Gustavo de la Torre Morales •  Opinión •  15/03/2018

Dicen que el socialismo cubano es un fracaso (parte II y final)

La propaganda que acusa al gobierno de Cuba de ejercer una gestión “ineficiente” y cataloga al socialismo cubano como un “fracaso”, es la que cumple con una línea editorial ajustada a estrictas directrices dirigidas contra todo proceso de transformación político-económico de carácter anticapitalista y antiimperialista, es la que enmudece o mira hacia otro lado frente a la gran desigualdad que se vive en casi todo el planeta, es la que apoya y justifica esa lacra que dirige y regula la economía de mercado y es la misma que prefiere restar relevancia al análisis sobre qué genera o por qué existe desigualdad y pobreza extrema asolando a la población mundial.

La economía nacional y mundial neoliberal se rige por los dictados de los cabildos (lobbies) o grupo de presión económica, los cuales van influenciando desde las sobras: fuerzan la implementación de mecanismos de elusión fiscal de impuestos a favor de las grandes empresas, inciden en el control o las restricciones presupuestarias en detrimento de los sectores públicos y propiciando facilidades de privatización, hacen fluctuar los precios de productos y materias primas, desplazan forzosamente a competidores de mercados objetivos, redirigen la atención hacia determinados mercados según conveniencias de las grandes fortunas y desmontan o desestructuran gobiernos que pongan resistencia a los intereses geoestratégicos de las potencias imperialistas.

Estos lobbies, formados incluso por dueños de grandes medios de información, también manejan la opinión pública hacia temas banales que restan visibilidad a las cuestiones cruciales que afectan directamente la vida de las personas. Por eso, a través de sus instrumentos de comunicación, condicionan la forma de percibir e idear las cuestiones cotidianas de la vida y del mundo, facilitan el existente flagelo de la colonización, condicionan la pérdida de poderes y competencias de los Estados en las cuestiones esenciales de las economías nacionales, justifican los intereses geopolíticos en los conflictos bélicos, apoyan los retorcidos objetivos de militarización en regiones estratégicas del planeta y un largo etcétera que muy bien podría explicar que la mayoría de estos males, si no es que todos, son generados por fuerzas que imponen y rigen las reglas del sistema y, en gran medida, con carácter imperialista. Es decir, que dichos lobbies son los que conducen los hilos fundamentales para la elaboración de las políticas que se aprueban y aplican, dando prioridad a los mercados financieros y la banca privada sobre los derechos de las personas.

Pero amén de esa tácita verdad que se vive en el desgraciado panorama mundial, se quiere hacer creer que el “éxito” del capitalismo radica en la premisa de que las grandes empresas del sector privado son las que crean las “verdaderas” riquezas y el desarrollo económico. Sin embargo, esto trae consigo interrogantes:

¿Si el capitalismo es un “éxito”, cómo es posible que dichas riquezas y desarrollo (propiedad y disfrute para unos pocos) se obtenga a costa de las amplias masas obreras que están sometidas a bajos salarios, largas jornadas, contratos basuras, condiciones reprobables de trabajo, despojo de derechos y aplastados por la vigencia de leyes de despido fácil que tienen como objetivo el evitar demandas sociales?

¿Si el capitalismo es un “éxito”, y el Credit Suisse Research Institute dictó en su Informe de la Riqueza Mundial de 2017 que la economía mundial creció en un 6,4%, y alcanzó los 280 billones de dólares, cómo es posible que el 10% de la población mundial posea el 86% de la riqueza a escala global, mientras el resto de la población (ese 99%) viva desprovista de los recursos necesarios para subsistir; e incluso, se estima que en los próximos años el endeudamiento de los hogares de esta mayoría aumentará en un 37%?¿Si el capitalismo es un “éxito”, cómo es posible que permita que cerca de 168 millones de niños en el mundo estén trabajando en vez de ir a la escuela, y que de ellos, unos 85 millones efectúen trabajos peligrosos, poniendo en riesgo su vida?

¿Si el capitalismo es un “éxito”, cómo es posible que sus políticas establezcan abismales brechas de desigualdad, como la salarial, donde las mujeres perciben entre un 31% a un 75% menos ingresos que los hombres por hacer la misma actividad laboral?

¿Si el capitalismo es un “éxito”, como es posible el brusco contraste que se vive en dos países que hoy en día comparten como frontera un gigantesco muro (EEUU y México), viendo el lado Norte con una economía blindada en la opulencia y en el lado Sur una zona con una gran miseria? _ Aunque hay que acotar que las contradicciones del sistema impone a ambos países la coexistencia de graves males sociales y económicos.

¿Si el capitalismo es un “éxito”, cómo es posible que aún siendo EEUU el país más rico del mundo, según Credit Suisse Research Institute,tenga más de 40 millones de personas en riesgo de pobreza y sea el más endeudado del mundo, con una deuda del 107,11% de su PIB… o que aún siendo el país más rico del mundo, tenga en la ciudad de New York a 13 mil personas sin hogar y viviendo en la calle, sus vehículos, tiendas o a la intemperie bajo puentes… o que la ciudad de Los Ángeles tenga 44 mil personas sin hogar, donde más de 2500 de ellos son veteranos de guerra abandonados al desamparo total, después que fueron enrolados en alguna guerra de rapiña bajo la excusa de defender la “democracia” y el “sueño americano”?

¿Si el capitalismo es un “éxito”, cómo es posible que se valore mucho más los intereses lucrativos de la Asociación Nacional (en inglés NRA: National Rifle Association) y no la dura y lamentable realidad que viven escuelas en EEUU con terroríficas masacres?

Por supuesto, se hace lógica la interrogante de cómo pueden estos lobbies o grupos de presión, que se mencionó más arriba, interferir en las políticas de sus gobiernos. Es muy simple. Las leyes de los mercados no son naturales, sino establecidas por “instituciones” que participan en las relaciones de poder de una manera indirecta, no por medio de su conquista, sino por medio de presiones o influencia a quienes ejercen el “poder”: los gobiernos, los cuales se forman por fuerzas políticas que sí buscan gobernar para poner en práctica sus proyectos o programas políticos, de los cuales, muchos de ellos coincidentes con los intereses de los lobbies o grupos de presión.

El capitalismo se rige por un sistema pluripartidista, donde la “democracia” se sustenta en la riña de las diversas fuerzas políticas por el poder y cuyos programas responden exclusivamente a los intereses de determinados grupos o sectores sociales, dejando sin capacidad de decisión en la conformación de la agenda económica a aquellas fuerzas políticas minoritarias y que no cuentan con recursos suficientes para disputar por el poder gubernamental.

Pero, ¿Si el capitalismo es un “éxito” y es tan “democrático”, cómo es posible que su sistema esté sujeto únicamente al poder económico con el que cuenten las fuerzas políticas o independientes (según el caso), creando una brecha de desigualdad para aquellas con menos recursos para afrontar los costes de las campañas electorales y espacios propagandísticos de la prensa, y por ende sin la posibilidad de dar a conocer sus programas políticos?

Louis Brandeis, quien fue Juez del Tribunal Supremo de los Estados Unidos entre 1916 y 1939, una vez expresó: “podemos tener democracia, o podemos tener la riqueza concentrada en pocas manos, pero no podemos tener ambas”; así reconocía que la democracia es inversamente proporcional a la acumulación de la riqueza en poder exclusivo de unos pocos. Pero con la lógica natural del egoísmo que genera el sistema capitalista, tanto EEUU como los países de similar sistema, la balanza se inclinó definitivamente por favorecer que las riquezas queden en manos privadas: lo anti-democrático.

Si alguien intenta negar las palabras de Louis Brandeis, quien también dijo que “el cargo político más importante es la del ciudadano común”, sólo queda preguntarse: ¿Si el capitalismo es un “éxito” y goza de “sana democracia”, cómo es posible que esa concentración de riquezas sea un producto de políticas fiscales injustas, con élites que campean en prácticas corruptas, donde un sistema supuestamente pluripartidista el poder generalmente se traspasa de mano-en-mano en un bipartidismo conservador y que se sustenta mutuamente tras las cortinas, con una mayoría social sin acceso a derechos universales y siempre ajustando su cinturón a los constantes tijeretazos, con fuerzas económicas de presión que ejercen una incorrecta influencia política en el poder y con gobiernos despojados de poderes necesarios para regir con justicia?

¿Si el capitalismo es un “éxito” y goza de “sana democracia”, cómo es posible que esta última sea sólo para poner un voto electoral, el cual goza de un bajo porcentaje de participación social, y cuyo voto finalmente no genera los cambios que demandan las masas sociales más necesitadas o en las cuestiones más importantes de la vida económica o política del país, donde el poder llame populismo a las manifestaciones y, a su vez, éstas sean reprimidas con brutalidad policial, donde los jóvenes se vean forzados a emigrar por culpa del alto nivel de desempleo o la jubilación sea un estatus más dentro de los niveles de pobreza?

Sin embargo, no faltan voces defensoras del neoliberalismo que acusan al gobierno cubano de mantener un “régimen anti-democrático; mientras ese mismo gobierno revolucionario en Cuba, a diferencia del capitalismo, es el que implementa políticas sociales con carácter de igualdad, el que opta por leyes que empoderan cada vez más a la población y reafirma sus derechos, el que busca alternativas económicas sostenibles para mantener las conquistas sociales reconocidas por instituciones internacionales y que cumplen con los Objetivos del Milenio, el que mantiene como premisa indispensable la consulta directa con el pueblo para la toma de decisiones y, que a su vez, junto a ese pueblo cubano lleva adelante una Revolución Socialista a solo 90 millas del mismísimo imperialismo yanqui, resistiendo con grandes esfuerzos y sacrificios una política de genocidio llamada bloqueo económico, financiero y comercial, impuesta desde 1962.

¿Si el socialismo cubano es un «fracaso»_ simplemente porque no se acomoda a los cánones del capitalismo_ cómo es posible que no sea necesario gastar fortunas o rendirse a los dictados de los mercados para participar en los procesos electorales y ser elegido/a, que las elecciones comiencen en los barrios y con la participación de toda la ciudadanía (sin exclusiones de ningún tipo, sin importar si tienen o no afiliación al Partido Comunista de Cuba), que se alcance en cada proceso más de un 90% de participación y que, a su vez, el Parlamento se renueve en más de un 40%?

Cuba exige respeto y el cese de las campañas de difamación y mentiras. El pueblo cubano mantiene abiertas sus puertas para toda persona que desee conocer la realidad del país y, una vez allí, constatará que aún están vigentes las palabras que pronunció Fidel Castro en la Clausura del X Congreso Textil, el 22 de julio de 1959: “… que vengan a Cuba, porque Cuba es hoy una verdadera universidad de democracia que le puede dar lecciones al mundo. ¡Que vengan, para que vean cómo el pueblo decide!

*Gustavo de la Torre Morales, cubano residente en Catalunya, miembro de la dirección de la Asociación de Cubanos en Cataluña José Martí.

Ver I parte: Dicen que el socialismo cubano es un fracaso (parte I)

Fuente: MartianosHermesCubainformación


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