Misión Verdad •  Opinión •  09/04/2018

Quién pierde más en una guerra comercial entre EE.UU. y China

Dicen algunos analistas que la decisión es una muestra más de las debilidades de EEUU, nación que impulsó la globalización pero que ahora «se le vuelve en contra, por el envejecimiento de su industria». Se trata de un plan tarifario anual de 60 mil millones de dólares para productos chinos que reafirma la tendencia del presidente y magnate a mezclar intereses económicos y de seguridad para ejercer presión sobre China.

La medida busca recaudar dinero para compensar los recortes anteriores de impuestos internos, además Trump prometió recuperar puestos de trabajo y reducir el mayor déficit comercial que ha habido en siete años, unos 566 mil millones de dólares. Precisamente la mayor brecha comercial es con China: 375 mil 100 millones de dólares, lo que representa un aumento anual del 8,1%.

¿De dónde viene la brecha?

La posición ventajosa de China frente a EEUU, particularmente en rubros como acero y aluminio, se debe a los niveles de sobreproducción causados por la expansión de la producción de China. En el año 2000 el aporte de la producción china de acero al total mundial no llegaba a un tercio, en 2016 produjo el 51%. Cuando todos los grandes países redujeron su producción de acero, China la duplicó desde comienzos de siglo. Con el aluminio ocurre casi lo mismo: EEUU fue un importante productor hasta 2005, pero hoy en día China produce la mitad del aluminio del mundo.

Abriendo la toma puede verse que, en cuanto a exportaciones al mundo, EEUU creció poco más de seis veces mientras que China lo hizo por encima de 70 veces.

Además, el crecimiento de la deuda del gobierno de EEUU ha superado el 100% de su producto interno bruto (PIB), siendo el cuarto país con mayor porcentaje de su PIB endeudado.

China es el primer poseedor de deuda de EEUU debido a que le vende a crédito más de lo que le compra, y también a que le compra bonos del gobierno a bajo riesgo en medio de una danza turbulenta de calificadoras y bancos rescatados. En la economía global, el dólar tiene mucho más poder adquisitivo que el yuan. Esto hace que los productos estadounidenses sean más caros para exportar a los países extranjeros que los productos chinos. Por lo tanto, los precios de China para los productos manufacturados son mucho más competitivos que los de EEUU.

Reacciones desde Estados Unidos

Medidas proteccionistas como las tomadas por Trump, en medio de una arquitectura económica que la misma corporatocracia estadounidense ha subordinado al libre mercado, pueden resquebrajar más la dinámica interna de EEUU. Personajes como su ex consejero económico Gary Cohn, Orrin Hatch, jefe republicano del Comité de Finanzas del Senado y el líder de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, han manifestado su descontento y distancia frente a tales medidas.

Mientras, Richard Trumka, presidente de la central sindical AFL-CIO que agrupa a más de 12 millones de trabajadores del sector público y privado de EEUU, dijo que el anuncio de aranceles al acero y aluminio es un «paso positivo» para proteger empleos en EEUU. John Heisdorffer, presidente de la Asociación Estadounidense de Soja (ASA), reiteró su «gran preocupación» sobre el potencial de China para tomar represalias contra la soja estadounidense, ya que es el mayor comprador y consume casi un tercio de la producción por valor de 14 mil millones de dólares anuales.

Los mercados bursátiles de todo el mundo cayeron el jueves y el viernes, lo que refleja los temores de los inversores de que el comercio entre China y EEUU empeorará. Sin embargo Trumka manifestó que «las leyes de la globalización han sido escritas para que los trabajadores pierdan. Es el mito que han tratado de perpetuar, la excusa es la economía, no se puede hacer nada. Pero la economía no es otra cosa que un conjunto de normas, y esas normas son escritas por los hombres y mujeres que elegimos, y que diseñan quiénes son los vencedores y quiénes los perdedores», y agregó que «ahora Wall Street está inquieto porque estaban acostumbrados a salirse con la suya. No les importan los trabajos en México o EEUU, solo les importan los precios de las acciones, y esto (los aranceles) afecta a sus acciones. Francamente, ya han tenido suficientes beneficios, han roto récords durante tres años», agregó.

La senadora demócrata Heidi Heitkamp se refirió a la economía de su estado, Dakota del Norte, diciendo que «necesita una guerra comercial tanto como una vaca necesita una hamburguesa. 50% de las exportaciones de Dakota del Norte a la Unión Europea (UE) son productos agropecuarios y maquinaria de construcción y 60% de nuestras exportaciones a China son bienes agrícolas».

Primeras reacciones desde China

China estudia primeramente los subsidios comerciales que aplica EEUU a sus productos agrícolas como forma de respuesta, así lo afirman diversos actores internos y externos del país del norte.

En respuesta al memorando, la Embajada de China en EEUU dijo que «es una acción proteccionista comercial unilateral típica. China está muy decepcionada y se opone firmemente a tal acción», agrega el comunicado que «las acciones emprendidas por los Estados Unidos son contraproducentes: dañarán directamente los intereses de los consumidores, las empresas y los mercados financieros de los EEUU. También ponen en peligro el orden comercial internacional y la estabilidad económica mundial».

Se cree que China podría usar la cooperación para desactivar el conflicto aumentando el comercio entre los dos países, por ejemplo, expandiendo su apertura en servicios, manufactura y productos básicos mientras que EEUU podría relajar sus controles sobre las exportaciones de productos de alta tecnología y alto valor agregado a China. Lo que parece una guerra comercial termina siendo un intento de intimidación a China y al resto del mundo para hacer que todos fortalezcan a EEUU concediéndole recursos económicos y oportunidades de desarrollo, mientras China abandona el camino a ser otro centro de capital y tecnología.

Medios chinos afirman que el estadounidense promedio, en su ansia de consumo, no quiere una guerra comercial con China; si ésta llegara a intensificarse y dañar su economía, Trump lo pagaría en las urnas.

La directora adjunta del Departamento de Información del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular China​, Hua Chunying, dijo que su país «luchará hasta el final» en cualquier guerra comercial e instó a los EEUU a tomar decisiones cautelosas. Agregó que el país norteamericano importó productos de bajo costo y mano de obra intensiva de China en grandes cantidades, lo que redujo considerablemente los costos para los consumidores estadounidenses, aumentó sus excedentes, mejoró el bienestar de los consumidores y también ayudó a los EEUU a frenar la inflación.

¿Quién gana y quién pierde?

El superávit comercial de China en el campo de la electrónica y equipamiento eléctrico, se contrapone al déficit significativo en el comercio de productos agrícolas, equipos de transporte y servicios. Las importaciones chinas de productos agrícolas, cuero y aviones representan una parte importante de las exportaciones estadounidenses. Por lo tanto, estos sectores podrían ser afectados si el gigante asiático quisiera imponer sus propias sanciones comerciales a EEUU.

Una guerra comercial socavaría los intereses de los consumidores estadounidenses (motor de la economía mundial), las empresas y el mercado financiero directamente. Hua calificó la brusca caída de las acciones en EEUU el mismo jueves como «un voto de desconfianza por parte del mercado financiero hacia las políticas incorrectas relevantes y los movimientos del lado estadounidense».

Se afirma que China no será la principal afectada por esas medidas, sino los aliados más cercanos de EEUU, que es el mayor importador de acero del mundo con 20 millones de toneladas anuales por valor de 24 mil millones de dólares. El principal abastecedor es Canadá, con el 17% del total, seguido de cerca por Corea del Sur y Brasil. Trump ha prometido que hará excepciones a aliados como Argentina, Canadá y México, con lo que intenta mantener el control directo y la incondicionalidad de sus aliados. China es apenas el undécimo exportador de acero a EEUU. Proveedores importantes como Japón, Alemania y Taiwán, serán también perjudicados por las medidas anunciadas.

China espera reducir notablemente las barreras de acceso al mercado, facilitar la inversión y alentar la entrada de capital extranjero en más regiones, las estrategias de cooperación que lleva a cabo su diplomacia le permitirá diversificar mercados. Mientras EEUU se pelea con medio mundo, incluyendo sus más cercanos aliados, China apuesta por más libre comercio y más globalización sin agendas bélicas. En este sentido el avance de su relación con Europa permitirá estrechar relaciones que aíslen a EEUU mientras persista esa visión única y excluyente.

Es así como China ya opera cerca de 20 líneas de trenes de carga que le comunican directamente con ciudades europeas como Londres, Madrid, Rotterdam o Varsovia mediante la ruta China-Madrid que lleva funcionando más de un año y es el servicio ferroviario más largo del mundo que será optimizado por empresas rusas a un costo total de 242 mil millones de dólares.

Hace años EEUU dejó de ser la superpotencia que aportaba el 50% de los bienes producidos en el mundo, luego de la Segunda Guerra Mundial. Hoy asistimos al colapso de una nación endeudada y dividida que pasa por complejos conflictos sociales, que no es el punto de referencia económico y político que fuera para los países occidentales.


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