Hedelberto López Blanch •  Opinión •  25/05/2018

Argentina hacia otro corralito financiero

Cuando en un matrimonio las parejas se divorcian y al cabo de los años vuelven a unirse, se dice que segundas partes no son buenas, y esto le esta sucediendo al pueblo argentino al volvérsele a imponer agresivas políticas neoliberales y un espinoso regreso al Fondo Monetario Internacional (FMI)

Los que se dejaron seducir por las promesas preelectorales de Mauricio Macri y le otorgaron el voto, cada día se arrepienten más del error cometido cuando observan que nuevamente se les viene encima un corralito financiero con las consecuentes políticas de desigualdad y pobreza generalizada.

En Argentina, desde la llegada al poder hace dos años del presidente Macri, la situación económica y financiera del país ha ido involucionando y el gobierno ha debido recurrir ahora a lo leoninos empréstitos que otorga del FMI.    

Según anunciaron Macri y su ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, ya se pusieron de acuerdo con Christine Lagarde para que el Fondo le preste al país alrededor de 30 000 millones de dólares. Todo augura que se trata del toque final para que el país regrese a principios de este siglo, cuando se vio inmerso en el fatídico Corralito financiero.

Esa medida fue instaurada el 3 de diciembre del 2001 por el gobierno del entonces presidente Fernando de la Rúa y su ministro de Economía, Domingo Caballo, para evitar el colapso del sistema financiero.

El decreto solo permitía extraer 250 dólares semanales de los bancos, lo cual motivó un enorme descontento con un estallido social que determinó la caída del gobierno tras la muerte de 27 personas que protestaban en las calles.

Su sucesor Eduardo Duhalde siguió las recetas del FMI para tratar de reducir el déficit fiscal y anunció la elevación entre un 9 % y un 11 % de los impuestos para la electricidad en las casas familiares y de un 16 % para los comercios, así como aumentó los servicios de gas entre el 7 % al 16 %.

Los impuestos golpearon de manera contundente al desesperado pueblo argentino donde según cifras oficiales los pobres alcanzaban ese año la astronómica cifra de 18,5 millones de una población total de 36 millones.

Las cifras resultaban más escalofriantes cuando se conocía que morían 27 niños diariamente por desnutrición; siete de cada diez argentinos menores de 14 años vivían en la pobrezas, y de octubre del 2001 a mayo del 2002, 5 200 000 personas se convirtieron en nuevos pobres, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.

Con la llegada del presidente Néstor Kirchner en mayo de 2003 se implementaron nuevas medidas económicas que se reforzaron en 2007 con el triunfo de la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner. Ya en 2006 Argentina había pagado el total de sus compromisos con el FMI, una cifra que ascendía a 9 800 millones de dólares.

El actual mandatario, que prometió a su llegada al poder que rebajaría la inflación, la cual continúa galopante, y que se respetarían las cifras de ocupación, a dos años de gobierno ha logrado lo contrario: que la deuda externa crezca un 35 % para situarse en 307 295 millones de dólares que representan el 56 % del Producto Interno Bruto.

El macrismo ha consentido una liberalización cambiaria y una mayor dependencia importadora, ha dejado de exigir a los exportadores que liquiden divisas en sus ventas y ha permitido una carrera financiera especulativa que también tiene un alto costo en materia de divisas.

El préstamo al FMI tendrá un precio y una amplia exigencia por parte del Fondo, pues para esa institución, Argentina tiene un excesivo gasto público, un frágil frente externo y relaciones laborales poco flexibles.

Aunque aun no se conocen las exigencias del Fondo para entregar el salvataje crediticio, sus funcionarios indican que la única forma de lograr un ajuste de gastos sustentables es congelar las jubilaciones y pensiones por dos años, asimismo consideran excesiva la plantilla estatal que deberá reducirse un 10 % y exigen un congelamiento de los salarios de los empleados públicos.

Para mejorar la baja producción argentina en relación con otros países exigen un fuerte retroceso de los derechos laborales como eliminar la indemnización, jornadas más extensas y flexibilización de tareas.

El tipo de crédito Stand-by que negocia el gobierno se entrega en cuotas de acuerdo al cumplimiento de las condiciones impuestas, razón por la cual el país solo recibirá el capital si las cumple al pie de la letra.

Las negociaciones con el organismo al parecer tardarán unas seis semanas pero desde ahora el pueblo percibe que eso representará más inseguridad, deuda y tarifazos.

Ya las pymes, o sea, las pequeñas y medianas empresas han caído en picada con miles de sus empleados echados a las calles, en parte por los tarifazos acordados con anterioridad. Entre 2015 y 2018 los costos de la energía eléctrica se incrementaron hasta 1 600 %, los de gas en 547 %, los de agua y cloacas en 656 %, pero también influye el aumento de las mercancías importadas que ha dejado a muchos empresarios en la imposibilidad de competir.

El retroceso económico-social que el macrismo ha llevado a la Argentina parece profundizarse cada día más, aunque como siempre ocurre con las políticas neoliberales, los ricos se harán más ricos mientras los pobres se empobrecen más.


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