Nechi Dorado •  Opinión •  12/12/2016

Qué olvido el tuyo, Fidel!!

Se han dicho muchas cosas a partir de la trágica noticia de la muerte de un
hombre, que a mi juicio, es el más grande adalid de la historia
contemporánea universal y me atrevo a ir todavía mucho más allá de la
contemporaneidad.
Se lo ha llorado tanto estos días. Se lo seguirá llorando.
Se lo ha odiado o amado. Se lo seguirá odiando o amando depende de la vereda
  que quieras ocupar en esta circunstancia.
Lo importante es que se seguirá hablando de él porque ese es el destino de
los grandes, permanecer para siempre en el corazón de los humildes. ¡Vaya
cuestión tan honrosa esa de quedar como marcado a fuego en el alma de los
pueblos!
Del otro lado de la historia, se ha celebrado su muerte. Una muerte que no
han podido causar a pesar de los más de 600 atentados contra su vida desde
que a punta de fusil se atrevió a decir: ¡Cuba es libre!
¡Si hay que ser imbécil para celebrar una muerte causada por sus 90 años
sobre las espaldas!
O hay que ser portador de la ignorancia más supina que se sostiene gracias a
la intoxicación masiva producida por los medios -des-informativos y digerida
por seres con cerebros atrofiados, reproductores, paradójicamente,  de las
mismas voces que los oprimen.
Como dijeron algunos grandes “iluminados” desde algún teclado funcional
tratando de opacar inútilmente lo inopacable: Fidel no hizo tal o cual cosa,
circunscribiendo su revolución solo a la isla (más o menos en esos
términos) Lo dicen como si hubiera sido un hecho menor su hazaña y me y les
pregunto basándome en ese trama fina de la “subjetividad”: ¿Por qué no
la han seguido ustedes si la madeja ya se estaba desovillando?
¿Cuál fue la contradicción en su obra? Quisiera me lo expliquen con un
lenguaje popular, sin vueltas ni retóricas, sin rebusques, no como
tecnócratas sino como laburantes -si alguna vez lo han sido-. Digo, como
para que los entendamos todos…
Y sería bueno que de momento se hubiera respetado el dolor de tantos
millones de seres en Cuba y en el mundo, los que lloramos su ausencia física
definitiva. Habría tiempo para análisis teóricos pasado estos duros
momentos de un adiós que nunca quisiéramos tener que dar. Porque para
muchos, compañeros, es como si se muere tu viejo y te vienen a decir “fue
bueno tu padre,  peeero… se olvidó de llevarte a misa los domingos”. Y
ese pero es taxativamente un “no fue bueno ni tres carajos”
Por favor, compañeros, hay tiempo para otros desgloses,  lo que no creo es
que haya fundamentos.
¿No se preguntaron a qué se debe que un pueblo se haya bancado casi 60
años del más cruel bloqueo? ¿Un período especial con agua y azúcar para
mantenerse en pie.  ¿Virus diseminados sobre el pueblo causando la muerte de
cientos de criaturas?  ¿Un operativo Peter Pan orquestado –como todo-
desde el imperio que fragmentó familias enteras desprendiendo a hijos de sus
padres para siempre?
¡Cuántas razones hay para venerar Fidel y qué pocas son las que se pueden
esgrimir en su contra! A menos que en el fondo uno tenga un corazón
“agusanado” y no se haya dado cuenta.
No obstante su heroica gesta, sus horas y días y meses y años y más años
hablando para los pueblos, liberando pueblos oprimidos, educando, abriendo
conciencias, enviando brigadas médicas donde las catástrofes se ensañan y
no hay alma que se atreva a arrimarse para paliar dolores. Total los pobres
siempre sobran.
Solo una crítica me anino a hacerle: omitió enseñarnos a quienes tanto lo
amamos y respetamos: cómo vivir sin su presencia física de ahora en más.
Qué le espera a Nuestra América sin él…
¡¡Descansa en paz mi Comandante, fuiste capaz de abrir hasta las puertas de
la gloria!! Pero qué olvido el tuyo, Camarada…


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