Colectivo Puente Madera •  Opinión •  28/02/2018

Violencia consentida, ¿violencia promovida?

Violencia consentida, ¿violencia promovida?
Ayer por la tarde mi familia había planeado un paseo por el parque y el centro de la ciudad. Un paseo muy entrañable, todos juntos, desde los abuelos hasta los más pequeños, pero el caso es que tuvimos que dejarlo para otro día: los clientes de la tienda de pasteles de nuestro barrio, “Milhojas de Merengue, Sociedad Anónima”, se había citado para pegarse con los clientes de la tienda del barrio vecino, “Pasteles de Riñón de Chocolate, Sociedad Anónima”. Como en otras ocasiones, destrozarían la ciudad, romperían las papeleras, incendiarían contenedores e intentarían matarse entre sí, causando heridos y muertos entre la policía y otros ciudadanos… y el caso es que dentro de dos fines de semana vienen a la ciudad unos adoradores del “Chocolate Belga”, uno de los clubes de gourmets de chocolate más fanático de Europa… así es que quizá es mejor que nos quedemos en casa encerrados hasta el verano. Así no gastamos y ahorramos para pagar más impuestos municipales, pues habrá que reponer todo lo que estas aficiones destrozan en la ciudad.
Absurda historia, ¿no? Pero ¿cómo hay que calificar el infierno que sufrió Bilbao el jueves pasado, con un ertzaintza muerto y docenas de heridos entre ultras rusos y vascos? ¿Y cómo se podría describir la ansiedad con la que la ciudad vasca espera la visita de los radicales del Marsella dentro de dos semanas? ¿Cómo es posible que tanta violencia premeditada, planeada, asesina, sea tolerada por los gobiernos europeos?
El fútbol puede ser un deporte emocionante o aburrido, eso es lo de menos. Lo importante es que la violencia está dentro del fútbol, irracionalmente extendida. La violencia, no mayoritaria, está vergonzosamente presente en los partidos de categorías infantiles, entre los jugadores, entre los padres. En categorías superiores, la violencia más extrema y preocupante se enquista entre aficiones y se apodera de las ciudades. Muchos futbolistas de alto nivel jalean a los radicales. Muchos presidentes de clubes cuentan con su apoyo. Los ultras se creen con derecho a que, una vez a la semana, toda la sociedad se paralice por su absurdo fanatismo porque los gobiernos y las entidades del fútbol consienten ese ejercicio de violencia extrema callejera.
Y, tristemente, vergonzosamente, indignantemente, se lo consienten a ellos y solo a ellos.Cuando los gobiernos quieren, dan órdenes precisas a la policía para impedir que los ciudadanos europeos entren en un país. Los retienen en la frontera, los detienen, los arrestan, los encarcelan, los expulsan de forma preventiva. Lo hacen así con todas las movilizaciones antiglobalización en Europa cuando protesta contra las cumbres internacionales de las organizaciones capitalistas.
Los gobiernos saben quiénes son los hinchas ultras, quién protege sus peñas en esas Sociedades Anónimas que son los clubes de fútbol. Saben cuándo y cómo van a actuar, cómo se desplazan… pero no hacen nada realmente serio y definitivo para terminar con ello. Las asociaciones del fútbol, nacionales e internacionales, podrían expulsar a los clubes con aficionados violentos, pero no lo hacen. Muchos clubes protegen a sus cachorros más agresivos. Se les consiente lo que no se le consiente a nadie, también en lo económico y, claro, la pregunta es ¿por qué?
¿Porque detrás de ese deporte lo que hay es una enorme cantidad de dinero, con mucho de opio televisivo para el pueblo? Qué respuesta tan simple, tan manida, pero nos tememos que tan cercana a la realidad. Y ahora viene la siguiente: ¿los gobiernos, por omisión, por complicidad con el fenómeno social del fútbol, promueven esta violencia? Si es así, ¿en la cuenta de quién hay que cargar la lista de los muertos, los heridos, el miedo, los daños materiales producidos por esta violencia?

 
Fuente: https://colectivopuentemadera.blogspot.com.es/2018/02/violencia-consentida-violencia-promovida.html

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