Julio C. Gambina •  Opinión •  16/08/2017

La política en Argentina entre las PASO y Octubre

Las elecciones son procesos de masas que manifiestan en una foto el sentir político de la población.

Una primera conclusión es que el ausentismo es relativamente bajo o estacionario, sin constituir un dato relevante. En general, la población se manifiesta mediante el voto y los encuestadores, periodistas u opinólogos fueron sorprendidos en el recuento de votos, que confirmó la polarización con matices en todos los territorios entre “macrismo” y kirchnerismo”.

Ya dijimos alguna vez que macrismo y kirchnerismo eran las novedades políticas en la Argentina en este nuevo siglo y no termina de consolidarse un rumbo hacia la derechización social como algunos sostienen, ya que todavía existe un voto de inspiración negativa, el voto “contra”, que no define una posición o clara orientación. En la elección bonaerense sigue pesando el voto “anti Cristina”, que como en otras ocasiones aspiró las expectativas de una tercera vía.

Estas elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) fungen como ordenadora hacia la elección de medio término del 22/10, donde se elige la composición del Parlamento para el ciclo que empieza en diciembre del 2017 y culmina en diciembre del 2019, ya con un nuevo periodo presidencial entre 2019 y 2023. Hay que ver todavía como se construye el consenso para el nuevo Parlamento que surja en la elección de Octubre. En ese sentido y con la foto actual, el macrismo en su conjunto crece en parlamentarios y el kirchnerismo, como segunda fuerza mantendría la cantidad de legisladores. Continúan así siendo la base de la disputa política en la coyuntura y expresan diferentes proyectos de gestión del capitalismo local.

No hay claridad en la hegemonía del sistema, con un 36/37% del macrismo; un 19/20% del kirchnerismo; un 17/18% de otras fuerzas que remiten al peronismo. El peronismo, como arco diverso inspira aún fragmentado una primera minoría de simpatías políticas. En el conjunto referido estamos hablando del 70% de las opciones electorales. El otro 30% se divide en variadas fuerzas en las que destaca la mayoría de votos del FIT en torno al 4/5%.

Crisis política

Con base en esos datos, una primera reflexión remite a una disputa por el gobierno del capitalismo en la Argentina y que incluso puede expresarse como bipolaridad entre el macrismo y el kircherismo/peronismo. Es un horizonte en disputa hacia el 2019 y todo pareciera no resolverse a favor del kirchnerismo si no avanza en audaces reflexiones y alianzas más abarcativas.

Por un lado, la primera minoría intenta construir una nueva fuerza política más allá de la tradición peronista y radical, aun cuando hay apoyo mayoritario de la UCR, e incluso de sectores del peronismo. Es la primera vez, que con éxito, la derecha disputa consenso electoral para constituirse en mayoría. Por otro lado el kirchnerismo y la potencialidad de alianza con otros sectores del peronismo y más allá.

Es por este lado que se puede avizorar la crisis de las representaciones políticas tradicionales: el peronismo y el radicalismo, aunque no solo de ellos y la emergencia de nuevas representaciones de poder político en la Argentina. Es lo que definimos como crisis política.

Pero también se puede aludir a una crisis por izquierda, de alternativas, con importante fragmentación de propuestas que no alcanzan el mínimo 1,5% exigido por la legislación electoral, e incluso los sectores mejor posicionados como el FIT, que aspiran al 5% del electorado total, con resultados destacados en algunos distritos, caso Jujuy con el 13% o Mendoza cercano al 9%.

En términos electorales gana el macrismo que reitera su dominio en Capital y adiciona otros distritos importantes y cuando menos empata o pierde por poco en Provincia de Buenos Aires, lo que supone un avance respecto de la imagen instalada previamente. No es menor para el oficialismo nacional mejorar la fuerza parlamentaria, entendida como consenso electoral social para sus objetivos de ajuste y reestructuración regresiva, con reforma laboral y previsional en agenda y una lectura para ofrecer a inversores externos sobre acompañamiento de la sociedad respecto de un clima favorable a los negocios y los inversores. Solo no podrá y como en 2016 necesita de pactos y alianzas para hacer aprobar la agenda regresiva contra los de abajo.

Aun así, está muy lejana la situación mundial para ser auspiciosos sobre el desembarco de inversores reales más allá de las visitas de apoyo ideológico y político como la 11° reunión ministerial de la OMC en diciembre próximo, o la coordinación del G20 para el 2018 y un cónclave mundial en noviembre del año entrante. Argentina es destino marginal de inversiones en la región latinoamericana y caribeña, tal como informó recientemente la CEPAL al evaluar el estado de las Inversiones Externas Directas en la región. Es por eso que el gobierno aprovechará el respaldo electoral para profundizar el ajuste y la reestructuración regresiva, procesos tendenciales iniciados en la dictadura y potenciados en los 90´.

Pensar y discutir la alternativa

Una reflexión especial merece la situación de la izquierda y del movimiento popular en general para organizar fuerza política y social en condiciones de disputar consenso para una transformación profunda de la sociedad. Algunas propuestas políticas que no llegan a superar el mínimo de las PASO, e incluso otras que si lo pasan por poco y no necesariamente podrán acceder al Parlamento necesitan discutir las condiciones de acumulación de poder popular necesarias para la disputa electoral. No muy distinto es el razonamiento para aquellos que acceden a minorías parlamentarias con escasa densidad política en la sociedad.

¿Cuánta densidad social y política se requiere para obtener mayoría parlamentarias que disputen poder? Es un interrogante interesante que nos sirve para analizar más allá de la realidad nacional y pensar en los 18 años de triunfos electorales en Venezuela, o los procesos de Bolivia y Ecuador de la última década. La estrategia del cambio social está en discusión luego de la ola revolucionaria de los 60/70, donde se mantiene la vigencia del proceso cubano y las duras disputas ante la agresión del imperialismo y las clases dominantes, especialmente en Venezuela. Los mecanismos políticos, sociales, económicos, culturales de acumulación popular ensayados en estos 50/60 años están también en discusión.

No solo hay crisis política en el sistema de dominación, sino también en la perspectiva de la construcción de alternativa, lo que constituye un gran desafío para el movimiento popular.

En este sentido no hay atajos y se requiere una profunda reflexión sobre la crítica de la realidad, no solo de la iniciativa del poder, sino de las alternativas en construcción. El capitalismo en crisis se recrea a pasos acelerados y agiganta la ofensiva del capital contra el trabajo, la naturaleza y la sociedad, convocando a una mirada sobre los cambios en las relaciones sociales de producción y organizar una respuesta para la emancipación social propia de nuestro tiempo.

Alguna vez dijimos que era tiempo de barajar y dar de nuevo, cada quien desde lo propio construido y pensar en diversas articulaciones, en primer lugar del movimiento obrero, por su especificidad y tradición histórica en la Argentina, pero junto a ello en todos los ámbitos de agrupamiento del movimiento popular. Hacen falta nuevas formas de organización y movilización para conformar una estrategia de poder de la mayoría popular.

La política no es solo el ámbito electoral, sino la cotidianeidad, no solo las movilizaciones y la calle, sino la construcción cotidiana que anticipa la sociedad del futuro. Esa es la asignatura pendiente y el desafío de la época.

Buenos Aires, 14 de agosto de 2017

* Julio C. Gambina es Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP

URL de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/187416


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