Narciso Isa Conde •  Opinión •  14/11/2018

Fragmentación del sistema imperialista y declinación de EE.UU.

El proceso de mundialización del dominio del capital, en esta fase de la internacionalización del gran capital, denominada globalización, y en el contexto de la expansión y profundización de la crisis de decadencia de la civilización burguesa Occidental, ha tenido lugar un singular proceso de fragmentación imperialista, un declive creciente de la hegemonía de EEUU y una reducción relativa del poder del imperialismo occidental (norteamericano-estadounidense).

Esto coincide con la recomposición de Rusia como superpotencia militar y la emergencia de China Popular como segunda, camino a convertirse en primera potencia económica del mundo (al tiempo de emprender su modernización como superpotencia militar y de construir un modelo que combina capitalismo privado nacional y transnacional, capitalismo monopolista de Estado con transnacionales propias y aéreas económicas y programas sociales de corte socialdemócrata.

El hecho de que la crisis estructural de los capitalismos estadounidenses y europeos, iniciada y desplegada en las últimas décadas del siglo pasado, fuera simultanea a la del denominado “socialismo real” soviético y euro-oriental, y de que continuara su agitado curso luego del derrumbe soviético, ha determinado que la pretensión de EEUU de capitanear un mundo unipolar no haya materializado.

Más temprano que tarde  el sistema capitalista mundial ha devenido en un sistema multi-polar, registrándose a la vez la decadencia progresiva de EEUU como potencia hegemónica y omnipotente.

El despliegue de las guerras populares-nacionales contra su llamada guerra global antiterrorista (Palestina, Irak, Afganitán, Kurdistán, Yemen Ucrania, Siria…), la emergencia del nacionalismo de gran potencia en Rusia y en China Popular, el fortalecimiento de Irán como potencia militar mediana en el Medio Oriente y Corea del Norte en el Oriente lejano, la pérdida de influencia en Turquía…le han creado al Pentágono y a la OTAN serias dificultades para imponer sus designios ( no así a los complejos industriales financieros para obtener súper-ganancias); registrándose derrotas o empantanamientos militares significativos para esa alianza imperialista Occidental y para EEUU en particular en una buena parte de esas confrontaciones, viéndose en algunos casos obligada a recular.

Eso explica su intenso repliegue hacia Nuestra América y su contra-ofensiva en la Región bajo la ilusión de controlar férreamente su alborotado “patio trasero”, que tiende a írsele de la mano.

·         Capitalismo imperialista sin alternativa a su neoliberalismo, gansterización y pentagonización.

Es evidente, pues, que el capitalismo imperialismo de estos tiempos, no dispone de un modelo alterno al neoliberalismo, al dominio del capital financiero, al auge del militarismo y el guerrerismo, y a sus métodos delictivos como medios de acumulación.

Está inmerso y entrampado, por tanto, en su propia voracidad ecocida, sus impulsos al  consumo dispendioso y en procesos parasitarios y de gansterización dentro de su propio sistema; generando violencia y terror de Estado, neofascismo, desintegración , caos y poderes mafiosos.

Y es que dentro de ese entrampamiento, pese a la decadencia neoliberal – admitida por una parte de sus ideólogos- las cúpulas gobernantes-dominantes se limitan a recurrir al Estado, no para cambiar al modelo que las engorda, sino para salvar el gran capital privado (y especialmente los grandes bancos) y potenciar la delincuencia de Estado y empresarial.

Por eso sus ideólogos reiteran periódicamente ajustes empobrecedores contra la gran mayoría de los/as trabajadores/as y contra toda la sociedad excluida y los sectores medios situados al margen del poder.

 Al tiempo no desisten, más bien intensifican el saqueo, la contaminación y depredación de los recursos naturales del planeta, provocando una espiral en el proceso de rebeldías crecientes (con un fuerte componente juvenil, femenino, inmigrantes, trabajadores y pueblos empobrecidos), a la que responde con más represión y neofascismo dentro de un círculo vicioso y viciado; haciendo honor a su condición de lumpen imperialismo y a sus lumpen burguesías.

Esto provoca de más en más la deslegitimación de la dominación neoliberal caracterizada por la hegemonía del capital financiero y del cogollo capitalista en general, expresada recientemente con más vigor en el auge de la indignación contra sus símbolos, sus representantes y sus nuevos programas empobrecedores y en avalanchas de migrantes a sus opulentas entrañas.

Esa es la tendencia continental y mundial de estos tiempos, aunque algunos países luzcan temporalmente rezagados; no en cuanto a la crisis integral en expansión, pero si en el orden de las rebeldías multitudinarias necesarias. Mientras es evidente, en sentido general, el déficit total o parcial en los necesarios procesos de conformación de las fuerzas de vanguardias y t5ransformadoras y en las respuestas alternativas definidamente revolucionarias, anti-capitalistas y pro-socialistas.


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