Arthur González •  Opinión •  19/02/2018

Insiste Estados Unidos en atacar a Cuba con la religión

 

Las acciones de la CIA contra Cuba se iniciaron desde 1959, al no aceptar que un proceso revolucionario popular cortara las ataduras que desde 1898 impuso la Casa Blanca a la mayor de las Antillas, de ahí que una de las medidas iniciales fue enfrentar a la iglesia católica a la triunfante Revolución.

En informe fechado el 14 de abril de 1959, titulado “Crecimiento del comunismo en Cuba”, se firma:

“La Iglesia Católica ha tomado un interés activo en resistir la ampliación del comunismo, pero excepto en lo que concierne a la Juventud Obrera Católica, no ha estado particularmente efectiva…”

Ante esa poca efectividad de la Iglesia, comenzaron las presiones de la CIA para que llevara a cabo actividades en apoyo a sus planes subversivos. Uno de los autores del informe fue James A. Noel, jefe de la Estación Local de la CIA en Cuba.

Al no obtener los éxitos ansiados, por las excelentes relaciones sostenidas del estado con las diferentes religiones asentadas en la Isla, la CIA retoma las falsas acusaciones de que “en Cuba no hay libertad religiosa”, para lo cual ejecuta una cruzada propagandística en la que poner a jugar algunos de sus peones, entre ellos el sacerdote católico José Conrado Rodríguez Alegre, de histórica vinculación con la mafia terrorista de Miami.

Rodríguez Alegre sumó a los sacerdotes Castor José Álvarez de Deves y Roque Nelvis Morales, quienes se prestaron para llevar a cabo actos provocativos instruidos desde Estados Unidos.

El mundo conoce que en Cuba existe una total libertad para profesar todas las religiones, ratificado durante las vistas de los tres últimos Papas a la Isla, acompañada de miles de visitantes extranjeros que arribaron al país para asistir a las misas, quienes comprobaron las facilidades que tienen los cubanos para desarrollar su fe religiosa.

Con el cambio de estrategia hacia la Revolución cubana que había ejecutado el presidente Barack Obama, pero sin desmontar ni una sola de las medidas que pretenden destruir el socialismo e incluso aportar el mayor presupuesto aprobado por la Casa Blanca durante 8 años para las tareas subversivas, Donald Trump retoma la línea sostenida por sus antecesores, desde que Eisenhower aprobara el primer Plan de Acciones Encubiertas de la CIA, en 1960.

Trump aseguró en junio de 2017 que desmontaría la política sutil de Obama, para imponer nuevamente el enfrentamiento abierto y directo, lo que se va materializando en diferentes aspectos de las frágiles relaciones diplomáticas restablecidas en 2014.

Uno de los aspectos retomados son las acusaciones de que “en Cuba no hay libertades religiosas”.

Varios son los religiosos en la Isla que se prestan para esa línea de los enemigos de la Revolución, quienes reciben financiamiento desde Miami para elaborar sus mentiras. Uno de ellos es el pastor protestante Mario Félix Lleonart Barroso, quien, alejado de la actuación de un verdadero religioso, ejecutaba actos provocativos en busca de protagonismo en los medios de prensa anticubanos, añeja fórmula para lograr residencia permanentemente en Estados Unidos, algo que materializó en el 2016.

Otro de los que sirven a la CIA plenamente es el laico pinareño Dagoberto Valdés, quien, con financiamiento yanqui, logró abrir dentro de la catedral católica de Pinar del Río, el llamado Centro de Reflexión y Dialogo, más la revista Vitral, ambos cerrados por la propia iglesia al percatarse del daño que ese agente al servicio de Estados Unidos, hacia a la labor pastoral de la Iglesia, al no ser religiosos sus propósitos, que solo seguían las directrices de Miami y de la Unión Europea, en momentos en los que se diseñaba la fracasada Posición Común.

Miami subvenciona a Dagoberto en su nuevo engendro, el Centro de Estudios Convivencia, pero sin respaldo del obispado pinareño, que no le permite usa sus locales para tales fines.

Una prueba de quién le paga y manda, es el reciente viaje de Valdés a Estados Unidos, el 10.02.2018, bajo el pretexto de presentar una ponencia durante la Quinta Semana Social Católica, celebrada en la Ermita de la Caridad de Miami, aunque todo indica que realmente asiste para recibir instrucciones, a partir de la nueva cruzada de la CIA y del presidente Trump contra Cuba.

Es conocida la estrategia de la CIA de hacer creer que los religiosos son “acosados” en países que tienen gobiernos no aceptables para Estados Unidos, y en el caso cubano sueñan con fabricar un “opositor” a la medida del polaco Lech Walesa, quien contó con el respaldo de la Iglesia en la conocida como la Santa Alianza, establecida entre el Vaticano y el gobierno estadounidense.

Para ello, algunos de los llamados “opositores” cubanos, viajaron hace unos años a Polonia, con los gastos pagados por los yanquis, para recibir experiencias del polaco y ejecutar provocaciones en la Isla.

Bajo la administración Obama, crearon en febrero de 2013 el llamado “Instituto Patmos”, con el fin de “monitorear el respeto a las libertades religiosas en Cuba”, remitiendo informes de fantasiosas represiones, replicados por el vaticanista Giuseppe Rusconi, con la pretensión de que se analice por el Alto Comisionado de Derecho Humanos de la ONU en Ginebra, durante el próximo Examen Periódico Universal en mayo. De ahí la avalancha de denuncias contra Cuba.

En el Desayuno Nacional de Oración, en febrero 2018, Donald Trump mencionó a Cuba entre los “regímenes represivos”, y aseguró que su gobierno está del lado de los que sufren “persecución” debido a su fe. En el mismo acto informó que había nombrado como embajador en Cuba, a Sam Brownback, quien declaró que la libertad religiosa en será su prioridad.

Cuba no figura entre las naciones sancionadas por Estados Unidos por supuestas afrentas a la libertad religiosa, incluso en su informe de agosto 2017, el Departamento de Estado afirmó que “el ambiente de libertad religiosa en Cuba ha mejorado”, algo que pudiera variar a partir de la actual posición de Trump.

Llama la atención que, en el marco de esta escalada, el 8 de febrero de 2018, el Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, recibiera al sacerdote Castor José Álvarez de Devesa, donde recibió explicación de lo expuesto en la misiva que enviaron al presidente Raúl Castro, sobre sus “preocupaciones por la situación en Cuba y la petición de elecciones en libertad, con varios partidos e independencia de poderes”.

Previamente, Álvarez visitó el Observatorio Cubano de Derechos Humanos en Madrid, fabricado con dinero de la CIA para atacar a la Revolución.

En el actual contexto, medios de prensa contrarrevolucionarios informaron que el Obispo de la Diócesis de Holguín, Emilio Aranguren, envió al sacerdote Orlando Corso, a visitar la vivienda de unos “opositores”, que dicen estar en “huelga de hambre”, algo que no tiene antecedentes y pudiera marcar una nueva línea de actuación en correspondencia con la de Donald Trump.

Ante este tipo de personas, recordamos a José Martí, cuando dijo:

“Debe ser penoso inspirar desprecio a los hombres desinteresados y viriles”.

Insiste Estados Unidos en atacar a Cuba con la religión.


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