a una multitud emocionada que lo acompaña con sus gritos. De allí no se mueve nadie. Tras el ejercicio de memoria, comienza a cantar bajo la lluvia. “Llevo tu voz y tu aroma en mi piel”. El pueblo continúa en un coro infinito de voces como agua de río desbocado:

y el cuatro en el corazón

Llevo en mi sangre la espuma del mar

y tu horizonte en mis ojos.

La distancia emborrona horizontes, nubla sentidos, miopiza ojos. El diario El País, en su edición impresa de España, el sábado 7 de octubre de 2012, día de las elecciones venezolanas, se empeña a fondo con el país caribeño. Las páginas 4 y 5 las dedica por completo a Chávez y al opositor Capriles. En la hoja 4 se explaya Ibsen Martínez con su texto “Auge y ocaso de un insurrecto” junto a la caricatura de un Chávez arrugado. La hoja 5 es para Mayte Primera y “La fuerza tranquila de la oposición”, acompañada de la réplica caricaturesca en este caso de un rostro firme de Capriles Radonski. Algunas de las muchas “noticias” que dedica El País a Venezuela en esos días, a pesar de los descalificativos ya propios de su periodismo de salón y alfombra roja, no pueden evitar reconocer el baño de masas del cierre de campaña de Hugo Chávez. Sin embargo, así describe el venezolano Ibsen Martínez ese emblemático día de las 7 avenidas:

El cierre de campaña de Chávez en Caracas se vio arruinado por un huracanado aguacero. (…) Verlo capear a duras penas, no solo el temporal, sino la humillante estampida de sus seguidores que le abandonaron bajo el inclemente vendaval tropical, escucharlo repetir sus ajadas consignas mientras intentaba bailar bajo la lluvia, obeso y abotargado por los medicamentos, solicitando seis improbables años más para cumplir sus incumplidas promesas de redención social,…”.

Nada puede emular la vivencia del momento concreto, pero dado que ese momento es historia, invitamos a los ojos lectores a escarbar en las redes y mirar ese cierre de campaña para apreciar la arrogancia manipuladora de un diario que no dudó en defender el golpe de Estado contra Chávez en 2002, en sintonía con el entonces presidente José María Aznar. De la mano del también expresidente Felipe González y su amigo Polanco, con grandes intereses económicos en Venezuela, el conglomerado mediático llamado Grupo Prisa ha sido uno de los medios que más ha manoseado la información sobre la realidad venezolana. Tanto, que el 24 de enero de 2013 tuvo que paralizar la distribución y retirar de los puntos de venta de España, Europa y América Latina su edición impresa por la foto en portada de un supuesto Hugo Chávez entubado y moribundo que resultó no tener nada que ver con el Comandante sino con una imagen sacada de un vídeo de YouTube de una intubación de acromegalia. Hecho que, más allá de la falsedad y lo rocambolesco del asunto, demuestra una espantosa ausencia de ética periodística.

No es baladí, si investigamos sin ambages sobre el Grupo Prisa. Cuenta el sociólogo Marcos Roitman el impactante secuestro en 1991 del libro de Félix Marín: Dineros del narcotráfico en la Prensa Española. “Fue judicialmente requisado antes de salir de imprenta, cosa inédita en la España dizque democrática. Nunca vio la luz, un juez decretó su secuestro. En el texto se aludía a los vínculos entre el presidente del grupo PRISA (Cadena Ser, El País, entre otros), Jesús de Polanco, con el narcotráfico y los cárteles colombianos. Igualmente se aportaban datos sobre las inversiones de los cárteles en el grupo PRISA, además de señalar que dichas actividades eran conocidas y toleradas por el gobierno del PSOE y por el propio Felipe González” (Marcos Roitman Rosenmann, La criminalización del Pensamiento, Guillermo Escolar Editor, 2018).

Más de 8 millones de votos consiguió Chávez en aquellas elecciones del 7 de octubre de 2012, la mayor votación a un presidente en la historia de Venezuela. Sería su cuarto mandato consecutivo. Mandato que no pudo desarrollar dado que poco después de la victoria electoral recayó en su enfermedad. Hay quien afirma que el desgaste de Chávez en esa campaña le pasó factura en términos de salud. El Comandante se dejó el alma hasta el final luchando por la vía que le llevó a la presidencia: la del voto, la vía pacífica, esa que inauguró Salvador Allende años atrás. Ya conocemos el final del compañero Presidente Allende. Aquel 4 de octubre fue la última vez que Hugo Chávez y el pueblo se miraron frente a frente en un acto público.

Recuerdo la mañana del 7 de octubre de 2012. Entré a tomar un café en el madrileño barrio de Tetuán, agarré el diario El País y leí las muchas noticias y artículos de opinión sobre Venezuela. “Populismos caudillescos latinoamericanos, régimen, retórica delirante, mesías, predicador, caudillo, dictadura castrista, petroestado populista, corrupción, autoritario, vocación continuista, inseguridad rampante, fracaso, populismo militarista”. Si atendemos a que El País es el diario “progre” español por excelencia, quizá podamos atisbar qué carajo le ha pasado a la izquierda en estos lares. Semejante maltrato colonial y eurocéntrico, tal desprecio a la verdad y la realidad latinoamericana fueron elementos que sumaron para tomar la decisión de vivir esa realidad desde dentro, metidos en el fuego popular, bajo el torrente de lluvia de la historia. Cuando llegamos a Venezuela en 2016, Chávez ya no estaba físicamente, pero encontramos su aliento en cada rincón, en cada casa, en cada plato, en cada arepa, en cada imagen, en cada palabra de memoria viva del digno pueblo venezolano.

Navaluenga, Ávila, 4 de octubre de 2019

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