Gerardo Fernández Casanova •  Opinión •  28/09/2017

México. Lo normal es muy anormal

Me duele México profundamente. Me conduelo con todos los que sufren la pérdida de seres queridos y de patrimonios. Me alivia contemplar la multitud actuando en solidaridad, entregada al esfuerzo por rescatar vidas y ofrecer ayuda; es síntoma de que la Patria vive, sin por ello dejar de señalar la mezquindad de gobernantes y publicistas empresariales que medran política y comercialmente con la desgracia de la gente, que ha sido tan obvia y tan cercana al proceso electoral que seguramente no pasará impune; los casos del desvío de la ayuda material solidaria por el Gobernador de Morelos, Graco Ramírez, y de la niña Frida Sofía novelescamente explotada por Televisa y Aurelio Nuño, son paradigmáticos.

El carácter súbito de los siniestros hacen el drama mayúsculo y despierta, en un amplio abanico, desde la más altruista y generosa solidaridad hasta la más ruin de las mezquindades; la segunda es condición de la normalidad, en tanto que la primera representa un alentador síntoma de la anormalidad, aunque quisiéramos que fuese lo de vigencia permanente.

Hay otros siniestros, sismos y huracanes, que no gozan de la condición súbita y cruenta, pero que son aún más lesivos para la población. Me refiero a los que produce el acontecer político “normal”. Es normal, en este sentido, que se registren decenas de miles de muertos y desaparecidos, entre ellos los 43 de la Normal de Ayotzinapa. Son normales las violaciones a los derechos humanos en múltiples vertientes, tanto al nivel de los individuos, los grupos y la población en general, el llamado “gasolinazo” de principios del año es ejemplo de ello. Es también normal que los recursos públicos sirvan para enriquecimientos privados y que la corrupción general arranque de las manos de la población el derecho al bienestar. Cabe dentro de esta siniestra normalidad que la voluntad popular expresada en las urnas sea trucada para imponer a gobernantes rechazados por el pueblo, como sucedió con exceso de cinismo en el Estado de México.

Esa normalidad, que pomposamente se anuncia en breve será recuperada, es lo más anormal de una condición nacional que aspira a ser democrática. El paso que sigue, después de que las brigadas de jóvenes rescataron vidas de los recientes siniestros, es la aplicación de ese espíritu de solidaridad al rescate de la nación entera, colapsada en sus cimientos y estructuras con grado de riesgo extremo, donde ya no son útiles lo remiendos ni los apuntalamientos con polines de madera; se requiere de verdadera reconstrucción.

Un ejemplo: En un honesto desplante de solidaridad López Obrador anuncia que, por acuerdo de su consejo directivo, el partido destinará el 20% de sus prerrogativas fiscales como donación a los afectados por el terremoto; en una primera respuesta el INE niega esa posibilidad bajo el argumento de desviación de recursos, pero los otros partidos se apuntan a renunciar al financiamiento fiscal, en términos de contrarrestar el “populismo” de MORENA y dar respuesta al clamor social que demanda la anulación de tal disposición que considera onerosa e improductiva. La noticia agrada por el abuso en que se ha incurrido, pero no puede ser una medida suelta que redunde en facilitar el financiamiento privado a los partidos y, con ello, abrir de par en par las puertas al narcopoder realmente existente. Sería como aplicar cianuro como medicina. Lo importante sería controlar y reducir drásticamente el gasto en la actividad política electoral y, entonces, eliminar el financiamiento fiscal. Reitero que el edificio de lo electoral está severamente colapsado y hay que construir uno nuevo, entre muchas otras cosas.

Algunas hay que acudir a salvarlas de la devastación. Una de ellas es el Seguro Social. Nuevamente quiero expresar mi reconocimiento a su personal médico; mi esposa sufrió un desprendimiento de retina que obligó a su tratamiento de emergencia en el Centro Médico Nacional. Mi agradecimiento a la institución y al equipo de cirugía especializado encabezado por el Dr. Gerardo Martínez del Villar. El IMSS no puede desaparecer ni verse reducido, lo tenemos que salvar.

Fuente: http://www.resumenlatinoamericano.org/2017/09/27/mexico-lo-normal-es-muy-anormal-opinion/


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