Rubén González Martínez •  Opinión •  21/02/2018

8M. Ni uno de nosotros en las calles

8M. Ni uno de nosotros en las calles

Llamamiento a los hombres a secundar la Huelga Feminista convocada para el 8 de Marzo de 2018.

Llamamos a no acudir a los puestos de trabajo productivo.

Llamamos a ocupar, por fin, nuestro lugar en el trabajo reproductivo.

Cuando recibí el borrador: ¿ERES HOMBRE Y QUIERES SUMARTE AL PARO/MARCHA DE MUJERES DEL #8M?, con una lista de sugerencias sobre lo que los hombres podríamos hacer, me sorprendió no encontrar ningún punto, entre los doce mencionados, que llamara a secundar la convocatoria de huelga al hombre, al varón. Contrastando esta observación con una compañera, comprendí que sólo existe un escenario para este supuesto [hipotético] de acompañamiento: secundar la huelga, en esta ocasión, significa hacernos cargo de las actividades de cuidados y el trabajo doméstico. Y lograr que ni uno solo de nosotros acuda a las concentraciones y manifestaciones ese día, que no realice ninguna otra actividad que no sea reproductiva. Nuestra participación debe servir para cuestionar nuestros privilegios cotidianos como varones: parar para fortalecer el grado de libertad de las mujeres sea cual sea el tipo de acción que quieran ejercer como respuesta a la represión heteropatriarcal desarrollada por el sistema, sin límite de violencia. Y en ningún caso anteponer nuestra participación pública a la de ninguna compañera. Igual nos queremos plantar este 8 de Marzo contra la hegemonía del capital.

Que los varones asumamos los cuidados secundando el llamamiento a la huelga, supone una nueva oportunidad para articular nuestro organismo en favor de la lucha por la emancipación de las clases oprimidas. Detenernos en la organización de los cuidados infantiles mientras las mamás participan en las actividades que se organizan: paros, piquetes, manifestaciones, debe poder extenderse a una cobertura en el cuidado a personas dependientes, mayores, con diversidad funcional. Cuidemos de todas: abuelas/os, madres, padres y compañeras/os en situación de dependencia. A más cobertura de cuidados, mejor respuesta ante la represión y el feminicidio ejercido contra las mujeres. Apoyemos para a que nuestras compañeras se organicen, estructuren y desarrollen sus formas de rebeldía.

No se puede evitar las disputa de poder que plantea una convocatoria de huelga, aunque algunas agrupaciones, asociaciones, colectivos y movimientos esquiroles pretendan maquillar su posición al no secundar o limitar su llamamiento a un paro parcial. Una huelga lo que pone de relieve son los conflictos sobre los modelos y las relaciones de producción. Parece ridículo que haya planteamientos que pretendan visibilizar la convocatoria de huelga fortaleciendo el actual marco de relaciones, en un intento grotesco, extravagante, esperpéntico por justificar la descompensación productiva que se produce por la falta de un número determinado de ‘peones’ en la ‘cadena de producción’. Es de un nivel insoportable lo de este grupito de clerigallos. Como recordaba una pensadora, esto “… es pasar por alto la importancia teórica de la abrumadora evidencia que documenta la subordinación capitalista de la reproducción a la producción.” Y es aquí donde debemos situar uno de los ejes vertebrales del conflicto que se le plantea a los hombres en su histórico estado de sitio.

“La noción de que, bajo el capitalismo, el modo de producción determina el modo de reproducción y, consecuentemente, relaciones desiguales observables entre hombres y mujeres, no es una forma de economicismo o un reduccionismo de clase, sino el reconocimiento de la compleja red de efectos de nivel macro que actúa sobre las relaciones hombre-mujer, de un modo de producción impulsado por la acumulación de capital en lugar de por el objetivo de satisfacer las necesidades de la gente. Sostener lo contrario, postulando la mutua interacción entre la organización de la producción y la organización de la reproducción, o dando primacía causal a esta última, es pasar por alto la importancia teórica de la abrumadora evidencia que documenta la subordinación capitalista de la reproducción a la producción. [Martha E.. Gimenez. 2005].

No sumarnos, como colectivo de hombres, a la convocatoria de huelga para no asumir todas las tareas del cuidado y el trabajo doméstico, nos sitúa del lado del actual modelo productivo, una decisión que pasará factura a los hijos de los pusilánimes padres que se sumen a la tortura social-demagógica del actual modelo de opresión, que encuentra en la mujer el principal cuerpo de explotación sobre el que ejercer y subsumir las funciones y la formas de los cuidados necesarios; hecho que domestica e impide dar respuestas colectivas a la violencia que se ejerce sobre ellas como sujetos principales de la opresión, en un modelo productivo capitalista. La complicidad de los varones, en base a la asimilación de sus roles en las actuales relaciones de producción, impide que se organice una respuesta desde el feminismo de clase con los grados de libertad necesarios para hacer frente a esta barbarie. El hombre que no secunda la huelga es un esquirol, un maltratante, un agresor o un condescendiente con ellos, un colaborador necesario, lo que vendría a ser prácticamente lo mismo.

Hombres, vayamos a la huelga para cubrir el trabajo reproductivo de nuestras compañeras, madres, hijas, vecinas, aunque nos ahoguemos en la contradicción, enfrentándonos a nuestra razón de ser, a nuestra ontogenia. Organicemos nuestro cuidado, cuidando. Sólo tenemos una salida, no encontremos recursos racionales para la manipulación, para estar en un espacio distinto a la logística doméstica y la cobertura de los cuidados, el hombre que permita que una mujer no pueda acudir a la huelga por no hacerse cargo de un cuidado, será un hombre sin porvenir, un parásito social. – Pobres parásitos. Las familias que no permitan que sus empleadas de hogar acudan a la huelga por no hacerse cargo de las personas dependientes, son familias sin porvenir. – Pobres familias.

Hombres, no asistáis a la manifestación, que no se nos vea. Si no encontramos un espacio al que acudir, una mujer a la que sustituir en función, si no tenemos alcance en nuestros barrios, asociaciones, en nuestra ciudad, si no somos capaces de dejar de ser individuos desarticulados para las funciones reproductivas, si ni siquiera somos capaces de reclamarnos como seres públicos ejerciendo trabajo doméstico, de proximidad, acompañando. Si os sentís solos, no acudáis a la manifestación. No vayáis a las concentraciones. Ni uno de nosotros en las calles para este 8 de Marzo. Quedémonos en casa; pensando; solos. Reflexionemos sobre cómo afrontarnos a partir de este 8 de Marzo. El día en que las mujeres decidieron materializar un mensaje nítido: si nosotras paramos, se para el mundo.

No sé si llegaremos a realizar un mapa de coberturas y necesidades para la huelga. Establecer una red de espacios de acompañamiento, un mapa de casas y hogares que podamos constituir como bases comunitarias para el acompañamiento y el cuidado. Vamos a ver hasta dónde llegamos. Logística doméstica. Organizar comidas, meriendas colectivas, coberturas en colegios y escuelas. ¿De verdad no conoces a ninguna mujer que haya dejado de participar por cuidar, por asistir a alguien?

Cuidado machotes, machirulos progres, ecohombres, gays, transexuales, no insistáis en vuestra condición, ni antepongáis vuestras identidades a la construcción de los sujetos colectivos feministas. Recuerda, “si quieres una nueva experiencia en tu vida, cansado de la rutina, planifica y realiza trabajo doméstico, reproductivo y de cuidados. Una solución a tu abatimiento emocional”. Un ejercicio de estrategia transformadora para el siglo XXI. Igual el feminismo es capaz de acabar con el capitalismo persistiendo en la lucha de clases. No olvidemos nunca nuestra función opresiva, recordando que “nadie en el mundo, nadie en la historia, ha conseguido nunca su libertad apelando al sentido moral de sus opresores” [Assata Shakur]. ¿Cuál es nuestro papel como opresores y oprimidos?

Cuidado señores, señoritos, señoritingos y alguna que otra señora, señorita y señoritinga, con el feminismo de clase. Son suficientes y no están solas. Sólo debemos hacernos cargo de la opresión que hemos depositado sobre ellas. Es posible que así nos demos cuenta de que no queramos soportar su condición y nos integremos a unas propuestas de porvenir, sin clases, sin explotación, sin feminicidio, junto a todos los animales.

Debemos adquirir condición y conciencia antipatriarcal con independencia de lo atribuido por derecho a través de un articulado jurídico, sobrepasando nuestra forma representativa. Empecemos a construir nuestras relaciones con aquellas personas que ponen resistencia subjetiva al patriarcado: la mujer social. Para esto no es necesario esperarlas a todas para sumarnos a un proceso de transformación que desarrolle el conocimiento necesario para realizar nuestro nuevo conjunto de acciones y conformar así nuestros hábitos.

Hay una parte del trabajo que debemos hacer nosotros, varones, en espacios propios que no contaminen, no usurpen territorios, espacios, que nos permitan definir y abarcar nuestras contradicciones y establecer nuestro principio de actividad, construir agendas propias y abarcar un marco de formación colectiva que no evite aquellas categorías históricas que han articulado el modelo actual de segregación e/o igualdad, evitando así que nos concedan el premio a la Mujer del Año.1

Sólo a través de una práctica acompañadora, una actividad arraigada en compañía, con la compañía, asociadas de forma comprometida y responsable a una tarea objetiva, podremos emerger como sujetos transformadores, rompiendo nuestra estabilidad histórica cultural masculina.

“El mecanismo de la conducta social y el mecanismo de la conciencia son lo mismo… Somos conscientes de nosotros mismos porque somos conscientes de los demás y de la misma manera que conocemos a los demás; y esto es así porque nosotros, en relación con nosotros mismos, nos encontramos en la misma [posición] en que se encuentran los demás respecto a nosotros… Sólo soy consciente de mí mismo en la medida en que soy otro para mí mismo, es decir, sólo en la medida en que puedo volver a percibir mis propias respuestas como si fueran estímulos nuevos” [Vygotsky, 1979, págs. 29-30].

La única opción que tenemos para desempeñar un papel relevante como varones en el actual contexto social, es definir un ejercicio de acompañamiento a los motivos feministas, acompañar para establecer adecuadamente nuestra actividad [un principio de actividad], que nos permita relacionarnos con el mundo en todas las dimensiones del conflicto habitado, para desarrollar acciones que consigan oponerse y minimizar los objetivos que nosotros mismos, como varones, hemos adoptado, apartándonos del compromiso social, relegándonos a un espacio cómplice con lo ocurrido, y alejándonos como sujetos transformadores del metabolismo social. Debemos señalar al acompañamiento como un objetivo vertebrador para cambiar nuestras acciones como grupo de género y establecer al feminismo de clase como el espacio de conocimiento que es capaz de movernos a realizar un objetivo, en resumen: hacer de nuestro motivo el detonante de una actividad que ha sido fijada por los objetivos feministas de clase. Aprehendamos.

Ahora, como apéndices orgánicos de un conjunto de relaciones interdependientes, que se articulan entorno a los modelos económicos necesarios, establecidos por el sistema patriarcal-capitalista, realizamos nuestras acciones, compromisos y actividades adaptados a las formas y funciones legadas y heredadas de la familia nuclear, escenario principal para las prácticas de privatización, represión y expoliación de la subjetividad de la mujer. Una articulación consecuente con la subordinación sobre el conjunto total de actividades y relaciones necesarias para un mercado; señalando al varón como el representante principal de este modelo nuclear y motor de la represión de los estados modernos para el mantenimiento de las actuales simetrías sociales. No sólo podemos soportar esta posición, complacientes, cómplices, sino que como clase trabajadora producimos las acciones que mantienen y perpetúan la herencia del “sistema de los señores” que nos expropian y explotan. ¿Seremos, como varones, los productores de un producto patriarcal para ser expoliados y enajenados?

1 Bono, Cantante de U2, Premio Mujer del Año 2016, otorgado por la revista Glamour.

* Rubén González Martínez (Vallekas Antipatriarcal)


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