Al-Hakam Morilla Rodríguez •  Opinión •  29/03/2017

La ‘Civilisation Française’ al borde del colapso

«Quienes pueden renunciar a su libertad esencial para obtener una pequeña seguridad temporal no merecen ni libertad ni seguridad». Benjamin Franklin.

Cuando vi a Marine Le Pen haciéndose un ‘selfie’ con el racista y xenófobo candidato sionista holandés resentido y fracasado, Geert Wilders, comprendí que aunque un burro difícilmente tropieza dos veces en una misma piedra, algunos arrogantes gabachos sí pueden hacerlo sin dificultad, y si siguen entrenando con el mismo tesón una tercera.

Por dos veces se vieron sorprendidos por el expansionismo homicida germano invadiendo su territorio a través de Flandes, dejándoles con cara de pazguatos en la inútil Línea Maginot, fortificación atrincherada de cientos de kilómetros en la frontera con Alemania que en teoría iba a ser infranqueable. Por dos veces hicieron el mayor de los ridículos, en la primera y segunda Guerra Mundial, tramados por la misma táctica de la ‘Wehrmacht’. Lo que no esperaría uno es que la candidata al Elíseo, la hija del exparacaidista de la sanguinaria OAS, fuese a invitar a los neonazis fotografiándose con rostro alegre de hospitalaria comadre junto al apesebrado gestapillo sionista Wilders.

El poder manipulador de los media oficialistas se estrella contra una contundente realidad. Nos venden patrañas, con su legión de voluntarios propagandistas apologetas del odio racista por las redes jaleándolos, acerca de que se cierne sobre nosotros ‘una amenaza’, ‘un peligro’. Viene según dicen del ‘sur’, y sus señas de identidad se hayan constituidas por su apariencia: moreno, negro, moro, africano… No hace falta que recordemos la triste época de la Red Gladio, el ejercito secreto de la OTAN para sembrar estados de conciencia propagandísticos a golpe de atentados -con víctimas inocentes- en aquel caso para demonizar a los comunistas, o que los ‘yihadistas’ son frankesteines creados y financiados por ellos mismos y sus cómplices. Para evidenciar que el patético cuadro tiene dislocada la perspectiva, en el momento presente, basta con elaborar una sencilla descripción diacrónica, a lo largo de la historia.

Los supuestos ‘conflictos norte-sur’ en el seno de Europa constituyen nimiedades en el plano político o económico, si los comparamos con los acontecidos este-oeste, las guerras civiles propiamente dichas del santificado ‘occidentalismo’: la civilización romana devastada por sus sicarios bárbaros desplazándose hacia el poniente; un culto oriental nacido con pretensiones ‘ecuménicas’, el paulinismo, aniquilando toda disidencia con persecuciones y masacres constantes desde que se hizo ‘religión de Estado’ con Constantino; las hordas de los mogoles arrasando todo a su paso; las escabechinas de protestantes contra papistas; borbones frente a austracistas; la Grande Armée napoleónica destruida y en retirada ante el general invierno ruso; la primera y segunda guerras mundiales, con decenas de millones de muertos sólo en Europa… sí, por mucho que por un prurito ‘blanqueador’ ridículo nos presenten a los de piel de bronce como ‘el enemigo’ virtual, el Terror máximo de Europa, a lo largo de su singladura, casi siempre ha tenido ojos rasgados, tez y cabello amarillentos, y rostro achatado. No hay más que ver la horizontal miradita de huno que se le pone a Putin, cuando vienen a arrodillarse ante él Erdogan o Netanyahu, acompañada de la sádica sonrisita propia de un exmiembro del KGB.

Por eso, al contemplar a Marine Le Pen acariciada en el lomo por su capo Vladimir en Moscú no puedo evitar un escalofrío. ¿Se le habrá olvidado que el colofón de la última Gran Guerra fue convertir Berlín en botín de guerra del ejército soviético, donde fueron violadas centenares de miles de mujeres? Y eso que las alemanas nunca les han agradado mucho, porque su lengua les parecía a los soberbios y alcoholizados hijos de las estepas ‘ladrido de perros’ (sic). Las que siempre les han cautivado desde la época de Catalina ‘la Grande’ -llamada así dado su amor y apoyo a la cultura, sobre todo en la lengua de Voltaire-, por su exquisita educación, por su donaire con tanta finura, por su ‘charme’, siempre han sido las francesas, en especial las parisinas.

¡Ánimo, burguesotes vecinos transpirenaicos, igual que Alemania se ha dejado chantajear por el Kremlin, hasta con el excanciller Gerhard Schröder comiendo de la mano de la rusa Gazprom por su dependencia gasística, vosotros también podéis postraros sumisos ante esa gran democracia que golpea con el ‘nagaika’ (látigo cosaco) a mujeres manifestantes, ejecuta o envenena a activistas antigubernamentales -no sólo periodistas- en su país y en el extranjero, homófoba, racista, xenófoba, misógina e imperialista ad nauseam! No os preocupéis, vuestras armas nucleares que hacen ufanarse a los generalotes de las Forces Armées, tan solo consiguen suscitar chistes y carcajadas al coloso armamentista ruso. Tienen incluso a gran parte de la ‘izquierda’ europea dispuestos a lavarles los trapos sucios, como si acaso fuesen menos capitalistas que los norteamericanos… ¿añoranza quizá de los felices momentos de las batallitas de la Guerra Fría?

Ha llegado el momento del adiós a la Civilisation Française. Los Principios Universales de la Ilustración están a punto de ser sustituidos por el soez tenebrismo chovinista cateto de la hija de un paracaidista del cuerpo genocida en las colonias, de la terrorífica y brutal OAS. Los hijos del exilio republicano español en Francia se han ido mezclando, cada oveja con su pareja, con los llamados de modo infamante ‘Pieds Noirs’ (Pies Negros), los trasladados al ‘hexágono’, sobre todo al sur, tras la independencia de Argelia. Un ignorante sentimiento de racismo antimagrebí republicano español, de derrotados por los mercenarios de la colonia marroquí -por despreciar su anhelo de independencia- se ha amalgamado, hasta con matrimonios entre ellos, con los franceses desplazados de Argelia, y también con colaboracionistas indígenas, en su mayoría racistas antisemitas amargados y acomplejados, como gran número de los primeros. Se han hermanado por el neofascismo (abyecta barbarie para la que tienen tragaderas sobradas aquellos españolísimos del ‘vivarrusia’ estalinista, hecho constatable desde mucho antes del Pacto Molotov-Ribbentrop).

El colapso final de la Civilisation Française, de la Liberté, Egalité, Fraternité, está a punto de culminarse, prestos a pasar por la implacable guillotina de la necedad. El laicismo administrativo, pilar de la sociedad francesa, va a tornarse nacional-catolicismo farisaico, oscurantista y vesánico. Antieuropeísmo de cruzada, inducida miseria de penitentes y neoinquisición. La desfachatez de los desfiles militares de uniforme -¡pagados con los impuestos de todos, creyentes o no!- franceses, españoles, italianos portugueses y de otras nacionalidades, por las calles de Lourdes, es reveladora de por donde van a ir los tiros (ved en youtube ‘La yihad católica peregrina a Lourdes. 2016’). La monoculturalidad excluyente impone su ley con sectas vaticanas operando en la sombra, al arrimo de la usura, por una avaricia sin límite. Los paraísos fiscales de las Islas Caimán, las Seychelles, las Maldivas y muchos otros se han vuelto así de espirituales y nacionalistas… el ‘amor a la patria’ puede adoptar tintes de opereta, pero ¡ay! sin cancán.

Los Derechos Universales del Hombre y del Ciudadano pueden ignorarse con el grosero advenimiento del lepenismo redentor. Ahora lo que se impone, lo ‘in’ se manifiesta en el apartheid de los guetos inmigrantes de los marginalizados ‘banlieues’ (suburbios). En justificarse, como Hitler criminalmente con los judíos, con la persecución de cualquier manifestación externa del Islam, como si esta Civilización no hubiese sido constitutiva de ‘lo europeo’. De lo que se trata es de silenciar que gracias a Al-Andalus, por ejemplo, estación final occidental de las Rutas de la Seda, hemos conocido el álgebra, los logaritmos, la pluma estilográfica, adelantos médicos siglos avanzados a su tiempo, el tenedor, el jabón, la camisa, las alcachofas, las berenjenas, el café, la caña de azúcar, el concepto moderno de amor, y tantos etcéteras. ¿Averroes era menos nativo del subcontinente europeo que Tomás de Aquino, de la Orden dominica de los inquisidores…? ¿Y eso por qué, a causa de que lo afirmen unas beatas integristillas por las sacristías o cuatro megalomaníacos descendientes de destripaindios por Texas?

No olvidemos que Francia sigue siendo un imperio cohesionado por su clásico universalismo, todavía asombro y admiración del mundo, aun a punto de la extinción postrera. ¿Cómo irán a explicarle a los de sus colonias -perdón, ‘territorios de ultramar’- de la Guayana francesa suramericana, Nueva Caledonia, Polinesia, Reunión, Guadalupe, Martinica, la mozambiqueña Mayotte, Wallis y Futuna, San Pedro y Miquelón, San Martín, San Bartolomé y Córcega (por no referirnos a las colonias interiores de Lapurdi y Zuberoa -País Vasco ‘francés’-, del Roselló catalán, de la Bretaña u Occitania), que las vigas maestras de la Revolución Francesa han sido corroídas por un paleto chovinismo de un puñado de racistas blanqueados, baboseando por el garrulo exterminador germano -sí, teutón- Carlomagno? ¡Instemos con decisión y de forma organizada a los nuevos súbditos de las posesiones territoriales ilegítimas del imperialismo lepenista a que se independicen, basta de colonialismo! ¿Y lo de situar sus centrales nucleares en la periferia de sus fronteras nacionales para que otros en caso de un desastre, como Chernobyl, se traguen parte de la hecatombe contaminadora por milenios…?, ¿todo eso terminarán aclarándonoslo como una renovada expresión del amor al prójimo, con licencia eclesiástica?

Por eso debemos deciros ‘au revoir’, hasta siempre. Porque una cosa es que nos vendan una Europa estructurada, unida, armonizada en lo económico, respetuosa de la pluralidad de sus Pueblos, de sus etnias, culturas, lenguas, de la Libertad de conciencia, y otra cosa bien diferente es que el nuevo mandatario que ocupe el Elíseo, con el cuento de ‘contener el populismo’, se dedique a echarle carnaza a las fieras de cabeza cuadrada aplicando sus mismas nefastas políticas discriminatorias y clasistas, con el subterfugio de la ‘religión’ o del kebab. Reducir a los descendientes de inmigrantes a ciudadanos de tercera para que se dejen explotar aún más barato, expulsándoles indiscriminadamente, con la inevitable consecuencia de un envejecimiento poblacional catastrófico. Aplicar políticas proteccionistas obligándonos con cinismo a tragar el imperialismo económico gabacho, y el precariado neoliberal para los demás, de sus carrefoures, su marca blanca El Día, sus renaults, peugeots, citroenes, electrodomésticos, lácteos y productos cosméticos, de limpieza, textiles o del mundo de la moda, alimenticios o licores en general, arruinando a los locales. Debemos disponernos, de forma organizada y con férrea constancia, a boicotear activamente todas las manufacturas de procedencia francesa, con suerte puede que se nos empiece a quitar la cara de tontos útiles tragalotodo.

Hasta nunca, hipócritas franceses que rendís pleitesía al totalitarismo. Quedaos por los siglos de los siglos con los descendientes de españoles lameculos del clerical-fascismo de Fillon y de Le Pen, con esos estómagos agradecidos perrunos. No queremos que vuelvan. Exhortemos a los nuevos gobernantes, desde el altanero jacobinismo parisino, a que los traten como merecen: prostitutas de saldo masoquistas.

Ah, por favor, y no nos deis más la lata con La Marsellesa. El Himno nacional de libertad que antes nos emocionaba, ha quedado obsoleto. ¿Qué tal algo más acorde con vuestros actuales ‘valores’? Os proponemos Alte Kamaraden o Slavianka, para ayudaros por la vía de la dilatación anal al lavado y centrifugado de ‘la raza’…

Adieu, ma chérie Civilisation Française, à jamais!

* Al-Hakam Morilla Rodríguez, Coordinador de Liberación Andaluza.
 


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